Capitulo 30

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TRAVESURA

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-¿Ah, sí? -dijo Fudge, agradecido y ignorando lo que acaba de decir la castaña- Que no me olvide de decírselo a Lucius. Bueno, Potter...De'Ath...Supongo que ya saben por qué están aquí.

-No -dijo Harry.

-¿Cómo dices? -preguntó Fudge.

-No -repitió Harry con firmeza.

-¿No sabes por qué están aquí?

-No, no lo sé -declaró Harry.

Fudge miró con incredulidad a la profesora Umbridge.

-De modo que no tienen ni idea de por qué la profesora Umbridge los ha traído a este despacho -prosiguió Fudge con una voz cargada de sarcasmo-. ¿No son conscientes de haber violado ninguna norma del colegio?

-No sabia que habia un decreto para los que intentan arreglar las cosas luego de una ruptura- dijo Venus.

-Entonces, ¿no sabes que hemos descubierto una organización estudiantil ilegal en este colegio? -continuó Fudge con una voz cargada de profunda ira.

-No, no lo sabía -aseguró Harry fingiendo inocencia y sorpresa; pero la expresión de su cara no resultaba muy convincente.

-Creo, señor ministro -intervino la profesora Umbridge con voz melosa-, que ahorraríamos tiempo si fuera a buscar a nuestra informadora.

Mierda.

-Sí, sí, claro -afirmó Fudge, y miró maliciosamente a Dumbledore mientras la bruja salía del despacho-. No hay nada como un buen testigo, ¿verdad, Dumbledore?

-Nada, Cornelius -dijo el director con gravedad, e inclinó la cabeza. Esperaron unos minutos, y durante ese tiempo nadie miró a nadie; entonces Venus oyó que la puerta se abría detrás de él. La profesora Umbridge entró en el despacho y pasó por su lado, sujetando por el hombro a la amiga de la Changa.

-No tengas miedo, querida, no pasa nada -le aseguró la profesora Umbridge con ternura, dándole unas palmaditas en la espalda-. Tranquila, tranquila. Has hecho lo que tenías que hacer. El ministro está muy contento contigo.

-Bien, bien. Muy bien. Cuéntanos.. ¿Qué ha pasado?

Cuando Marietta levantó la cabeza, tenía la cara completamente desfigurada por una apretada franja de pústulas moradas que le cubrían la nariz y las mejillas formando la palabra «CHIVATA».

Venus se tuvo que morder el labio con fuerza para no soltar una carcajada.

-Ahora no te preocupes por los granos, querida -dijo la profesora Umbridge con impaciencia-. Quítate la túnica de la boca y cuéntale al ministro... -Pero Marietta emitió otro amortiguado gemido y movió con energía la cabeza haciendo un gesto negativo-. Está bien, boba, ya se lo contaré yo -le espetó la profesora, quien volvió a dibujar su repugnante sonrisa y dijo-: Verá, señor ministro, la señorita Edgecombe ha venido a mi despacho esta noche, poco después de la cena, y me ha comunicado que tenía que contarme una cosa. Me ha dicho que si iba a una sala secreta que hay en el séptimo piso, conocida como la Sala de los Menesteres, descubriría algo que me convenía saber. Le he formulado unas cuantas preguntas y ella ha reconocido que allí iba a celebrarse una especie de reunión. Desgraciadamente, en ese preciso instante ha entrado en funcionamiento este maleficio -señaló con desdén la cara tapada de Marietta-, y al verse la cara en mi espejo, la niña se ha alterado tanto que no ha podido explicarme nada más.

Venus y la orden del fénix [5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora