"Le pedí al asistente un bolígrafo, abrí la edición de lujo y escribí: Zwischen immer und nie, por ti en silencio, en algún lugar de Italia, en la década de los ochenta. En los años venideros, si aún seguía en su poder la copia, deseaba que le doliese. Mejor aún, deseaba que algún día alguien, husmeando entre sus libros, abriese este volumen de Armancia y le preguntase: Dime, ¿quién estaba en silencio, en algún lugar de Italia, en la década de los ochenta? Y en ese instante quiero que sienta algo tan punzante como la pena y más terrible que el arrepentimiento, incluso algo de lastima por mí, porque aquella mañana en la librería eso era lo que yo había recibido, pues era todo lo que él me pudo ofrecer."