The Reason (Homoerótica)

Capítulo 15.

Las calles estaban tranquilas, había gente corriendo aquí y allá. Ninguno de los dos se había separado desde que se habían ido de la habitación de Gaara. Estaban en silencio y todos les miraban con curiosidad, Naruto había hecho un tipo de comunicado sobre lo anteriormente ocurrido en las aguas termales.

Desde luego algunos se habían quedado con miedo pero después de todo, y después de la guerra ninja, respetaban a las bestias con cola. Tsunade por supuesto también habló ante la gente explicando que lo ocurrido fue un accidente. La dueña de las aguas termales no presentó cargos contra ellos, y de todos modos era algo de cierto modo imposible. Shukaku tarareaba una cancioncilla que no recordaba de donde la conocía. Kurama con los brazos dentro de su kimono ignoraba a todos a su paso, en cambio la actitud del de una cola le dejaba medio descolocado.

- ¿Y...?- se sintió extraño empezando él una conversación. Shukaku le miró con desinterés.- ¿A qué se debe que estés tan calmado?- Shukaku sonrió con esa aura que tan bien conocía Kurama. De inmediato se arrepintió de preguntar.

- No me digas que tienes curiosidad. ¿En serio?- rió divertido, Kurama le lanzó una mirada asesina, sus ojos rojos penetraron con fuerza en los negros suyos. Luego de eso decidió correr un poco adelantado mientras entraba a un pequeño lugar de comidas típicas, Kurama desde luego le siguió, después de todo no tenía nada mejor que hacer y aunque así fuera, separarse de Shukaku no era la mejor opción, no conocía a esa gente y el peliarena era su único refugio en ese momento. Suspiró hondo rodando los ojos al pensar en eso.

El peliarena ya estaba sentado en un sitio para dos, había pedido barbacoa y una botella de sake. Kurama con suma elegancia y bajo la mirada atenta de las féminas, se sentó en su lugar. Shukaku le miraba atento, con su eterna sonrisa de idiota y actitud despreocupada, Kurama estaba seguro de que diría alguna estupidez en cualquier momento. Sólo era cuestión de tiempo.

- Aquí está su orden.- un mesero puso la comida a su disposición, Shukaku se apresuró a colocar el cerdo en el asador de inmediato.

- Woah, mira esto. Creo que nunca había visto algo con tan buena pinta.- Kurama vertió algo de sake en su vaso y bebió. Shukaku sonrió en seguida- llevo muchísimo sin verte beber sake.- dijo divertido, Kurama le ignoró por completo.- No seas amargado, es nuestra primera vez en este lugar, hay mujeres hermosas, buena bebida y buena comida ¿No te atrae ni un poco?- en seguida Shukaku le guiñó el ojo a un grupo de chicas que rieron ante el coqueteo del de una cola. El pelirrojo bufó molesto por su actitud.

- Siempre fuiste un idiota, los deseos tan banales de los humanos se pegan con facilidad. Si dejas que te atrapen serás como ellos.- dijo tajante, a cualquier otra persona le hubiera molestado sus palabras, le hubieran hecho enojar o al menos pensar, pero desde luego Shukaku no era cualquiera.

- No seas así, y yo que creí que hacerte amigo de tu Jinchuriki te había puesto algo más flexible.- rió.

- Pero no se me pegan sus malas mañas, tu en cambio andas como en celo. No creas que no noto que le coqueteas a cualquier mujer que ves- le riñó molesto, Shukaku volteó la carne y con una sonrisa socarrona dijo:

- Vamos, Kurama, llevo muchísimo sin estar con mujeres bonitas alrededor. Recuerda que soy más mundano que tu y que tengo necesidades, eso no es malo desde ningún punto de vista. Mientras no me enlace con ninguna mujer en matrimonio y después le sea infiel no hay problema.- se encogió de hombros.- Engañar a alguien que puso su confianza en ti al punto de decidir unir su vida con la tuya por siempre es algo que debe respetarse. El matrimonio es algo serio, desde luego yo no soy para nada de eso.- finalizó sacudiendo la mano hacia un grupo de chicas, Kurama le miró unos segundos. «por fin tiene sentido algo de lo que dice» pensó el Kyubi. Shukaku era un idiota, había sido su Némesis durante muchísimo tiempo, más del que puede recordar y por supuesto oírle decir algo como eso le hacía pensar que tal vez había juzgado mal al peliarena. Suspiró en silencio sirviendo otro vaso de sake.