Darien Shields había vuelto, y Serena Tsukino era seguramente la única persona en todo Fairweather, Pennsylvania, que no estaba entusiasmada por el regreso del héroe local. Naturalmente, nadie más tenía el privilegio de ser su exmujer. ¿Por qué había vuelto?
-Serena cruzó el aparcamiento de la clínica, leyendo el artículo del periódico quehabía tomado de la sala de personal.
-¿Por qué ahora?
Hola, Sere.
-Se detuvo en seco, con la vista fija en el periódico, aunque las diminutas letras negras se hicieron borrosas e imprecisas ante sus ojos. Conocía aquella voz. No importaba que no la hubiera oído en cinco años. La reconocería en cualquier parte… Un tono profundo, cálido, con una sensualidad oculta que aún le provocaba hormigueos en la piel.
-Pero aunque no hubiera reconocido la voz, habría sabido que era él. Era la única persona que la llamaba Sere, y sólo el sonido de su nombre en aquellos labios bastaba para que la asaltaran los recuerdos. Unos recuerdos que durante tanto tiempo había intentado olvidar.
-El corazón le latía con fuerza, pero se obligó a alzar la mirada con despreocupación y clavarla en aquellos ojos zafiros tan familiares. Darien tenía el pelo negro y muy corto, la mandíbula cuadrada e impecablemente afeitada y los labios curvados en una sonrisa. Sus hombros parecían tan anchos como ella recordaba, y la camiseta de algodón se estiraba sobre sus poderosos músculos. Su cintura seguía siendo igual de esbelta, y sus largas piernas, enfundadas en unos vaqueros, no tenían ni un gramo de grasa.
-Su rostro estaba marcado por las cicatrices habituales de un atleta. La nariz ligeramente torcida, por haber sido rota tres veces, el pequeño corte que le atravesaba una ceja y la mella casi imperceptible en uno de los incisivos. Con todo, era el hombre más arrebatadoramente atractivo que Serena había visto en su vida.
-Habían pasado más de cinco años desde la última vez que lo vio, y no había olvidado ni un solo detalle.
-Hola, Darien.
-Él le dedicó una lenta sonrisa que le aceleró el pulso.
-Tienes buen aspecto dijo, recorriéndola con la mirada. Te has cortado el pelo.
-Serena se echó a reír y se colocó un mechón tras la oreja. Mientras estuvo casada Darien Shields había llevado el pelo hasta el trasero, y a él le había encantado peinárselo con los dedos, extenderlo sobre la almohada…
-Apartó aquel recuerdo tan dolorosamente dulce.
-Ha pasado mucho tiempo.
-Me gusta dijo él inclinando la cabeza.
-¿Qué estás haciendo aquí, Darien?
-¿Aquí… en Fairweather? ¿O aquí… aquí?
-Las dos cosas.
-Estoy aquí… señaló el sitió libre que había junto al coche de Serena porque quería que supieras que he vuelto.
-Después de ver lo ansioso que había estado por escapar del pueblo, y de su matrimonio, a Serena la sorprendía bastante su regreso, pero verlo cara a cara la desconcertaba e irritaba considerablemente.
-Gracias por avisarme, pero la prensa se te ha adelantado.
-Él tomó el periódico que ella le tendía y puso una mueca al leer el titular. -«Héroe local», ¿eh? Parece que las cosas no han cambiado mucho por aquí si esto se considera noticia.
-¿Qué esperabas?
-Él la observó durante unos momentos. Serena se negó a mover los pies o cruzarse de brazos. No quería parecer enojada ni impaciente, sólo desinteresada.
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MEDIDAS DESESPERADAS (McIver Libro 1)
RomanceDarien Shields había vuelto a la ciudad y la única persona a la que no le alegraba su regreso era su exmujer, Serena Tsukino. Ella sólo quería enterarse de cuándo se marchaba de nuevo, porque era lo que siempre hacía aquel hombre. Y esperaba que se...