Capitulo 1

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-Que nadie se mueva! Tengo un dragón y no dudaré en usarlo.

-burro

8 años después

–Es un chiste, ¿No? –le digo exasperada pateando una piedra.

–Te lo voy a decir por última vez Amancay- dijo cerrando los ojos frustrada- Que opines que Star Wars es mejor que Avengers es un problema tuyo. Sos vos la que se niega a verlas todas. No opines si no sabes, querida- Catalina parecía enojada y eso me causaba más gracia. Porque siempre que lo hacía, terminaba despeinada de tanto mover la cabeza de un lado para el otro.

–Si fuera vos, me miró un par de clásicos, porque te falta experiencia que.ri.da.  –le digo usando el mismo tonito que ella, lo que la sacó más de quicio.

Se dio la vuelta enredando más su pelo rubio para mirarme de frente.

–Un día te vas a arrepentir de tus palabras- y se da la vuelta y ni me gaste en seguir caminando sabiendo que volvería de nuevo a mirarme- aparte que te haces la cineasta si te gusta ver películas como Cry baby.

Eche mi cabeza para atrás y solté una carcajada.

–Bueno mi Reina. ¿Qué tal si hacemos tregua y te invito una chocolatada de almendras?- le dije moviendo las cejas  de arriba hacia abajo.

Me miró y relajo la mirada sabiendo que se trataba de comida.

–Tan humilde de invitarme cosas que están en mi propia casa- dijo sarcásticamente dándome un empujón.

–Siempre es un gusto invitarte- dije con una reverencia, acto que invito por si solo un tacle y una huida muy valiente de mi amiga, que porsupuesto, salió corriendo –sos una traidora– Le gritó –me vas a tener que convidar también tus galletitas de chocolate.

Empecé a buscarla por el bosque, mire tras los árboles y escuchaba la risa de mi amiga resonar por el bosque bañado en colores otoñales.

Por suerte siempre llevaba mis botas negras, pero mis medias violetas bajo la falda suelta no fueron buena idea para afrontar el frío.

–Dónde estas caramelito?- empecé a hacer ruidos de roedor para fingir que la llamaba.

Ya me estaba cansando por el frío y el largo día en la escuela, donde por cierto, solo vimos ecuaciones. Mi cabeza en este momento solo quiere olvidar esa mala experiencia, ahogando mis penas en un delicioso vaso de chocolate caliente.

–Vamos Catalina, me estoy cansando y quiero irme, te prometo que te dejo una barrita de choco...

De repente escuché unos ruidos de hojas secas a mi derecha.

–Bueeeno, me voy para tu casa- dije de manera extensa mientras fingía irme, pero me dirija hacia el tronco dónde la escuché - y voy a tomar chocolate sin vos y rayar tus pelis de Avengers para escribir "la rebelión ha ganado perra".

Me acerque, pero escuche otras pisadas detrás de mí y me di la vuelta. Eran demasiado rápidas para ser de mi amiga.

–No es un chiste. Te voy a comer el almacén y tu mamá no va a estar contenta.

Los cuentos nunca duermenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora