Capitulo 28

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ARREGLOS

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La profesora Sprout salió apresuradamente de entre la multitud y agarró a la profesora Trelawney por el otro brazo. Juntas la guiaron hacia la escalera de mármol pasando por delante de la profesora Umbridge. El profesor Flitwick corrió tras ellas con la varita en ristre, gritó: «¡Baúl locomotor!», y el equipaje de la profesora Trelawney se elevó por los aires y la siguió escaleras arriba. El profesor Flitwick cerraba la comitiva. La profesora Umbridge no se había movido, y miraba de hito en hito a Dumbledore, que continuaba sonriendo con benevolencia.

-¿Y qué piensa hacer cuando yo nombre a un nuevo profesor de Adivinación que necesitará las habitaciones de la profesora Trelawney? -le preguntó la profesora Umbridge en un susurro que se oyó por todo el vestíbulo.

-¡Ah, eso no supone ningún problema! -contestó Dumbledore en tono agradable-. Verá, ya he encontrado a un nuevo profesor de Adivinación, y resulta que prefiere alojarse en la planta baja.

-¿Que ha encontrado...? -repitió la profesora Umbridge con voz chillona-. ¿Qué usted ha encontrado...? Permítame que le recuerde, profesor Dumbledore, que el Decreto de Enseñanza número veintidós...

-El Ministerio sólo tiene derecho a nombrar un candidato adecuado en el caso de que el director no consiga encontrar uno -la interrumpió Dumbledore-. Y me complace comunicarle que en esta ocasión lo he conseguido. ¿Me permite que se lo presente?

Entonces se dio la vuelta hacia las puertas, que seguían abiertas y dejaban pasar la neblina. Venus oyó ruido de cascos. Un murmullo de asombro recorrió el vestíbulo, y los que estaban más cerca de las puertas se apartaron rápidamente; algunos hasta tropezaron con las prisas por abrir camino al recién llegado. Venus lo reconoció.

Tenía el cabello rubio, casi blanco, y los ojos de un azul espectacular; eran la cabeza y el torso de un hombre unidos al cuerpo de un caballo claro con la crin y la cola blancas.

-Le presento a Firenze -le dijo Dumbledore alegremente a la perpleja profesora Umbridge-. Creo que lo encontrará adecuado.

Venus sonrió, siempre le habia gustado aprender todo sobre los centauros y como ven el cielo, aunque siempre supo que no era de fiarse tanto. Iba a amar adivinación ahora. 

Luego de aquel espectáculo Venus se iba a ir hasta las cocinas para comer algo ya que se estaba muriendo de hambre, pero escucha que alguien la llama y logro ver a Harry.

-Venus- dijo, la castaña intento apresurarse pero el logro alcanzarla y detenerla -Po..Podemos hablas sin que escapes o me ignores, quiero hablar contigo- dijo y Venus frunció el ceño, tal vez si, ella estaba escapando de el pero tenia sus razones.

-Bien-

-Okey- dijo y Venus logro notar como se ponía nervioso -Quiero hablarte sobre Cho-

-Acaso no tienes corazón, dices que te estoy ignorando y cuando te voy a dar unos minutos pero sales sobre ese Changa- dijo furiosa.

-¿Changa?- 

-Eso no importa, me voy- dijo decidida.

-A ella no la amo, solo amo a una persona y eres justamente tu- dijo provocando que Venus detuviera en seco, casi se cayo al escuchar eso. -El beso fue una equivocación-

-Claro que fue una equivocación- dijo con sarcasmo -Y ahora me dirás lo común, no quise besarla, no pude alejarme y bla bla bla, yo te vi Harry, no te alejaste, no lo detuviste, parecías que estabas feliz, obvio que ibas a estar feliz si estas enamorado de ella desde tercero- 

Venus y la orden del fénix [5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora