JARED

4 1 0
                                    

Mis ojos se abrieron de golpe, el dolor en el dorzo de mi brazo se intensificó, había quedado doblado bajo mi cuerpo un par de horas, la luz de los rayos del sol cubrían toda la espaciosa recamara, Marina seguía dormida una de sus piernas colgaban fuera del colchón.

¿Había soñado?

No, estaba segura que no. Me levante poco a poco en busca del amarillento papel de la carta, pero no había nada. Seguramente había sido un sueño, ¡no! ¿Cómo había llegado hasta aquí?

Un fuerte golpe se escucho en la puerta.

—¡Marina! ¡Aranza! Dice mamá que bajen a desayunar ahora— grito Lu

Me acerque despacio a la puerta chocolate de mi habitación y la abrí con sumo cuidado

—Calla Lu, Marina aún duerme—

—¿Quién habló de comida? —Marina estaba justo detrás de mí con su cabello alborotado y rastros de saliva en su mejilla.

—Lu, nos ponemos presentables para la mesa y bajamos—

—¿Que? ¿Por qué? Muero de hambre, yo así estoy bien—

—mi madre te excomulgara si te ve así Mar— sonrió Lu mientras se escabullia por la escalera.

(. . .)

—Creo que ya es suficiente mantequilla jovencita—mi madre tomó el tarro de mantequilla y lo retiro de Lu, mientras esta hacia pucheros.

—¿En que demonios estabas pensando cuando te lánzate hacia la alberca Aranza?—

Gire mi mirada hacia la glacial y furiosa mirada de mi madre, mientras Lu nos miraba expectativa y Mar se sonrojaba por el imprudente reproche de mi madre.

—Solo quería nadar—me excuse

—¿Nadar? ¿Con este frío? En realidad lo que quieres es estar llamando la atención, y metiendote en problemas desde hace un par de meses, gracias a dios Rob llegó a tiempo—

—mamá creo que no es el momento—

—Aranza Nicolle, tu no me dices lo que debo o no hacer contigo—

—leonela, creo no es el momento, Mar está aquí cariño—

—No creo que le moleste, como su amiga debe de estar preocupada por esta niña—

Las palabras de mi madre daban vuelta por mi cabeza, mientras Mar y Lu solo movían los ojos de un lado a otro.

Tomé con ambas manos mi tazón de avena con fresas, lo sujete y lo dejé caer sobre la mesa produciendo un enorme golpe.

—¡Basta mamá!—grite sobresaltada

Mis padres abrieron de par en par los ojos

—creo que ya fue suficiente de su sobreproteccion, me están volviendo loca, me están enfermando. Esa vez, esa noche, hubiera preferido que las cosas hubieran resultado como debieron de ser— grite mientras las lágrimas resbalaban por mis mejillas en gruesas gotas, me levante de la mesa y salí tan deprisa de la casa que no me importaron los gritos de mi madre.

No se cuanto tiempo pase vagabundeando sobre las calles, hasta que me di cuenta que había pasado un supermercado que estaba lo bastante retirado de mi casa, y lo peor aún, vestía un pantalón holgado de cuadros rojos y negros y la sudadera a juego (mi pijama)

Después de un corto tiempo llegue al que parecía ser un parque, o plaza. Los árboles tenían aquellos colores brillantes del otoño, acres vestidos de color naranja y algunos ya sin hojas.

El Chico De Al LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora