13. Una foto olvidada, hilos separados, visitas familiares, y recomendaciones

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Capítulo 13: Una foto olvidada, hilos separados, visitas familiares y recomendaciones

A las 12 del día, mi avión estará despegando de esta playa.

Empaqué mis pertenencias. Ya era hora de irse.

Tomé un libro para guardarlo, una foto cayó entre las hojas, sin mostrar el contenido. Mi curiosidad despertó, la agarré, y la revisé.

La foto de Kakyoin y yo, antes de dormirnos, cuando nos divertimos en la discoteca.

Mis dedos querían soltarla, tirando a la basura. Mis sentimientos me lo impidieron.

— Sé con quién estará mejor.

Terminando mi tarea, salí de mi cuarto, con recuerdos en la cabeza, cada uno me hacía añicos el corazón, me desgarra.

Me paré frente a la puerta del pelirrojo. No tengo la menor idea si está en el hotel, pero con una cinta adhesiva pegué la foto en la puerta. Toqué, y volví a tomar mi camino.

Me gustaba el dolor, quería sentirlo una vez más, a pesar de mi decisión.
Antes de llegar al aeropuerto, me di el tiempo de pasar por las calles donde caminé a su lado.

Suspiré, con los ojos empapados.

Después de ello, me dirigí a mi vuelo.
Entré, con el boleto en mano. Una voz llamó mi nombre, y me vi con la obligación de girar mi cabeza.

— ¿Qué haces aquí? ¿Me has estado siguiendo? — reclamé molesto.

— Por favor Jotaro, quédate.— pidió, juntando ambas manos en señal de súplica.

— Yo no tengo nada qué hacer en la playa.— refuteé, desviando mi mirada.— Soy un humano Kakyoin, que muestre que sea rudo es diferente a lo que siento ahora mismo. Yo también siento dolor y desesperación como otros.

— Está bien.— aceptó, entre lágrimas.— Es mejor dejarte ir, te agradezco que me hayas dado esta foto.— sonrió debilmente, yéndose.

Nuestros destinos se separaron, para siempre.

Me recibieron el boleto, y como lo es siempre, checaron mi cuerpo y mi maleta.
Entré al avión, viendo por la ventanilla el mar que estaba a lo lejos.

"Es mejor dejarte ir". Esa frase se repetía en mi mente, causando que resbalaran unas gotas de sal en mis mejillas.
Las limpié con mi antebrazo, intentando no llorar más.

El resto del viaje, cerré mis ojos consiguiendo mi objetivo, dormir.

Llegué a mi ciudad, y a las tres de la tarde estaba dentro de la casa de mi madre.

— ¡Jotaro! Pensé que aún tenías vacaciones.— sorprendida, preparaba arroz mientras me escuchaba.

— No, quise volver para pasar con mi familia el resto de mi descanso.

Mentira.

— Si aún tuvieras 17 años, no dirías lo mismo. Te separabas mucho de nosotros.— rió levemente.

— Bien lo has dicho, si tuviese 17.

Observaba como preparaba su arroz típico. Desde niño me lo ha dado, y me gusta su sabor.

El sazón de mi madre siempre será mi favorito.

— Hoy vendrá tu abuelo, y cuando eso pase necesito que lo ayudes, sabes que sus piernas ya no funcionan igual. Se quedará unos días conmigo.— me hizo saber, agregando los últimos detalles al arroz.

Minutos más tarde, la puerta sonó. La abrí, encontrándome el rostro de un viejo a duras penas arrastrando su maleta.

— ¿Jotaro? — confundido, acomodaba sus lentes.— Tu madre me habló que estabas en una isla. No esperaba encontrarte aquí.

ᴡᴀᴛᴇʀᴍᴇʟᴏɴ sᴜɢᴀʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora