3. Las estrellas se alzan

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Jennette se presentó a los catorce años, en primavera. Su ligero cuerpo danzado y sus ojos nerviosos color azul diamante mirando directo a los ojos del Emperador fueron una estela que pasó por la corte como una estrella en llamas.

Una estrella fugaz, una estrella caída del firmamento para ser amada por todos.

Fue ella una princesa digna de un imperio prospero que se levantó ese día para ser alaba y apreciada, sonriendo y bailando como un hada.

Hermosa y encantadora, atrapó cada corazón en el baile y lo guardó para sí.

Athanasia no se fijo en el joven caballero que danzó con ella esa noche.

Kiel no miró atrás, en donde una princesa perdida miraba las últimas esperanzas de ganar el amor de un padre indiferente, derrumbarse ante sus pies.

Ninguno miró de vuelta a los ojos que atiborraban con dolor y anhelo sus sueños.

Como el Sol y la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora