7. Fingiendo.

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Narrador omnisciente.

Dos almas se funcionaron, se volvieron uno, en una noche de tormenta. Pero que sin duda fue la mejor de todas para aquellas dos personas que se aman con locura.

Quien iba a decir que Emilio le quitó la virginidad a su hermano y lo hizo suyo a si como también fue de el, que el fue su primera vez en una noche, tocando a ese pequeño con sus manos por todas partes, besándolo y acariciando todo su cuerpo delicadamente, chupando su piel y disfrutando de el.

Una noche llena de nuevas sensaciones y pasión que el pequeño descubrió, pero que ambos disfrutaron. El pequeño sintiendo como no podia más, los besos que tanto disfrutaba, las sensaciones que lo embargaban, sintiendo como era llenado por su hermano y oyendo los extraños sonidos de su boquita salir. Simplemente no lo podía creer pero era real todo lo que pasó y sintió fue real.

Por eso al despertar primero, estar en los brazos de su hermano y recordar todo lo que pasó ayer en la noche no pudo evitar sonrojarse hasta más no poder y pellizcar una de sus mejillas para comprobar que no fue solo un sueño.

Suspiro de alivio al saber que no fue así y contempló la imagen que tenía frente a el. Un Emilio profundamente dormido, dando leves respiraciones calmadas, sus rizos despeinados cubriendo sus ojos.

No pudo evitar sonreír, llevo su mano hasta la mejilla del otro y la acaricio suavemente y acomodo los rizos detrás de su oreja. Le encanta ver a su hermano dormir.

—¿Cuánto tiempo llevas viéndome?– habló de repente su hermano con voz adormilada dando así un pequeño brinco de susto al escucharlo.

—Pense que dormias– confeso el castaño sonriendo.

—Lo hacia pero un bebé precioso me estaba mirando– eso le saco una pequeña risita traviesa al castaño.

El rizado no espero que continuara porque lo beso, el le siguió el beso pero en seguida se separó ganándose un gruñido por parte del rizado y riéndose por su actitud.

—Buenos días de todos modos– saludo el castaño con una preciosa sonrisa.

—Buenos días bebe– devolvió el saludo al igual que una sonrisa.

—Pues que crees tenemos que prepararnos para ir a la escuela, así que me tengo que ir a mi cuarto.– dijo el castaño para luego pararse de la cama rejuntar su ropa e irse pero entonces unos brazos en su cintura lo detuvieron.

—No...no te vayas bebé, no hay que ir ¿No estás cansado?– pregunto el de rizos.

—Si Emil estoy cansado, me duele mi cuerpo un poco pero debemos ir– contesto el castaño.

—Hay que quedarnos acostados entonces y yo te cuido– pidió.

—No Emi te conozco y se que me tendrás en la cama todo el tiempo si no nos levantamos ya, además que Mary nuestra nana vendrá por nosotros si no bajamos ¿Acaso quieres que nos vea así?– nego con la cabeza el rizado – Entonces hay que empezar a prepararnos, seguro Mary ya esté preparando el desayuno así que ya suéltame– concluyó el castaño a lo que el rizado gruño y lo apretó más, el contrario se volteo y con los ojos más suplicantes que tenía dijo—por favor.

—ash, no puedo con esa carita– le dió un beso y lo soltó y así se empezaron a preparar.

[...]

—Buenos días nana– saludaron al unísono volteandose a ver y sonriendo.

—Buenos días hijos— saludo la señora mayor con una sonrisa en su rostro y acomodando el desayuno en la gran mesa— ¿Cómo amanecieron?– pregunto la señora poniendo nervioso al rizado.

Amor entre hermanos (Emiliaco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora