3. Al borde de un corazón roto

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Es viernes, va a llover; no llevas paraguas, ni llaves de casa... nada. Todo por no llegar tarde. En una ocasión te ves obligada a compartir libros con Jotaro, ya que no tienes los tuyos. No has estado tan cerca de él nunca y por algún motivo (evidente), se te eriza el vello y sientes como te entra calor.

Terminan las clases. Llueve cada vez más fuerte y suena una melodía de truenos. Al menos al no llevar nada encima, evitas que se estropeen libros o el walkman... Empiezas a sentir frío en el cuerpo, el cabello mojado se te pega a la cara, y la ropa define tu figura demasiado.

-Oye, tú. – La voz grave del chico de la gorra te sorprende apareciendo a tu lado. Fija sus iris turquesas en tus pupilas. El paraguas que lleva cubre vuestras cabezas.

-No te he pedido ayuda ni nada parecido. Pasa de mí. – Dicho esto te adelantas, no eres capaz de aceptar ningún tipo de auxilio desde hace tiempo y no te sientes cómoda.

Sigues mojándote todo el camino a casa y al llegar te quedas sentada en la entrada. La fuerte tormenta se desata sobre ti. Toses y tiemblas, congelada y cada vez más deprimida. Hundes la cabeza en los brazos. <Odio esta mierda... odio mi vida...>

- ¿No puedes entrar? -.

Te frotas disimuladamente unas lágrimas en el borde de tu mejilla y alzas la cabeza. Jotaro te ha seguido y está ahí en pie, mirándote.

-No. No tengo llaves. Da igual, en unas horas vendrá mi tía... Lárgate. – Dices con voz ronca.

-Tssss, a mi madre no le importará que te quedes un rato en casa. Ven. – Insiste.

- ¿Estás sordo o qué cojones te pasa? Te he dicho que me dejes en paz. – Solo pretendes alejarlo, temiendo que pueda notar tu llanto.

-Cállate ya. No me iré hasta que vengas conmigo. – Contesta muy seguro de sí mismo.

Un escalofrío te recorre el cuerpo, toses en lugar de hablar. Se produce un duelo de miradas. ¿Y si estás dejando pasar una oportunidad sexual? <No... a este tío deben interesarle más las zorrillas que le persiguen cada mañana. Y... ¿Realmente quiero hacerlo con él...?>

Te pones en pie y decides seguirle, sin decir nada. Disimulas los temblores y te frotas las manos intentando recuperar algo de calor.

Llegáis a la residencia Kujo. No te alejas de él hasta que te descalzas y entráis al edificio principal. Su madre sale corriendo de una sala alegremente, intentando darle un beso y te saluda sorprendida.

-Ohh... "(T/n)", ¿Qué ha pasado? Estás empapada... ¿Quieres quitarte eso y darte un baño caliente? Ven, te diré donde puedes cambiarte. –

Vacilas un instante, no sabes si aceptar tanta amabilidad. El joven a tu lado te da un empujón para nada amistoso, obligándote a seguir a su madre. Solo murmuras un insulto. Y te mueves hacia donde te indica la mujer.

Disfrutas sumergida en la tina de agua, el calor relaja tu cuerpo. Cierras los ojos, dejando vagar tu mente, sin quererlo; hacia memorias escondidas.

Está oscuro, se oyen risitas y huele a sangre, apesta. Son cadáveres... Algo te presiona los pechos, te hunde en su calidez...El hedor te asfixia, te domina el miedo...

- ¿Puedo pasar? Te traigo algo de ropa mientras esperas a que se seque la tuya, querida. – Holly toca la puerta y deja un montón de ropa de color oscuro ahí cerca, apenas asomándose.

Sales y te enrollas en una toalla. La figura vigorosa de Jotaro abre de golpe y se cuela en el cuarto. Te arrincona en una esquina. Reaccionas tarde y te contienes para no darle una patada en la entrepierna.

Bailando entre estrellas y esmeraldas. - (Kakyoin x Jotaro x Lectora fem.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora