11. Palabras destructivas, un corazón dolido, agradecimientos y despedidas

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Capítulo 11: Palabras destructivas, un corazón dolido, agradecimientos y despedidas.

La noche en la discoteca fue una de las experiencias que más disfruté. Kakyoin aceptó tomarnos una fotografía después de irnos, ya que por el momento no llevé mi cámara.

De nuevo, se quedó conmigo. Se durmió encima mío, considerándome una almohada.

— Eres suave.— dijo a punto de dormir.

Su rostro, es perfecto, dormido o despierto brilla como lo hace cada día.
Acaricié su brillante remolino rojizo, su estilo es único para estar en 1998.

Uno de los mejores años que he vivido.

La semana entera salimos a varios lugares, y también cumplía con su trabajo como diseñador.

Hoy, no es la excepción.

Acordamos de ir al museo de la isla. En un folleto que me entregaron, te explicaban acerca de la sociedad de hace más de 100 años, como vivían, como sobrevivían con la escasez de alimento.

Salí de donde me hospedo, y me dirigí a la habitación de Kakyoin. Estuve a unos centímetros de que chocara mi puño en la puerta de madera, pero la misma voz del pelirrojo me detuvo.
No suelo espíar a la gente, o escuchar las conversaciones de los demás. Sin embargo, el nombre de una mujer me llamó la atención.

— Odette, te he explicado sobre mi trabajo. Sabes perfectamente que estoy muy ocupado.— pausó unos segundos, significaba que hablaba por vía telefónica.— Sí, trabajo hasta la noche, la empresa me pide ideas innovadoras. ¿Qué quieres? No me puedo ir de aquí solo por tus caprichos. Regreso en dos semanas y lo sabes.— me daba mala espina, nunca me había enterado de una tal "Odette".— Sí, sí, sí. Te lo advertí desde que nos juntamos.

Sus últimas palabras, me hundieron a un lugar oscuro. ¿Habré escuchado bien? ¿Odette, su pareja?

Toqué y colgó al instante. Abrió la puerta, recibiéndome con una sonrisa. Por mi parte, mis ojos ardían de dolor y furia.

Entré, sin siquiera desearle un buen día.

— ¿Pasa algo? — preguntó.

Su ironía, me volvía loco, tenía la necesidad de golpear el muro.
Lo acorralé, obligándolo a que mirara mis ojos. Asustado, me pedía una explicación de mi actitud.

Quien debía de dármela era él.

— ¿Quién es Odette? — interrogué, temblando del enojo, y aterrorizado de lo que podía responderme.

— ¿De quién hablas?

— No te hagas estúpido, lo oí todo. Te vuelvo a preguntar, ¿quién diablos es Odette? — mi respiración cambió su ritmo, y las manos me resbalaban por el sudor que salían de ellas.

Sus manos, tomaron mis brazos con fuerza. El apretón poco a poco dejaba mi piel roja, con un color amarillo ligero.
Bajó su cabeza, dejando a mi vista su cabello. Escuchaba perfectamente que lloraba, y el sentimiento me contagiaba. No obstante, quería mostrar seriedad, no debilidad.

— Ya oíste lo que somos.— sus palabras no eran claras, entre llantos me lo hizo saber.— No es necesario explicarte.

— Entiendo, la engañaste, nos engañaste. Creí cada palabra que salió de tu boca, que te hacía feliz, que era lo único que querías. Me equivoqué en conocerte.

La cruda realidad, provocó más lágrimas por parte de Noriaki. Quería irme de ahí, pero su fuerza me lo impedía.

— Jotaro, por favor, espera. Necesito que lo sepas, no quiero que te vayas, me duele mucho.— expresó, tirándose al suelo, rendido.

ᴡᴀᴛᴇʀᴍᴇʟᴏɴ sᴜɢᴀʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora