Seth
Me restregué los ojos, se suponía que este día iríamos al parque de diversiones con papá cuando regresara de su trabajo que hacía por todo el mundo. Pero, no fue así.
El regreso, pero no con vida.
Papá fue un marine que trabajo hasta el momento de su muerte.
Camine sin mirar a nadie, escuchando sonar aquella melodía que hacia querer llorar desconsoladamente. No quería hacerlo, no frente a gente que no conocía y que nunca había visto en mi corta vida.
Necesitaba tanto que todas estas emociones que sentía dentro de mi se esfumaran lo más pronto posible. Una herida física podía curar, pero una dentro del corazón no lo hacía tan sencillamente. Apreté los labios cuando estos me comenzaron a temblar, tenía que ser fuerte por todos. Era mi deber ser el su soporte mientras ellos se derrumbaban.
Yo tenía que sostenerlos.
Sujete la mano de mi hermano que derramaba lagrimas sin cesar y le di un fuerte apretón dándole mi apoyo, aunque yo también lo necesitaba. Necesitaba un abrazo que pudiera consolarme.
Había perdido a papá. El nunca regresaría, jamás lo haría.
Llegamos finalmente al cementerio, escuche el sollozo de mi mamá que hizo romper mi corazón. Es la única mujer que amaba y sus corazón se estaba haciendo pedazos.
Tratando de que mis ojos no se humedecieran observe como poco a poco todos los oficiales y amigos que habían trabajado con papá estaban llegando. Vi como cuatro personas sacaron su ataúd llevándolo directamente donde estaría descansado por siempre. Mis ojos comenzaron a picar. No quería despedirme papá.
-Cada vez que no pueda estar aquí, tu seras el hombrecito de la casa que proteja a su hermano y mamá. ¿Estas de acuerdo? -me pregunto colocándose su uniforme. Asentí sonriendo aceptando tal responsabilidad.
Quería que papá este orgulloso de mí.
-Lo haré, yo los cuidare. -me golpee el pecho. El río agachándose hasta llegar a mi altura.
-Ese es mi hombrecito.
Tan solo tenía diez años, pero sabía que necesitaba estar bien para cuidar de mamá y Elliot. Cumpliría mi promesa. Desde ahora solo seriamos los tres luchando contra el mundo.
El sacerdote apareció y comenzó a decir unas pocas palabras antes de que comenzaran a descender el ataúd lentamente. Todos los amigos de la familia y compañeros de mi padre se acercaron a darle un último adiós. Apreté los puños fuertemente sintiendo una pequeña capa de lluvia caer sobre mí.
No quería que se fuera, pero no podía hacer nada para que siga con nosotros.
Quería que estuviera con mamá por siempre.
Quería que siguiera con Elliot y conmigo.
La abuela sujeto del brazo a mi madre antes de que esta se pudiera caer llorando desesperadamente. Cerré los ojos, queriendo borrar esa imagen de mis ojos.
- ¿Estas enamorado de mamá? -pregunte ansioso de saber su respuesta.
-Amo a tu madre con locura tanto que ustedes fueron el fruto de este amor tan intenso que nos sentimos.
¿Así terminaba uno cuando amaba alguien?
Si la respuesta era si, prefería vivir una vida simple sin conocer aquella sensación que rompe los corazones y tiene un final tan trágico.
El amor lastimaba hasta terminar roto.
Me acerque junto a mi hermano que seguía llorando desconsuelo y entre los dos tratamos de calmarla. La abuela la abrazaba cálidamente dándole consuelo. La observe detenidamente, ella tenía que estar en peor estado que mamá. Su hijo era el que murió.
-Yo perdí a un hijo, pero ella perdió al amor de su vida.
Nunca pensé que perdería a mi padre a esta edad ni de esta manera. Siempre lo visualice como alguien que era inmortal o un superhéroe que luchaba contra la maldad por el bien de la justicia. Pero, me equivoque.
El se fue y jamas regresaría.
-Te extrañare. -dijo entre llantos Elliot arrojando una flor a su tumba.
-Adiós papá -me despedí derramando una lagrima.
El amor lastimaba.
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Furia Black #1.5 Cristal Gris
Roman d'amourCuando dos personas están destinadas a estar juntas ni la propia muerte es capaz de separarlas.