Athanasia se preguntó un día si realmente existía Dios, cuando recordó una vez más.
Sola y triste en el palacio Rubí, sabría poco de lo que vendría pero sabía quién le esperaba.
Él.
Su Sol.
Cuanto daría por amarlo sin sufrir.
Daría su sangre, daría la vida de la hija que tuvo y que ya no tendría, daría sus mil vidas, su luz y su alma.
Todo.
Cada pedazo de su piel.
Entonces decidió, ¿por qué amarlo? ¿Por qué realmente amar a su caballero dorado si eso no le traería a ambos más que dolor?
De nuevo, a los catorce, bajo un roble en primavera, Athanasia e Ijekiel se conocieron.
Los ojos de Kiel brillaron.
Pero los de Athy no.
¿Ya para qué? ¿Para qué amar? ¿Qué caso había?
De alguna forma, ella miró hacia su padre y se preguntó "¿Si lo satisfago a él? ¿Seré feliz?"
Ella debió saber desde un principio que no era así, que el corazón de Claude estaría abierto siempre, única y exclusivamente para Jennette.
Ijekiel le persiguió, le preguntó incansablemente si recordaba, suplicó en sus pies por su amor, pero Athanasia no devolvió tal anheló.
Ya había visto al hombre que amaba morir mil veces y había bastado ver a su hija morir una sola vez para ya no querer hacerlo más.
Rompería con esa maldición, finalmente.
Pero no fue así... ¿Por qué no fue así? Ah, claro.
Lady Rosalía, temiéndole a aquella Athanasia que buscaba incansablemente el cariño de su padre, envenenó a la inocente Jennette y la inculpó.
¿Así eran las cosas? ¿Es así como siempre tenía que ocurrir?
Ijekiel gritó una y otra vez por su inocencia.
—¡No es ella, Su Majestad! ¡No ha sido ella!—él suplicó ante Claude, pero él, como siempre. No tuvo más que palabras frías para un amante lleno de dolor.
—Igual morirá.
En la horca, a punto de morir, Athanasia pidió un deseo.
"Si hay una siguiente vez, yo no quiero recordar"
Y cayó.
Kiel también murió ese día, por culpa de un veneno que el mismo pusiera en su copa. Esperando, anhelando, volver a nacer para volver a encontrarla, y robar esos preciosos momentos de vida y amor junto a ella.
Una vez más.
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Como el Sol y la Luna
FanfictionDesde el primer día en que la princesa Athanasia ve a los ojos a Kiel, desde el primer momento en que su figura se ve reflejada en pupilas doradas llenas de anhelo y su corazón late a causa de ello. Desde ese momento... Athanasia mira una infinidad...