🥀ꦿ ۫։ຼ ❝Hanahaki Disease❞ Rickorty

⨟༘🌻𖡄 ❝Don't fall in love❞

Del amable sol que afuera estaba iluminando se podían decir bastantes cosas. El cielo estaba despejado y algunos niños en el parque corrían con sus cometas al aire, jugando a ver quién la elevaba más alto. A uno se le rompió el hilo, los demás se reían de su desgracia.
Mientras esa alegría rondaba, Rick se hallaba metido en el oscuro sótano, trabajando en una fórmula que lo ayudaría con su falsa conquista.

Recolectó los ingredientes en la mañana. Fue a un mercado extraño en otro planeta, y aprovechó a robar unas cosas que más adelante le servirían. ¡Claro que no pagó! Se salió con la suya, sonriendo con triunfo y sacándole el dedo de en medio a los que lo persiguieron hasta que se lanzó a una profunda grieta, en la que su nave estaba oculta.

Morty ya estaba por llegar de la escuela, debía darse prisa y acabar su nueva version de "la poción del amor". En realidad, era algo para aumentar las emociones de un individuo, elevándolas a extremos preocupantes. Afectaría a Morty.
Estaba seguro de que manejaría bien la situación, sólo tendría que ponérsela encima y fingir estar borracho para acercarse a su nieto sin sospechas. Caería a sus pies, acabando con la enfermedad.

No había quién le borrara el orgullo de su intelecto. Estaba siendo estúpido y demasiado confiado. Debía ser amor sincero lo que lo libre del Hanahaki. ¡Qué ignorancia!

Siguió sin escupir flores desde el desayuno, pero seguía pensando de que su familia no habría olvidado lo que sucedió. En especial el castaño, conociéndolo, quizás se esté preguntando por qué eso ha pasado. Le retumbó el pecho cuando dejó ir su mente por él. Sonrió mientras continuaba midiendo las cantidades que pondría en un frasco.

Pensó en su pequeño, añorando su presencia. Lo extrañó cuando salió. Le gustaba oír sus palabras curiosas o asombradas cuando volaban. También esa actitud retadora que le hacía sentir intriga por la capacidad oculta del menor. Fingía que le daba igual, pero en el fondo estaba feliz de la ideología que empezaba a plantar en él. Ya estaba dejando su inocencia detrás.

Su desobediencia por las autoridades, su rebeldía, su valor, su humor... Todo eso le fascinaba a Rick.

Sentía ganas de chillar cuando ponía esa mirada. Esa que le perforaba el corazón y el cerebro al mismo tiempo, borrando su inteligencia por un momento. Se dejó llevar por sus sentimientos muchas veces.

Oh no...

Se agarró del estómago y tapó su boca. Quería vomitar.

—¡Mi-mierda! —gruñó en voz alta, tragándose el dolor.

Se arrodilló en el suelo, impresionado de sí mismo por todos esos pensamientos tan asquerosamente tiernos. Ya empezaba a aceptar su amor, ¡no quería hacerlo! Por eso tenía tanta prisa por deshacerse de la enfermedad más rara que su cuerpo haya afrontado. Tampoco quería morir. Y tampoco quería arruinar las cosas con el castaño y su familia.

Estaba empezando a odiarse por haberse enamorado de Morty Smith.

...

El timbre sonó y despertó del sueño que había tenido. Se durmió el plena clase, pero nadie se dio cuenta por suerte.

Bostezó mientras todos los demás salían del salón. Hasta Jessica se fue, la buscó con la mirada y no la vio. Se apenó.

Pero al levantarse del banco, sintió un raro cosquilleo rozando con su tobillo, como si algo suave estuviera debajo de su asiento.

Se quedó solo para cuando decidió agacharse y ver qué había ahí.

—¿Qué? —Habían flores. Una pequeña montaña de ellas.

Agarró una, dándose cuenta de que eran girasoles. Algunos incompletos, sin sus pétalos, y otros enteros, listos para armar una decoración casera.

Morty se extrañó. ¿Por qué estaban ahí?

Pensó en tomarlos y tirarlos, pero no podía, eran muy bonitos. Entonces los recogió todos y los metió en su mochila con cuidado, para que no se aplastaran.