Inspirado por cientos libros de viajeros, Adam, nuestro protagonista, decide dedicar toda su vida a entrenar y esforzarse para explorar el mundo. Acompañado de su amiga Elizabeth, ellos irán y se enfrentarán al mundo mágico y fantástico en el que es...
Adam y Elizabeth celebran por su última victoria mientras chocan sus copas de vino. Después de haber comprado su armadura salieron a celebrar por su primer trabajo. Tomando té y disfrutando de una buena comida en el restaurante Damska.
- Es grandioso usar tu propio dinero para estas cosas. - Dice Adam que sin duda disfruta de su comida. - La hace más disfrutable.
- Tienes toda la razón.
Elizabeth no podía estar más de acuerdo con Adam. Las personas encuentran satisfacción cuando obtienen algo por lo que lucharon. Sin importar que pequeño sea.
Los dos continúan comiendo tranquilamente. El lugar donde estaban comiendo es el restaurante que siempre han conocido por toda su vida. Adam ha venido muchas veces a este lugar con Ana. Elizabeth ha estado aquí en el pasado en muchas ocasiones, incluso por negocios de sus padres. Este lugar se ha convertido en uno de sus lugares especiales. A este restaurante suelen venir personas de todo tipo, desde civiles hasta cazadores, aventureros, comerciantes e incluso de vez en cuando se pueden encontrar con algún forastero de otro de reino. Es de los mejores lugares para visitar en toda la ciudad. La comida es la razón principal pero también hay tipos que vienen a intentar conseguir una cita con alguna de las meseras.
Entre todas esas chicas había una especial: Aiko Yamada. Esta chica se le conoce por ser un poco torpe pero muy amable; pelo castaño y con lentes. Una inocente lindura según los clientes y las demás meseras. Además de ser una mesera, también es la chef estrella del restaurante. Sus platillos son de lo mejor en este lugar y una de las principales razones por la que la gente viene.
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Anteriormente varios hombres intentaban algo con ella, pero desde que Aiko se comenzó a reunir cada vez más con cierto aventurero de respeto, ahora casi nadie intenta nada con ella. Y los únicos que lo hacían eran los que no sabían de aquello.
Hoy parecía un día especial para ciertas personas pues varios tipos festejaban alegremente bebiendo demaciado alcohol. No sabían la razón de porqué, pero festejaban como si tuvieran cien monedas de oro grandes en sus manos. Parecía que se fueran a descontrolar en cualquier momento.
- Disculpen, señores. - Hablo una de las meseras señalando a la puerta. - Hora de que se retiren.
- ¡Oh, vamos! Si tan solo estamos disfrutando un tiempo bebiendo. - Dijo un tipo al que claramente se le podía ver lo ebrio que estaba. -¡Sirve otra ronda!
- Ya es suficiente. Vayanse ustedes dos. Por favor, no causen problemas innecesarios.
- Okey, okey. - El primer tipo aunque estuviera ebrio entendía las palabras que le decían. - ¡Oye, tu! Vámonos de aquí.
El primer tipo parecía entender pero el otro solo se concentra en la botella que tenía entre sus manos.
