Capitulo 2

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salve, fantasma otis

Salve, húnico y orijinal Espetro,
Cuidado con las imitaciones,
Los demás son falzos....

El fantasma de canterville - Oscar Wilde

     Me despertó un ronroneo en mi oreja, seguido de un rasguño y una maldición. Abri los ojos y vi a Magnus lamiéndose las patas, observándome con una mirada de autosuficiencia a través de sus bigotes negros.

- Siempre es un placer despertar a tu lado mi diablillo.

Desenredo las sabanas de mis piernas y el toque del frío suelo  provoco que me arrepienta enseguida de haber salido de la cama. A medida que me estiraba, observé a Magnus saltar de la cama, moverse orgullosamente con la cola tambaleándose hasta fuera de la habitación. Sonriendo ente la escena vuelvo a la realidad escuchando ya los ruidos de mi mama preparando el desayuno. Mire las odiosas pantuflas observándome a un metro de distancia. Una batalla difícil de afrontar, un largo y doloroso recorrido por los pisos glaciares hasta mis pantuflas de patitos.

- ¡Amancay!- grita mi mamá desde la cocina- ¡A despertarse!. Que Magnus se come tus cereales.

Eso me termino de desperezar y quitar mi tensión con la pantufla. Abrí mi mueble y me observe en el espejo que tengo en la puerta. Como siempre, mis ojos grises con manchas verdes tenían cierto rojizo en el iris, los cuales extrañamente me encantan. luego mi pelo castaño claro que llegaba hasta unos centímetros bajo lod hombros, ahora estaba aplastado y los rulos estaban en cualquier lado. Me peine como pude (como quise) y me puse unos pantalones negros con una remera manga larga de rayas  bajo un pulóver naranja, me mire al espejo rápido y me encamine por las escaleras a la cocina.

Mi casa podría parecer pequeña, pero el estilo rústico es lo que le da magia. La entrada tiene un corto pasillo donde se encontraba las habitaciones a la derecha, primero la de mi mama, luego la de mi tío, a la izquierda una puerta de roble daba a la cocina, y al final del pasillo se encontraba un gran living con su chimenea y libros tirados por todas partes. Mi habitación estaba en un pequeño y único cuarto arriba de las escaleras, que tenía el fin de ser un lugar para guardar cosas viejas, pero siempre me entusiasmo el hecho de vivir en algún ático o lugar pequeño donde podría ver por una pequeña ventana.

Abrí la puerta de la cocina y encontré a mi mamá de espaldas preparándose un café tarareando un tema que pasaban por la radio. Cuando se dio cuenta de mi presencia se dio la vuelta y alcance a ver el gris en sus ojos mientras se cerraban a causa de una linda sonrisa

- Buenos días, veo que hoy no te caíste por las escaleras- me dijo con una sonrisita burlona que la hacía parecer más a una chica de mi edad a que una mujer 40 años.

- Sabes perfectamente que eso no hubiera pasado si no fuera porque alguien- y mire fijo a Magnus que claramente estaba sobre mi tazón de cereales y solo se dignó a mirarme por el rabillo del ojo- no dejara cosas tiradas en la escalera.

- Ay pero como le echas la culpa al lindo Magnus- dice mi mama acariciándole la cabeza y hablándole como bebe- el solo junta las cosas tiradas por la casa que deja Cuy-cuy no?

- Eso es mentira! Lo hace a propósito y las cosas que dejo tiradas son solo las que le lanzo para que deje de molestarme- maldito gato, ahora está ronroneando en la mano de mi mama haciéndose la víctima- ya te voy a pillar con las manos en la masa- le susurre.

Agarre una tasa de la mesada y la llene de café, agarre unas tostadas, les unté mermelada y yo seguí fulminando al animal que seguía con la cabeza metida en el tazón. Yo sabía perfectamente que no era casualidad que siempre que algo andaba mal estaba este felino entrometido en el medio, como muchas de mis pinturas arruinadas por manchas encima de los dibujos, es como si alguien las arruinara a propósito.

Los cuentos nunca duermenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora