La hija de Endeavor, Hanabi, porta un quirk problemático: conserva y roba la energía vital de otras personas, para transformarlas en juegos pirotécnicos explosivos.
Sin embargo, su cuerpo es incapaz de retener la energía de otros, y producto de sus...
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El portal oscuro surgió en medio de aquel garage, donde se reunían los miembros principales de la liga de villanos. Esperaban que uno de ellos llegara, después de haber sido encomendado en una misión crucial, para cumplir con el plan más grande en el que hayan estado involucrados.
Dabi debía traer a Hanabi secuestrada.
Pero en cuanto cayó el cuerpo de la chica directo al suelo, después de haberla teletransportado con el quirk de Kurogiri, notaron algo irregular en ella que probablemente les costaría el éxito.
—Imbécil, ¿por qué está herida de bala? —la voz del líder de ellos tembló a raíz de su nerviosismo.
Para Shigaraki era fácil entrar en pánico, y más cuando las cosas no resultaban según las había planeado. Hanabi estaba quejándose en voz alta, mientras sostenía su herida abierta.
—¿No es obvio? —respondió el pelinegro hastiado—. Si no lo hubiera hecho, habría contraatacado con su quirk y el plan habría fracasado.
—¡Pero mírala! ¡Está desangrándose, idiota! No somos médicos, no somos médicos —repitió dándose la vuelta indignado, comenzando a rascarse la piel del cuello—, va a morir, maldición, nuestra arma letal va a morir.
La comezón era incontenible.
—Cálmate, Shigaraki Tomura, bastará con que le quitemos la bala y quememos la herida para sellarla —habló el segundo al mando, intentando contener al joven.
Toga Himiko sonrió mientras se sonrojaba, acercándose hacia la chica agonizante, para guardar sus manos dentro de guantes plásticos.
—Hanabi-chan, yo puedo quitarte la bala fácilmente —su tono animado asustó a Hanabi, quien comenzó a patear en su contra. Aunque sin éxito alguno, pues a duras penas se daba cuenta de lo que sucedía a su alrededor.
Todo lo que veía la joven herida eran sombras, algunas más altas que otras. El dolor parecía estar haciéndola alucinar, o al menos eso era lo que ella quería pensar... Creer que lo que estaba pasando no era real.
—Oye loca, no te acerques indiscriminadamente a esa, podría quemarte —sugirió Dabi al ver que la rubia villana volvía a insistir respecto a extraerle la bala del cuerpo.
La chica tenía utensilios para tratar con cuerpos heridos, después de todo, su don se basaba en beber transfusiones de sangre, pero desde luego, no sabía cómo tratar con delicadeza un paciente. Ella no era ninguna clase de enfermera, por lo que no sería piadosa.
Simplemente adentró sus dedos en la herida para alcanzar la bala incrustada, obligando a la pobre chica a gritar con toda su potencia.
—Cállala, de alguna forma, ¡¡cállala!! —gritó Shigaraki tapándose los oídos.
—Pues hazlo tú mismo, idiota. ¡Yo! ¡Yo la callo! —gritó el hombre enmascarado tomando un trapo para colocárselo en la boca—, silencio pequeña, si no te hubieras resistido a venir con nosotros, esto no habría pasado... Oh, pobrecita...
