Capítulo 18: Mi dulce néctar, llegar al éxito juntos, y una vida a tu lado.
Sus palabras me envolvían lentamente en una capa de miel y azúcar, provocando que no me quiera separar de su cuerpo.
— Me quedaré... para siempre.— respondí a su súplica dejándome llevar por el dulce mar de emociones.
— ¿Aceptas volver conmigo? — interrogó mirándome directamente a los ojos, apreciando cada fragmento de "vidrio" púrpura en ambos iris.
Se reflejaba mi imagen, y en aquellas pupilas observaba como se dilataban poco a poco. La luz tenue que ilumina las calles de Londres también se reflejaba en sus ojos, creando una mezcla de colores, amarillo y morado, simplemente perfecto.
Besé sus labios, rozándolos con los míos, causando un ligero cosquilleo.
— ¿Eso responde tu pregunta?
— Es más que suficiente.
Me levanté, y estiré mi brazo en señal que me acompañara unos minutos más.
Me tomó y con la ayuda de mi fuerza se incorporó. Se acomodó el abrigo, y me regaló una sonrisa, esperando a que diera el primer paso.Caminamos una vez más juntos.
La vida me otorgó otra oportunidad de estar con él.— Si fuera el fin de mundo, los 5 minutos que quedarían los pasaría a tu lado.— mencioné de manera espontánea, recordando aquel día en el que Kakyoin se presentó en la primera sesión.
Los primeros segundos mostró confusión, y no lo culpo, no es normal responder preguntas días después.
No tardó mucho en entender. Una sonrisa se formó en su rostro, adornando las facciones de su rostro, además que pequeños hoyuelos se asomaban en su piel blanca y suave.Le propuse pasar la noche en mi departamento, la cual aceptó sin rodeos y sin exponer excusas.
Llegando al departamento donde me he hospedado este tiempo, Kakyoin buscó desesperadamente un lugar para recostarse.
— He hecho más ejercicio y ha agotado mi cuerpo esta semana.— expresó, recargando su cráneo en las confortables almohadas que decoraban la sala.
Me senté a su lado, ocultando mi rostro con el pequeño gorro que portaba desde el inicio del día.
Suspiré, y el cansancio invadía lentamente mi cuerpo.Su cabeza caía a mi hombro, me causaba ternura, sus ojos mostraban cansancio. Hoy ha sido un día completo de emociones.
— ¿Deseas dormir? — interrogué envolviéndolo en mis brazos.
— Estoy bastante cansado.— confesó.
Ambos nos dirigimos a mi habitación. Nos quitamos el calzado, y en seguida descansamos nuestro cuerpo.
Sentir su calor de cerca me hacía de nuevo feliz, me hacía sentir en un ambiente de confianza total.La luz natural de la luna penetraba la ventana, iluminando el rostro de Kakyoin. Él se encontraba en un profundo sueño, y yo, perdido en su belleza.
Su rizo, perfecto y sedoso, no se deshacía a pesar de ser aplastado con su propio peso del cráneo. ¿Habrá nacido con ello?Reí de mi propio pensamiento.
Pronto, mis párpados taparon mi vista.
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ᴡᴀᴛᴇʀᴍᴇʟᴏɴ sᴜɢᴀʀ
Fiksi PenggemarJotaro Kujo se trasladó a la bahía más cercana de Japón, pues el trabajo le ha producido estrés acumulativo. Por su buen labor, se ha ganado tan solo un mes de vacaciones. Lo que menos se ha imaginado, sucedió sin mover las manos en el asunto. Un c...