Capitulo 18

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SIRIUS

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Los tres caminaron con desánimo a la torre, sentándose en sus lugares habituales.

Dando un porrazo, la profesora Trelawney dejó un ejemplar del libro de texto sobre la mesa que había entre Harry, Venus y Ron, y se alejó con los labios fruncidos. Lanzó el siguiente ejemplar de El oráculo a Seamus y Dean, rozando la cabeza de Seamus, y el último libro se lo puso a Neville en el pecho con tanto ímpetu que éste se cayó del puf donde estaba sentado.

—¡Ya pueden empezar! —gritó la profesora Trelawney con una voz chillona y un tanto histérica—. ¡Ya saben lo que tienen que hacer! ¿O soy una profesora con un nivel de conocimientos tan bajo que ni siquiera les he enseñado a abrir un libro?

Venus la miro sorprendida.

—Me parece que ya ha recibido los resultados de su supervisión. —susurró Harry.

—Profesora... —dijo Parvati Patil con voz queda (Lavender y ella siempre habían admirado enormemente a la profesora Trelawney)—. Profesora, ¿le ocurre... algo?

—¡¿Si me ocurre algo?! —exclamó la profesora Trelawney con una voz cargada de emoción—. ¡No, claro que no! Me han insultado, desde luego... Han hecho insinuaciones contra mí... Han formulado acusaciones infundadas... Pero ¡no, no me ocurre nada! —Inspiró hondo con un estremecimiento y dejó de mirar a Parvati; las lágrimas resbalaban por debajo de sus gafas—. No me importa que no hayan tenido en cuenta mis dieciséis años de abnegado servicio... —prosiguió entrecortadamente—. Por lo visto, eso ha pasado desapercibido... Pero ¡no voy a permitir que me insulten, no, señor!

—Pero profesora, ¿Quién la ha insultado? —preguntó Parvati con timidez.

—¡Las autoridades! —contestó la profesora Trelawney con una voz grave, dramática y temblorosa—. Sí, aquellos que tienen los ojos tan cegados por las cosas vulgares que no pueden ver como yo veo, para saber como yo sé... Las videntes siempre han inspirado temor, desde luego; siempre han sido objeto de persecución... Ése es, lamentablemente, nuestro destino.

Venus sintió pena por la profesora Trelawney, tal vez no parecía que daba bien las clases y como decía Hermione era una farsa pero no es para que la traten así.

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Se habían dejado caer en la mesa de la sala común para terminar los deberes aunque aquello era difícil, pues había mucho ruido en la sala común, proveniente de los estudiantes que observaban a los gemelos probar sus dulces experimentales. Fue al rededor de las once de la noche cuando la sala quedó vacía y al fin podían concentrarse.

—Harry es sangre de salamandra, no jugo de granada— le corrigió Venus y Harry soltó un suspiro.

—Creo que dejare pociones al final— dijo y Venus negó.

—Luego se te va a olvidar— dijo y se puso detrás de el mientras tomaba una pluma y corregía su error, Harry sin pensarlo le dio un beso en la mejilla que luego fue bajando hasta su cuello, Venus no se podía concentrar con lo que estaba haciendo Harry y no quería que sus amigos lo vieran

—Aquí no— le susurro Venus y antes de que Harry contestara fue interrumpido.—¡Sirius!— Venus se acerco hacia el fuego rápidamente seguida de Harry

 —¡Hola! —saludó Sirius sonriente.

—Hola Sirius —saludó Venus con una sonrisa.

—Mi dulce caramelo— dijo haciendo sonreír a la chica, aunque su novio no estaba muy contento por el apodo.

Venus y la orden del fénix [5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora