9. Nunca es suficiente amor

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Empezaron a amarse de nuevo a escondidas.

Con la excusa de cuidar de su hermana recién alumbrada, Athanasia le pidió a su esposo dejarla un par de meses más en Obelia.

El complaciente Cabel no sospechó y la dejó ser.

No hubo culpa en el corazón de Athanasia.

Mientras Jennette se entretenía con su nuevo hijo, Athanasia e Ijekiel se veían en los rincones. Cuidadosos, buscando no ser sospechosos.

Athanasia fingía dolores de cabeza.

Ijekiel nuevos y complicados estudios que consultar por horas en la biblioteca.

Entonces todo volvió a ser como antes.

Los "Te amo" susurrados a los oídos.

Las campanillas de invierno en el invernadero.

Las promesas bajo las sabanas prestadas.

Y las caricias robadas entre tiempos que nadie contaba.

Cuando Dios parpadeaba, ellos se robaban besos.

Como el Sol y la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora