Lágrimas

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Seth

Me restregue nuevamente mis ojos tratando de estar despierto. Habían pasado cinco o seis meses, ya había perdido la cuenta desde que mi pequeña Lottie estaba en coma.

Bostecé una vez más, sujete su mano acercándola a mi. No sabía si era de día o de noche, todo había perdido impotencia. Todo era una completa mierda.

-Anda a descansar, yo la cuidaré. -dijo Drew atravesando la puerta. Me negué, no quería dejarla sola en ningún momento.

Ella podría despertar.

-No, yo me quedo.

-Seth necesitas descansar. -se frotó la sien. -Papá y yo estaremos con ella. Tu solo descansa por favor. -pidió casi suplicando.

-Nosotros te llamaremos cualquier cosa que suceda. -añadió el señor Thomas trayendo consigo una chamarra. -Úsala, esta haciendo frío. -en contra de mi voluntad me levante de mi asiento y decidí irme. Ya habíamos pasado mucho por esto y no quería que fuera más complicado esto. Agarre la chamarra que me ofreció y me la coloque. No había traído ningún suéter.

-Volveré pronto. -avise saliendo. Me bañaria y cambiaría lo ropa para regresar rápido.

Sin detenerme en ningún sitio camine directo al estacionamiento. Me subí al auto y conduje directamente a casa. Dejé el auto y subí las escaleras. De una manera rápida me quite todo lo que tenía encima y me metí a bañar.

Recargue la frente contra la pared. Cerré los ojos por un momento tratando de imaginarme a la mujer que amaba conmigo. Con sus hermosos ojitos mirándole como solo ella lo solía hacer.

Sentí un líquido caliente deslizándose por mis mejillas. No importaba cuánto tiempo pasara, yo estaría a su lado.

Nunca la dejaría.

Termine de bañarme y cerré la regadera. Enrolle una toalla a mi cintura y salí del baño. Busque ropa para poder irme, para poder estar a su lado.

—Seth. —mi hermano abrió la puerta suavemente. Sin mirarlo me comencé a cambiar. —Te prepare este té, tómatelo por favor —me extendió la tasa.

No queriendo pelear agarre la bebida que me ofreció.

—Gracias. —fue lo único que dije. Me coloque la chaqueta y cuando iba a salir de la habitación llamo mi atención nuevamente.

—Hace tiempo me era imposible imaginarte llorar. —su mirada era de tristeza hacia mi. —Eres mi hermano y me duele verte de esta manera.

Sintiendo mi cuerpo pesado de un momento a otro busque algo con que sujetarlo y no caerme en el suelo. No, demonios lo había hecho de nuevo.

—Demonios Elliot.

—Lo siento, pero necesitas descansar aunque sea unas cuantas horas. —se disculpo llevándome hacia mi cama.

Mi vista se puso cada vez más opaca. Siéndole derrotado me deje llevar por Morfeo.


Abrí los ojos abruptamente saliendo del entumecimiento. Mire el reloj, eran casi las diez de la noche. Maldije por lo bajo y salí corriendo de la habitación. Conduje cómo pude, con toda la velocidad que se me permitía y llegué al hospital.

Corrí, corrí con todas mis fuerzas hacia su habitación. Con la esperanza de que hubiera despertado, pero no era así.

Afuera de habitación me encontré al señor Thomas, Drew y mis dos amigos Dyaln y Travis. Sentí mi cuerpo temblar cuando vi al al doctor negar con la cabeza.

— ¿Qué sucedió? —pregunté rápido tratando de mantener la calma. Mi cuñado apretó sus manos sin atreverse a mirarme.

—Tuvo otra recaída en su salud. Casi la perdimos esta vez. —respondió el médico mirándole. Me quedé estático. —Estaba diciéndome al señor Black que en estos casos es hora de tomar  la decisión de desconectarla a la máquina que la mantiene con vida.

Abrí lo boca sintiendo todo el color de mi rostro desaparecer. No, no podía ser. Me negaba a perderla.

—Yo... Yo no podría tomar esa decisión. —dijo el papá de la mujer de mi vida. —Se trata de la vida de mi hija, de mi querida hija. —cerró sus ojos derramando algunas lágrimas.

—Lo entiendo Señor Black... —trato de hablar el médico, pero fue interrumpido por Drew.

—No, usted no entiende nada. —compuso casi gritando. —Está diciendo que elija si mi hermana debe morir o no.

—Yo no puedo hacer eso, simplemente no puedo. —dijo mi suegro con la voz rota. —Yo le di la vida, no puedo quitársela.

—Señor Black su hija no muestras ningún onda cerebral que muestre que pronto vaya a  salir del estado de coma en que se encuentra. —explicó. Yo lo mire, lo mire quise golpearlo hasta el cansancio. Como puede decir eso tan tranquilo. —Y en estos casos es de considerarse ya desconectar al paciente que ha tenido más de tres de rcp.

— ¡No, no la va a desconectar! —exclame. No me separaría de ella. —Ella despertará, mi Lottie despertará. —me gire y fui a la habitación.

Verla con su rostro tan calmado. Como si solo estuviera descansado y no envuelta en un sueño profundo me hacía romper el corazón.

Me dolía, me dolía muchísimo.

No podía considerar perderla, no podía simplemente decirle adiós.

La amaba tanto que duele en pensar en aquella opción.

—Seth, hijo. —es mamá. Sin poder contenerme lloré, lloré sin importarme que los demás me vieran de esta manera.

Me abrazo por la espalda. Y yo solo llore de manera desconsolada. Me sentía de nuevo el niño que había perdido a su papá y miraba a su mamá romperse al ver al amor de su vida partía a otra vida.

Dolía, dolía demasiado.

—No puedo dejarla ir mamá. —sollocé. —No puedo hacerlo.

—Lo se, hijo. Lo sé. —su voz era tan suave que trate de tranquilizarme, pero no podía.

Teníamos tanto sueños, tantas metas que lograr. Quería pedirle matrimonio y hacerla mi esposa. Hacerla solo mía.

Estaba tan enojado, tan furioso por lo que la vida nos había hecho. Por el maldito que había ocasionado que mi amada Lottie se chocará contra ese poste de luz. De alguna manera me había robado a la mujer que amaba.

—Por favor despierta, vuelve a mi, mi pequeña Lottie. —suplique con el corazón destrozado.

Necesitaba que alguien me despierte de esta pesadilla. Quería regresar a mi vida. A la vida donde estaba mi Lottie.

Solo quería estar con ella.



Furia Black #1.5 Cristal GrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora