Capítulo dos

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Betty iba llegando a su trabajo cuando vio a un auto despegar una pequeña rampa y luego de eso vio a Jughead bajar de ahí. Por lo que hizo cómo si no lo hubiese visto y caminó rápidamente.

Jughead, por su parte, la vio a lo lejos, pero sentía un poco de vergüenza por la forma en que la había tratado, por lo que decidió no hablarla antes.

Cuando la rubia entró a su oficina rápidamente puso la cafetera y sacó unas galletas de su mueble. Sabía que las cosas con Jughead serían complicadas y siempre había creído que la mejor forma de llegar al corazón de alguien era a través de un buen café y unas galletas dulces. Solo esperaba que Jughead no fuera la excepción.

- Señorita Cooper, para hoy en la mañana solo tiene agendado a Jughead Jones y a Marina Thomson para el medio día. Y el señor Jones ya está afuera esperando.- Le dijo el chico de la recepción.
- Muchas gracias. ¿Podrías decirle que pase?, por favor.- Dijo y él asintió para salir de la oficina.

Betty se dirigió hasta la puerta para esperar y saludar a Jughead.

- Señor Jones, la señorita Cooper lo está esperando, dice que por favor pase a su oficina.-
- Gracias.- Asintió Jughead.

- Hola, Jughead.- saludó la rubia.
- Hola, Betty.- Saludó él.
- Adelante, pasa.-
- Gracias.-
-  Veo que cambiaste de opinión.- Dijo ella mientras se sentaba.
- Algo así. Verónica es muy persuasiva.-Se rascó la nuca.
- No soy muy bueno pidiendo disculpas, pero creo que te mereces una, lo siento por cómo reaccioné ayer.-
- Tranquilo, no hay nada que disculpar. Reacciones así son más comunes de lo que tú piensas.- Le sonrió.
- No suelo ser así, lo siento mucho.-
- Me llamo Elizabeth Cooper, pero los que me conocen me llaman Betty. Encantada de conocerte. ¿Cuál es tu nombre?.- La rubia le estiró la mano.
- ¿Qué haces?. Nos conocimos ayer.- Miró sin entender las cosas.
- No sé de que hablas, yo solo sé que eres el padre de una niña muy dulce y que tú apellido es Jones, pero no te conozco.- Se rió y le guiñó un ojo.
- Ya entiendo.- Él también se rió.
- Un gusto, Betty. Soy Jughead, mucho gusto.- Tomó la mano que ella aún le seguía extendiendo.
- ¿Gustas de una taza de café?.- Preguntó.
- Sí, por favor.-
- ¿Qué te trae por aquí, Jughead?.- Preguntó mientras servía café en dos tazas.
- Muchas cosas, en realidad.- Suspiró.
- ¿Qué tipo de cosas?.- Dejó una taza y azúcar frente a Jughead.
- Gracias.- Sonrió.
- En el último tiempo me han sucedido varias cosas y creo que me han sobrepasado. Por ejemplo, hace cuatro años que yo solo estoy criando una niña; o  ese accidente.- Agachó la cabeza.
- Y has sido un estupendo padre. Tienes una niña asombrosa y muy bien educada.- Le sonrió.
- Gracias, pero no ha sido fácil.-
- ¿Qué te parece si me hablas sobre eso?. Sobre cómo sucedieron las cosas desde que te enteraste que serías padre.-

Mientras a Jughead intentaba hablar sobre eso con Betty ella solo lo observaba y asentía con la cabeza, entendía que todo era muy complejo y doloroso para él.

- Y bueno, cuando ella se enteró que estaba embarazada de Mills me dijo que la daría en adopción porque no se atrevía a abortar. Yo no pensaba intervenir en su decisión, después de todo era ella quien la llevaría en el vientre por nueve meses, pero cuando me dijo que la daría en adopción algo dentro de mí se removió, no quería que mi bebé se criara en un orfanato. Si bien me faltaban dos años para terminar la universidad sabía que quería hacerme cargo, sabía que quería tener a mi hija conmigo. Prácticamente le rogué que me la entregara a mi, que nunca le pediría nada. Luego de casi 9 meses, ella aceptó. Y para cundo nació Millie ella desapareció, jamás he vuelto a saber de ella.-
- La primera vez que la vi sentí algo dentro que jamás había sentido, era un amor indescriptible. Aunque los primeros días fueron terribles, me desesperaba no saber que era lo que necesitaba o porqué lloraba, no no me arrepiento de nada. Además, mis padres y Verónica siempre estuvieron apoyándome en todo, desvelándose conmigo en las noches y ayudándome a terminar la universidad.-
- Eres muy valiente.- Dijo ella.
- Solo he hecho los he cualquier padre enamorado de su hija haría, cuidarla, protegerla y amarla. Mills es lo mejor que me ha pasado.- Se limpió una lagrima.
- Después de eso, por unos años estuve bien, hasta el accidente.-
- ¿Te sientes preparado para hablar de lo que sucedió?.- Preguntó y él negó.
- Está bien, iremos pasito a pasito, lento pero seguro. De la misma forma que iremos progresando en tu rehabilitación, volverás a caminar, Jughead. Lo prometo.- Tomó una mano de él.
- ¿Lo crees?.-
- Te lo aseguró, te prometo que el día en que Millie se gradúe del jardín de niños tú irás caminando junto a ella.- Sonrió y acarició la mano de él.
- Quiero creerte.-
- Más que creer en mi debes creer en ti mismo. Eres capaz de muchas cosas. Solo mira todo lo que has hecho, estás criando a una niña al mismo tiempo que mantienes una editorial, no cualquier puede hacerlo.-

🔜🔜🔜

Al regresar a casa, Jughead estaba más relajado y más contento.

- Veo que te fue bien.- Sonrió Verónica.
- Algo así.- Se encogió de hombros.
- ¿Te disculpaste con ella?.-
- Fue lo primero que hice.-
- ¿Averiguaste si el pelirrojo es su novio?.-
- Te recuerdo que Betty es mi psicóloga, no quiero que andes de casamentera, Verónica.-
- El mundo no gira a tu alrededor, hermanito. No lo digo por ti, lo digo por mi. Ayer coqueteamos y no quiero hacerle eso a Betty ni a ninguna chica, en realidad.-
- ¿Por qué no lo averiguas en las redes sociales?.-
- Eres un genio. Ocuparé tu computadora.- Gritó mientras corría.

Jughead solo se rió y se dirigió hasta la cocina.

- Hola, mi pequeño. En la mañana te fuiste sin desayunar así que te he preparado unas deliciosas tostadas francesas para que comas ahora.-
- Muchas gracias, María. Tengo demasiada hambre. No sé qué haría sin ti.-
- Sabes que desde que eres pequeño me encanta consentirte.- Lo abrazó.

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