Capitulo 5

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«Estamos en la casa caster»

Apenas pude distinguir el mensaje de cata sin que se me moje el celular por la lluvia. Cinco minutos después de salir de mi casa se largó a llover y lo único que no permitía que me empape entera era la capucha de mi campera.

Corrí por las calles mojadas hasta que empecé a cruzar el bosque norte corriendo en busca del techo de los árboles que se cerraban como arcos a medida que me adentraba en el. Mis botas ya estaban casi totalmente embarradas y llenas de hojas para cuando distinguí a la distancia la enorme estructura que llamábamos "casa caster". Me dio un escalofrió de tan solo verla y eso me hizo parar en seco dejando las gotas correr por mi rostro viendo mi mayor miedo frente a mis ojos.

La casa todavía mantenía manchas de hollín como antecedentes del incendio de hace 10 años. El techo se mostraba medio caído y los pilares derechos de la casa donde antes se encontraba la cocina, estaban desnudos. Allí arranco el incendio. Casi podía ver el fuego como aquel día junto a mi Tio, sentir esa desesperación del fuego alrededor y dentro de uno, ahogando, quemando y destruyendo todo a su paso. La piel se me puso de gallina y empecé a caminar despacio.

La culpa me comía por dentro, y no sabía porque. Siempre pensé que podría haber hecho algo al respecto. A veces cuando veo las noticias, o cuando veo algún incidente en la televisión pienso: podría haberlo detenido, cualquier persona de hecho podría haberlo hecho. Pero son cosas que depara el destino y que uno no puede manejar. Pero de algúna forma yo me sentía que si. Que algo podría haber dicho o hecho. De haber sido así, quizás la familia se hubiese salvado. Pero, ¿quién le creería a una niña de 7 años que se para en frente de tu casa y te dice "en 4 días ustedes morirán prendidos fuego mientras duermen"? no creo que sea algo creíble.

Mis pies se enredaron sin querer y casi caigo de no ser por el árbol que tenía a mi lado. Me aferre a él y empecé a respirar con dificultad. Sentía muchas cosas dentro y un sollozo salió de mis labios, era difícil, era muy arduo el trabajo de mantener todo dentro cuando se desborda. Me quede unos segundos con los ojos cerrados y respirando el húmedo aire escuchando solamente el ruido de la lluvia y del bosque. Abrí los ojos y note como una hoja verde se posaba en mi bota derecha, me agache y la sostuve entre mis dedos. Con mi corazón acelerado la aprieto contra mi pecho y arranco a caminar, me detengo cuando escuche unos murmullos. Muy parecidos a los de aquella vez, cuando buscaba a Catalina en el bosque.

- Psss- escuchaba sobre un árbol. Me giro asustada y no veo nada más que oscuridad, lo cual empeoraba todo ya que los sonidos venían de las copas de los arboles alrededor de mi.

- Psss-psss- los murmullos continuaban y unas pequeñas risas se ahogaban en el eco del largo bosque.

Muy asustada empecé a correr. Escuche muchos pasos detrás de mí, tan cerca que podrían estar pisando mis talones. Me armo de valor y corriendo giro la cabeza para observar. Pero solo me recibió una abrazadora oscuridad y hojas húmedas. Mis manos transpiraban y mi respiración agitada formaba nubes de humo a medida que me acercaba hasta la casa.

Mas risitas. La música de los autos se empezaba a escuchar y las voces de los chicos también. Casi me caigo mientras llegaba a la primera persona que me estaba dando las espaldas.

La chica morena se da la vuelta y me ve confundía mientras agitada les pedía ayuda.

- Hay....- me agache sosteniéndome de mis rodillas - hay alguien en el bosque, me siguieron.

Ella sostuvo mi mirada y abrió un poco los ojos.

- Oh estas bien? Dime que viste- dice preocupada.

- No vi nada, solo escuchaba pasos y...- estaba por terminas la frase de no ser por una interrupción.

- Si dejaras de inventar cuentos, la gente te creería- Sebastian rodeo con un brazo a la chica y ella parecia poco convencida de su respuesta.

Los cuentos nunca duermenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora