Misterios

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-¿Dónde te metiste?-

-Creo que me equivoqué, entre al lugar equivocado- trate de que no notara mi nervioso. -Vamonos-

-¿Encerio? ¿Que hay en esa habitación?-

-No observe bien- mentí.

-Vamos a echar un vistazo-

Mar se abrió paso dejándome atrás y en un movimiento astuto ya había entrado a la habitación y yo tras de ella.

-Mar, no creo que esto sea una buena idea-

-Anda Aranza yo sé que tú también quieres saber que ocultan los Stark, me he contenido de preguntarle a Aquiles sobre su hermano del que hablas tanto. Eso es extrañó ¿Será que se averguenzan de él? ¿Será un delincuente?-

Mar avanzo, entre la habitación abandonada, observando cada rincón, moviendo cada cosa de su lugar.

-¿De quien cres que sea está habitación?-

-No lo se Mar, vámonos-

-Si, no hay nada interesante-

Suspiré agradecida que la curiosidad de Mar se hubiera esfumado así de pronto.

-¿Que ha pasado con ustedes dos?- pregunto Liel.

-Nada, Aranza se ha perdido entre los cuartos-

-Siento mucho no haberte podido explicar donde está el tocador- se disculpo Aquiles.

-No hay por qué sentirlo- conteste mientras meditaba la manera de escabullirme al patio trasero

-Estoy encantando de estar aquí con ustedes nenas- dijo Liel, con excesivo entusiasmo.

-Apuesto que Aranza mucho mas- añadió Mar.

-Voy a matarte por esto ¿Lo sabes?-

Ella levanto las manos y retrocedió.

-Solo te ayudo. Liel está loco por ti. Cuando te fuiste, le dije que tienes una enorme fila esperando por ti. Su cara fue épica, moría de celos-

La fulmine con la mirada.

Mire a ambos lados del jardín

-Necesito algo-

-¿Un nuevo galán quizá?-

-No: aire fresco, mucho aire fresco aquí me ahogo con la gente- camine tan rápido como pude entre el gentío.

Una vez fuera del lugar, seguí los setos de la señora Johnson, inmersa en la obscuridad del pasillo solo iluminado por las tenues luces neón camine un poco más, hasta llegar a dónde trinaba la construcción de la casa.
El viento había pasado de frío a helado, recorrí con mi vista el lugar no era más que un extenso jardín lleno de césped y Enmedio una enorme alberca de talla olímpica iluminada. Una sensación se apoderó de mi, aquella sensación escalofriante y vertiginosa de que no estaba sola.
Con el corazón acelerado, camine un poco más hacia la alberca, alejándome del concretó y pisando el acolchonado cesped.

-Eres una curiosa- Jared sonrió.

Lo mire entre parpadeos.

-¿Estás bien?- preguntó. -Parece que tienes miedo-

-Es el efecto que produces- le espetè.

De pronto alzó su mano y quitó un mechón de cabello de mi rostro.

-Sabes creo que debí dejarte así el cabello, esa parte que se alborota es como tú parte rebelde, esa que escondes tan bien bajo tu cara de niña buena-

El Chico De Al LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora