Aún te quiero, Serena. Y uno de estos días voy a demostrártelo. Dos días después, las palabras de Darien aún seguían resonando en su cabeza.
No eran sólo las palabras. Era la sinceridad de sus ojos y la determinación en su voz lo que la emocionaba y aterraba a la vez.
Quería creer que la amaba. Quería creer que era posible que la amara la mitad de lo que ella lo amaba a él. Ese era el problema: se había sentido exactamente igual cuando se enamoró de él por primera vez.
De acuerdo, tal vez no exactamente igual. Ahora todo parecía más real e intenso. Y por eso mismo era peor. Porque ahora no sólo estaba en juego su corazón, sino también el de Rini.
Se extrañó al encontrar cerrada la puerta trasera. Pero entonces recordó que Darien se había llevado a Rini a pasar el día a Filadelfia; quería llevarla al Museo de los Niños y a un partido de béisbol. A Serena no le importaba que se hubieran ido, y sabía que Rini estaría en buenas manos con él, aunque su hija aún no sabía que Darien era su padre.
La preocupación inicial por mantener el secreto se había desvanecido hacía tiempo. Darien había demostrado con creces su disposición a compartir las responsabilidades de la paternidad. Era el padre de Rini y merecía que se reconociera esa relación.
Metió la llave en la cerradura y abrió la puerta. La casa estaba inusualmente tranquila sin Darien ni Rini esperándola. Pero más que una sensación de paz, ofrecía una sensación de vacío.
Fue hacia el frigorífico para ver qué podía cenar cuando oyó un coche en el camino de entrada. Miró por la ventana de la cocina, sabiendo que Darien y Rini aún tardarían horas en volver, pero aun así con la esperanza de ver aparecer el jeep de Darien.
Pero lo que vio fue el Lexus de su hermano. Reprimió una punzada de decepción. No había tenido ocasión de visitar a Mamoru desde la noche de la colecta de fondos, y su compañía podría ser lo que necesitara para sacarse de la cabeza a su exmarido.
-¿Esta visita es por negocios o por placer? -le preguntó al abrirle la puerta.
-Las dos cosas -la besó en la mejilla y le tendió un sobre grande.
-Sí que ha sido rápido -dijo Serena-. Gracias.
-Encantado de ayudar, aunque no creo que sea necesario.
-¿Qué quieres decir?
-Vamos, Serena. Darien y tú habéis sido inseparables estas dos últimas semanas. ¿Por qué no te casas con él y lo sacas de su miseria?
-No me ha pedido que me case con él -respondió a la ligera, aunque sólo de pensarlo el corazón se le henchía de esperanza.
-Entonces es que mi hermano no es ni la mitad de inteligente de lo que yo creía -sonrió-. Cásate conmigo y dejemos que se revuelque en su miseria el resto de su vida.
Serena se echó a reír.
-Es una oferta tentadora, pero creo que la rechazaré.
-Sí -dijo él encogiéndose de hombros-. Eso me imaginaba.
-Aunque no rechazaría tu compañía si quieres quedarte a cenar.
-¿Estás sola?
-Sí. Darien se ha llevado a Rini a un partido de béisbol, y Usagi está en una conferencia.
-En ese caso -dijo Mamoru-, me encantaría quedarme a cenar.
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MEDIDAS DESESPERADAS (McIver Libro 1)
RomanceDarien Shields había vuelto a la ciudad y la única persona a la que no le alegraba su regreso era su exmujer, Serena Tsukino. Ella sólo quería enterarse de cuándo se marchaba de nuevo, porque era lo que siempre hacía aquel hombre. Y esperaba que se...