FINAL 2

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—¿Cómo se llama?—

—Kim HeeChul—

—¿De nuevo? Este muchacho... ¿Cuántas veces ha venido en lo que llevamos del año?—

—Aproximadamente cinco veces—

—Será mejor darle una membresía de cliente frecuente, ¿No le parece?—

Después del breve diálogo y la broma final ambos miembros del personal médico entraron a la habitación color blanco de forma silenciosa para no molestar a los que descansaban en ella. Dentro habían tres camas perfectamente alineadas y divididas con cortinas para dar una ligera sensación de privacidad, aunque solo dos estaban ocupadas: En la primera un hombre con fracturas en costillas y tobillos por un accidente automovilístico, en la segunda nadie, en la tercera un Omega notoriamente joven con múltiples lesiones, la mayoría producidas por el mismo objeto, las manos de alguien más.

—Buenos días señor Kim, veamos que tenemos…— El médico abrió el folder que llevaba bajo el brazo con varias hojas en su interior comenzando a leer en voz alta cada uno de los motivos por los que el paciente había terminado internado por quinta vez en 6 meses, —Fractura de órbita derecha, fractura de nariz ¿No se la acomodé hace apenas dos meses?— Cuestionó con tono de molestia antes de continuar —Luxación de hombro izquierdo, fractura en dos costillas izquierdas, mutilación por mordida en el Helix de la oreja izquierda, esa es nueva, una equimosis en abdomen y varias en la parte interna de los muslos, además que perdió dos kilogramos desde la última vez que nos vimos. Dígame ¿Qué sucedió?—, HeeChul guardó silencio ante la pregunta manteniendo su mirada en el techo que ya estaba tan acostumbrado a ver por sus frecuentes visitas al hospital, jamás en su vida habría deseado pasar más tiempo en la sala de emergencias que en el salón de belleza, de hecho tenía fervientemente prohibido visitar este último. "Ya tienes dueño, no tienes necesidad de verte bonito", "A mí me encanta como eres al natural", "Me canso trabajando para que tú vayas y lo gastes en esas tonterías", "¿Por qué te importa tanto tu imagen? ¿Quieres impresionar a alguien o qué?", "¿Acaso lo que tienes no te parece suficiente?", eran las reprimendas que recibía al demostrar el más mínimo interés en maquillaje, ropa o tratamientos de belleza, las 3 cosas que más amaba y había sido obligado a renunciar en su totalidad, además de su deseo desde niño de ser bailarín profesional.

—Bueno, seguro se cayó, a varios les pasa lo mismo—. Muchos de los pacientes eran omegas golpeados por desobedecer órdenes de sus dueños, cosa que era completamente normal para todos e incluso aceptada. —Eso no es verdad, usted sabe quién es el culpable de que yo termine aquí cada mes— Se defendió el joven con notoria furia y tristeza en su voz quebrada. —El único culpable es usted señor Kim, ¿Qué tan difícil es obedecer lo que le piden? Incluso ahora ni siquiera se esfuerza por esconder lo ocurrido, debería aprender de los demás que al menos inventan accidentes para explicar sus lesiones—. Refutó el médico con una voz tan calmada que asustaba por la gran indiferencia al dolor físico y emocional del joven yaciente en la cama.


No llevaba una cuenta exacta de tiempo, sin embargo cada día a lado del Alfa vencedor era tan horrible como lo imaginó. Él ponía gran esfuerzo en prolongar los breves lapsos de tranquilidad entre ambos, intentaba obedecer a cada orden como era debido, sonreír y ser lindo aunque no sintiera el deseo de hacerlo, pero la depresión, el pesar y la propia debilidad de su cuerpo hacían todo muy difícil, estaba incompleto, a veces ni siquiera le apetecía comer en todo el día, pero el sobreviviente de la batalla no parecía entenderlo e incluso podía llegar a reprenderlo de forma violenta si mostraba cualquier signo de infelicidad o tristeza. Además que ni siquiera podía defenderse cuando esto sucedía ya que su cuerpo no respondía a las órdenes de su mente para devolver un golpe o al menos anteponer las manos, siempre recibía todo y su dueño cada día controlaba menos la fuerza con que lo castigaba. Tristemente los momentos que más anhelaba eran cuando se desmayaba de dolor, pues por unos minutos no sentía, no pensaba y no existía. 

Sus ganas de mantener una conversación eran nulas, algunas veces llegó a olvidar el timbre de su propia voz por los largos días de soledad y silencio, su dueño muchas veces lo dejaba solo por lapsos de tiempo prolongados para irse de juerga a beber, aquello no hacía más que agravar su depresión, jamás pensó en decir algo así pero prefería ser golpeado a quedarse solo. Ni que decir de su risa, llevaba aproximadamente un año sin escuchar su característico ronquido, mucho menos sus escandalosas carcajadas en compañía de DongHae y ShinDong, otros dos que ya no podía ver desde que había sido dado de baja de la escuela por orden del Alfa y obligado a permanecer encerrado en casa. 

—HeeChul— Exclamó con notoria preocupación el hombre que había entrado a la habitación llevando un ramo de rosas azules en la mano —HeeChul lo siento mucho, perdóname, perdí los estribos otra vez, por favor no te mueras, no me dejes solo—. El Omega suspiró aún con la mirada clavada en el techo, no necesitaba voltear, sabía bien quién estaba hablando —No voy a morir, solo son fracturas, además, para mi desgracia no me golpeaste con fuerza suficiente para perforarme el pulmón con mis propias costillas—, —¿A qué te refieres con "Para mi desgracia"? ¡Eh! ¿Acaso no te sientes feliz conmigo?, Te salvé de ese idiota pedante y así me lo agradeces ¿Quieres morir?— HeeChul no alcanzó a responder cuando sintió una cachetada en el rostro obligándolo a voltear la cabeza a un lado, ya ni siquiera oponía resistencia, había aprendido que los golpes eran menos dañinos si solo se dejaba llevar por la energía en ellos. —Lo siento… En cuanto me sane nos podemos ir, será un rato solamente, ya sabes que me recupero rápido—, explicó con la misma voz apagada y sin vida de siempre. Una vez más el alfa se sintió culpable de lo sucedido y en riesgo a perderlo, así que se arrodilló junto a la cama tomando la mano del mayor entre las propias para rogar su perdón, como ya se había hecho costumbre, —Perdón. No volverá a suceder, sé que te lo he dicho antes pero ahora sí no lo volveré a hacer, te lo juro—, Dijo el más joven antes de dejar un beso en el dorso de aquella mano dando un breve chispazo de tranquilidad al adolorido cuerpo y corazón del Omega, —Ya te he pedido que no jures. No importa, sabes que hagas lo que hagas jamás te voy a abandonar—, aquello podría haber sonado como una linda promesa de amor, sin embargo era una triste condición que el ex-bailarín había asimilado: Estaba atrapado de por vida junto a quien hacía tanto daño a su cuerpo.

Pasaron las horas y finalmente la noche bañó por completo la ciudad. El Alfa yacía profundamente dormido, sentado en el sillón para visitas con los brazos cruzados sobre el pecho. HeeChul aún no lograba conciliar el sueño, algo tan natural se había vuelto sumamente difícil desde el día en que olvidó sus pastillas contra el celo hace más de un año. El reloj siguió avanzando, poco a poco le era más difícil mantener los ojos abiertos así que decidió intentar dormir una vez más. 

En cuanto sus párpados fueron cerrados el Omega volvió a ver, como cada noche, el momento en que el Jefe del cuerpo estudiantil cayó al suelo con los ojos abiertos, la cabeza en una posición completamente antinatural y las cervicales claramente rotas, no era médico pero el fuerte crujido fue suficiente evidencia para concluir la causa de su muerte. Escuchó la chillante voz de RyeoWook gritar "¡SiWon!" Y volvió a ver cómo todos los miembros del consejo corrieron a socorrer al cuerpo sin vida del Alfa más temido en la escuela.

Con pesadez, HeeChul abrió los ojos una vez más para contemplar el cielo estrellado a través de la ventana antes de murmurar, como cada noche, el mayor deseo de su corazón: —Desearía haber sido yo—.

MI JUGUETE (KangSiChul)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora