Capítulo 10.

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El chico pálido se lo pensó, realmente se lo pensó pero el demonio dentro suyo enviaba todo tipo de pensamientos e imágenes poco decorosas del moreno sobre ese escritorio.

«Puedes hacerlo sobre el escritorio, contra la pared, en donde sea. No lo pienses demasiado o pasará el maldito momento»

Realmente intentó acallar a la bestia, Lee con esos enormes ojos, su respiración agitada y el estremecimiento de su cuerpo no le ayudaban. Hizo acopio de toda su entereza para contestar a la pregunta.

— Yo...— se quedó en silencio, Lee sintió de nuevo sus manos moverse bajo su ropa, el contrario se acercó un poco más y se mordió el labio al sentir la dureza ajena contra él. Estaba totalmente avergonzado con todo lo que estaba pasando.— Creo que estoy... marcando territorio.— frunció el ceño ¿Eso había salido de él o del Shukaku? La entidad gruñó de nuevo queriendo salir y tomar el control, Gaara no se lo permitió y le empujó lejos, dispuesto a subsanar las dudas que el moreno tuviera.— Te quiero.

La declaración le arrolló, sintió su mundo caer viendo esos ojos cambiantes, esa aura endemoniada rodeando el cuerpo mientras le veía como si fuera el ser más perfecto del mundo, sus inseguridades volvieron a instalarse fuerte dentro suyo y sin poder evitarlo empujó al chico pálido lejos sorprendiendo por completo al jinchuriki y a su demonio.

«¿Qué demonios?»

—No— se quedó sin saber qué más decir, sus ojos de nuevo llenos de lágrimas captando por completo la atención del Kasekage y su bestia interna, de un momento a otro el Shukaku se materializó justo al lado del pelirrojo haciendo que se girara con una expresión igual de dolida que el mismo mapache. Lee apenas se enteró de aquello mientras el debate interno que tan conocido era para él hacía estragos en su mente y cuerpo. No podía ser cierto ¿O sí? — No puede...— se dijo de nuevo, se mordió el labio una vez más intentando mitigar el dolor. Su voz quebrándose por completo ante esa última frase.

¿El Kasekage de la Arena le había dicho aquello?

¿Por qué razón?

Sus ojos llenos de lágrimas, su respiración cortada y el alma en pedazos cayó de rodillas, el pelirrojo se quedó ahí, junto a su demonio materializado quien estaba igual de perplejo. El dolor era prácticamente visible, algo muy malo le estaba pasando, ese espantoso color gris oscuro rodeando su ser les daba a entender a ambos que lo que estuviera sintiendo se lo estaba comiendo en vida, consumiendo su humanidad.

—¿Lee?— intentó dar un paso, miró al Shukaku quién no despegaba la vista del moreno, el demonio de una cola se preguntó ¿Cómo rayos podía ser aquello?

¿Ese chico era realmente tan importante?

Pero claro que lo sabía. Gaara lo había llegado a aceptar tiempo atrás, con esos recuerdos antiguos de batallas juntos y acuerdos amistosos, por supuesto que algo había florecido en todo su esplendor, pero en cambio sentía ese dolor ajeno, uno que sólo un alma totalmente destrozada era capaz de proyectar, y el muchacho a su lado, aquél con el que había compartido los últimos veinte años de su existencia había tenido esa aura. Deprimente y autodestructiva, sabía qué era porque lo había experimentado de primera mano con su jinchuriki pero la razón le era totalmente desconocida y eso más que nada le causaba inquietud, le desolaba por completo y ese mismo dolor que se veía se podía sentir como el suyo propio.

El moreno se sentía fuera de control, lloraba con el corazón en un puño mientras los otros dos personajes se debatían entre ayudarle ahí mismo o llevárselo lejos. El Shukaku volvió el cuerpo de su amo y Gaara recogió su arena, tomó a Lee en brazos aún temblando y se largó de ahí.

Se lo llevaría lejos, haría lo que fuera para que ese dolor desapareciera de su vida, él mismo tuvo esos sentimientos, ese terrible dolor que lo consumía todo y le dejaba como un cascarón vacío. Haría lo que fuera por él, de eso estaba seguro.

The Reason (Homoerótica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora