Aún no sé por qué escribo todo esto. Creo que tengo la ligera esperanza de que algún día por error él encuentre este cuaderno, lo lea y sepa todo lo que realmente ha sucedido todos estos años, lo que es él para mí, y el dolor profundo que me acompaña todos los días por cómo se derrumbaron las cosas entre los dos, por una tontería mal pensada, por lucirme ante gente que me importa un carajo, por ser tan inmadura, por hablar sin medirme.
¡Sí! Será por error que algún día él vea esto, porque, por mí, ¡jamás! Sería demasiado vergonzoso, más vergonzoso que todo lo que me ha pasado con él, como aquella caída de la bicicleta en el parque.
El corazón me palpitaba intensamente, las piernas me temblaban y mis manos transpiraban.
--Contaré hasta tres-me gritó varias veces.
Tiró el pote de chocolate del que estaba comiendo y dijo: "Una, dos y... ¡Tres!".
No lo podía creer: ¡yo estaba andando en dos ruedas! Aunque él ya iba adelantado, a años luz de mí, yo estaba andando por primera vez sin rueditas en la bicicleta.
No sabía bien cómo hacerlo y la bicicleta había tomado demasiada velocidad pues empezaba a ir en bajada. De pronto, vi la curva que venía más adelante y, justo ahí, quedé inmóvil, esperando estrellarme contra el árbol que estaba frente a mí. Me pareció más fácil eso que intentar girar.Vi todo negro. Estaba aturdida, sentía un dolor muy intenso en la mandíbula, el mareo apenas me dejaba ver y el dedo meñique de una mano me dolía demasiado, con un dolor muy intenso que jamás había sentido. Quería llorar, pero no quería que Sebastián me viera, porque ya venía corriendo hacia mí.
- ¿Qué te pasó?
- Me tropecé con algo- mentí.
- ¿Te duele?
Y ahí, tras escuchar esas palabras, me salieron las lágrimas.Con sus manos sucias, me las limpió. "No llores" repitió cuatro veces y se fue corriendo sin que yo supiera dónde. Pensé que iba a buscar a mis padres, pero volvió con su pote de chocolate.
- ¡El chocolate cura los dolores! ¡Come!
Puso en mi boca un poco de chocolate. Por un momento creí en lo que me decía, después me pareció muy tonto, pero él me seguía dando más.Tenía la boca llena de sangre y el chocolate sabía muy mal. Quería escupirlo pero no quería hacer un drama más grande, así que lo tragué. Fue realmente asqueroso.
Luego, él me puso también chocolate en las heridas de la rodilla y del mentón.
-¿Qué haces?-le pregunté.
Él se reía: "Estarás mejor así, ¡ya verás!"Todo era tan absurdo que comencé a reírme a carcajadas. Él me miraba y tampoco podía dejar de reírse. Me señalaba con el dedo, mientras miraba mi boca, y pensé que era por el chocolate.
De repente dijo: "Se te cayó un diente"
Lo próximo que recuerdo es a mi madre, muerta de risa con mi padre. Veía a mi mamá en cámara lenta mientras limpiaba mis raspaduras, diciendo:
- ¡Qué ocurrente es Sebastián! ¡Llenarte las heridas de chocolate!_ ¡No te preocupes, ese diente crecerá de nuevo! Soló era un diente flojo de leche. Afirmó papá.
Pero ese día quedé mueca, aporreada y obviamente no lucí para nada linda ante los ojos de Sebastián.
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ABRAZO DE BETTA
RomanceCuándo los sentimientos son dulces y amargos. Todo puede pasar.