2. Entre llantos pausados

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Kiel se despertaba todas las noches y volvía a verla.

Ella se recostaba en su pecho, oliendo a rosas y perfume, ella reía y movía su cabello rubio, como el de un ángel frente a sus ojos.

Sus ojos tan luminosos como el de la luna más clara y brillante.

Hacía que vibrara su corazón en cálidas tardes de primavera, con sus manos alrededor de las suyas, bailando vals perdidos, brillando como la esplendorosa luna en el cielo y luego despareciendo sin dejar rastros.

Como la Luna nueva.

Dolía cuando hacía eso.

Kiel lloraba en las noches, sin consuelo y despertaba sin recordar por qué lloró. Sólo recordaba ojos azul diamante, como los ojos de su querida hermana, se carcomía la consciencia pensando por qué aquellos ojos que le causaban tanto dolor se parecían a los de Jennette. 

Entonces... ¿era ella a quién amaba?

Y así transcurrió su vida.

Cada noche, en un ciclo sin fin.

Como el Sol y la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora