CAPITULO 11

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El patio entero estaba envuelto en gritos, alrededor de los Alfas se había formado un enorme círculo expectante entre la vida y muerte de cualquiera de los contendientes. Todo era un caos. El equipo de Judo apoyaba a KangIn, el consejo escolar clamaba por SiWon, el resto de los estudiantes mezclaban ambos nombres sin ser suficientemente claros, incluso los profesores y directivos se unieron a un lado en la batalla transformando la lucha en una simple apuesta con organización apresurada por la urgencia del momento. Sin embargo habían 2 personas que no estaban pendientes del resultado, la sangre, los gemidos ni las caídas. Los integrantes restantes del grupo de baile corrían en círculos buscando al molesto miembro que les hacía falta. —Debe estar ahí adentro, intenta pasar por allá, yo intentaré por acá.— Ordenó DongHae sintiendo que cada segundo perdido era largo, pesado y eterno, no sabía que iban a hacer después de encontrar a su amigo pero tenía la insoportable necesidad de tenerlo a su lado durante los últimos momentos que le quedaban al Omega. 

—¡HEECHUL!—, nadie contestaba,

—¡HEECHUL!—, nadie los escuchaba,

—¡HEECHUL!—, nadie los notaba.

Por más que DongHae desgarró su garganta a gritos su voz no sobresalió de entre el estridente barullo de sus compañeros. ShingDong, por su parte, tampoco tuvo suerte, ya que al intentar atravesar la barrera humana recibió más de un golpe por parte de los Alfas de categoría superior que estaban ahí. Al final tampoco pudo entrar. 

El Beta comenzaba a sentir el corazón en la garganta, sus padres le advirtieron más de una vez que ser amigo de un Omega era mala idea ya que se encariñaría con él y lo perdería muy rápido, ¿Por qué todos hablaban de su amigo como si fuera un objeto o una mascota?, Incluso su familia, ¡Era un ser humano!. Sin embargo HeeChul era tan rebelde que pensó que nunca sería mordido ni obligado a sucumbir a órdenes de otros, pero todo sucedió de forma completamente opuesta a lo planeado.

Desesperado, optó por cometer un acto totalmente imprudente y que pondría su propia vida en riesgo: Gracias a su condición delgada y atlética fue capaz de subir a un árbol de 3 metros con una baja probabilidad de vencer la resistencia de las ramas por su peso antes de lo deseado, o al menos de eso se convenció aún con el temor de caer encima de alguno de los dos alfas en medio de un ataque. Al llegar a la altura necesaria bajó la mirada observando como KangIn arrojaba a SiWon contra el consejo estudiantil como si fuera cualquier cosa, no por nada era campeón escolar de Judo. Tragó saliva y justo en el momento en que RyeoWook ayudaba a su superior a levantarse DongHae se soltó cayendo encima de EunHyuk. —¿De dónde saliste? ¡Quítate de encima!— Ordenó el joven con la mejilla presionada contra el suelo y un brazo aplastado bajo el peso de ambos. Una vez estuvo de pie, el menor de la pareja tomó al otro por los hombros sacudiendolo suavemente —¡HeeChul! ¿Dónde está?—, el aprendiz de artes marciales observó al más joven por un segundo y posteriormente señaló un lugar a su derecha —Allá, en el mismo lugar donde SiWon lo aventó hace rato—. El bailarín no respondió ni agradeció, sólo corrió en aquella dirección encontrando al mayor con la mirada perdida en el cielo y el cuerpo tranquilamente recostado sobre el pasto con ambas manos sobre el abdomen, descansando como si no hubieran dos hombres matándose frente a él. —HeeChul...— Susurró antes de arrodillarse a su lado sin entender porque su amigo estaba en tal estado de calma si obviamente odiaba a los dos idiotas en medio del círculo, —¿Qué estás haciendo?...— Cuestionó con el mismo tono, —Esperar— Respondió el omega con una voz muy tranquila sin voltear a verlo, —¿Esperar?... No entiendo, ¿No estás nervioso? ¿Algo? Estos dos están decidiendo tu vida ¿No piensas hacer nada?— Realmente no comprendía porque su líder sólo estaba ahí tumbado sin reaccionar. —No—, Volvió a responder con una sola palabra. La indiferencia en cada respuesta comenzó a ser molesta, por tanto DongHae decidió enfrentarlo —HeeChul, no es momento para que te pongas diva, ¡Contéstame!—. El mayor suspiró con cansancio, apoyó ambas manos en el suelo y lentamente adoptó una nueva posición sentado con las piernas estiradas, al final solo cargó su peso en ambas palmas para arrastrar la parte inferior de su cuerpo hacia atrás y quedar a la misma altura de dónde estaba arrodillado su dongsaeng —Ya contesté. Soy un Omega ¿Tú qué crees que voy a poder hacer aquí?. Mi opinión no vale para nadie, ni siquiera para mí mismo, créeme, he intentado meterme a la pelea 5 veces  para que uno de estos dos imbéciles me mate por error, pero no funciona, mis piernas no reaccionan, mi cuerpo es propiedad de ellos y obviamente no van a  permitir que su trofeo sea abollado... Así que sólo decidí quedarme aquí a descansar y disfrutar mis últimos minutos de libertad… Por cierto, gracias por venir, me alegra poder verte por última vez— Al término de sus palabras el mayor tornó sus labios en una triste sonrisa dejando que una lágrima recorriera su fino rostro hasta caer por el borde de su mentón. Ganase quien ganase estaba seguro que jamás volvería a ver a nadie que su futuro propietario no admitiera, probablemente ni siquiera volvería a ver a su madre, de quién no tuvo oportunidad de despedirse formalmente, sus últimas palabras con ella fueron "Nos vemos en la tarde". 

Los ojos de DongHae se llenaron de lágrimas al entender todo, realmente nadie podía hacer nada, su amigo estaba condenado y él solo podía rogar al cielo que el vencedor no fuera tan cruel. Sin resistir, y a pesar de las estrictas reglas sobre no tocar a un Omega sin autorización del dueño, el Beta extendió sus brazos y apretó con fuerza a su líder en lo que sería el último abrazo que tendrían en sus vidas. Ambos estrecharon sus cuerpos con toda la fuerza que tenían, era como si DongHae intentara proteger en su pecho a HeeChul del resto del mundo. Todos los buenos momentos, los ensayos, los accidentes, las salidas a comer, los juegos e incluso las peleas por la irresponsabilidad del mayor habían terminado. Jamás tendría que volver a enojarse por una falta imprevista de su líder y eso era lo que más le dolía. —Chul… Te quiero mucho— Susurró al cerrar sus ojos y sentir como lentamente las tibias lágrimas comenzaron a caer hasta encontrar descanso en el hombro del saco del mayor. —Yo también, te quiero a ti y a esa bola de grasa— Bromeó con una triste risa sin soltar a su amigo y continuó, —Supongo que no pudo llegar aquí—, —No, yo caí por ese árbol, de hecho aplasté a EunHyuk, ¿Te imaginas si ShingDong me hubiera seguido? Habría matado a ese panda que siempre anda con los de judo— Ambos rieron, sin soltarse ni dejar de llorar. Era su último día juntos, al menos querían terminar todo y recordarse mutuamente con una sonrisa. 

Minutos después la escuela entera fue envuelta por gritos de incredulidad, de desesperación y de festejo. A los pies de HeeChul cayó el cuerpo sin vida de uno de los contendientes. El Omega sintió un fuerte pinchazo en el corazón, algo que ya esperaba, sin embargo aprovechó para acurrucarse por última vez entre los brazos de su dongsaeng buscando refugio en él. Al ver el cuerpo en el suelo DongHae sintió una enorme presión en su pecho y un nudo en la garganta que le impidió decir cualquier cosa, no le interesaba la identidad del vencedor, el encuentro había terminado y con eso el tiempo para estar con su amigo. 

—Bueno, ya quedó decidido— Habló HeeChul después de unos segundos sin soltarlo todavía —Deseame suerte—. Lentamente se separó del menor sabiendo que sería lo mejor, con la sangre tan caliente el alfa vencedor terminaría hiriendo a DongHae si los llegaba a ver abrazados —Fue un honor y un placer haberte conocido, muchas gracias por apoyarme y por no contarle a todos cuando lloré por las mordidas. No creo que pueda ver a ShingDong, así que por favor repite eso para él. Nunca los voy a olvidar. Y cuando lleguen a ser bailarines famosos, tal como queríamos, denme crédito porque yo tuve la idea de formar el grupo y conseguí el turno en el salón de ensayos antes que las de ballet— HeeChul rió por última vez, dió una palmada en el hombro del menor y terminó —Adiós DongHae, tú eres el líder ahora, pon a dieta a ShingDong. ¡Fighting!. Estaré orgulloso de ustedes cuando los vea en televisión— Ya no pudo decir más, en ese momento fue tomado por el brazo, obligado a levantarse y arrastrado contra sus deseos hacia su nueva vida. Aún así volteó un instante para despedirse de su amigo con un suave movimiento de su mano al aire. DongHae tragó saliva logrando abrir un poco su garganta. Se puso de pie y respondió con el mismo gesto de despedida sintiendo como perdía parte de su mundo a manos de un imbécil que había arrebatado todo por lo que el Omega había trabajado —Adiós, HeeChul. Triunfaremos en tu nombre—. 

MI JUGUETE (KangSiChul)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora