Una Mala Desicion

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Dicen que los ojos son el espejo del alma.

Pensaba mientras veía los ojos de Roberto frente a mí, sentados en el comedor de la cosína, pero no veía más que distracción y poco brillo en ellos, algo estaba cambiando.

—Aranza— mi madre se paro frente a mi con ojos de extrañeza.

—¡Perdón! — me disculpe mientras ambos me miraban

—Creo que Aranza necesita descansar—hablo Rob con una mueca en la cara

—Le dijo la doctora Wueber que tomará sus medicamentos como lo indicó, no se si esta niña está atendiendo las indicaciones
Robertito—

Blanque los ojos, había olvidado dar detalles de la consulta con la cardiologa a Rob por lo que sabía que esto traería como consecuencia que se molestara.

—Amor ¿Estas tomando somniferos y no me lo dijiste?—pregunto Rob con ojos inquisitivos.

—Lo siento, no sé dónde tenía la cabeza— me disculpe.

—Si claro, desde hace días que no sabes donde la dejas Aranza— me recriminó mi madre.

—Creo que me tengo que ir. Estoy por entrar de guardia en el hospital, señora Leo mil gracias por la cena, Aranza mañana hablamos— Roberto se despidió mientras cargaba su chaqueta, para después besar mi frente y salió de mi casa.

Después de cenar y charlar un poco de la condición de Lu por fin pude subir a mi habitación, tomé una ducha como cada noche y me acosté en medio de mi cama esperando que el sueño llegara por si solo, me rehusaba a tomar las pastillas que la cardiologa me había indicado, cerré mis ojos para poder descansar...

Justo estando a punto de dormir escucho como algo se quiebra de él otro lado de la calle, angustiada me levanto rápidamente para poder observar desde mi ventana que fue lo que se ha roto, llevo puesto un camisón de seda en color hueso y tomo la bata para cubrir mi cuerpo, sin antes mirar el reloj que esta situado en mi mesita de noche, y gimo de fastidio cuando me doy cuenta que es la una de la mañana.

Camino con paso de zombie hacia la ventana, y me paralizó  cuando abro la cortina, mi corazón palpita alocadamente y un escalofrío recorre mi cuerpo cuando me doy cuenta que justo afuera de ella en mi balcón está de pie nada más y nada menos que Jared Stark.

Estoy a punto de desmallarme.

¿Que demonios hace él en mi balcón?

Me debati un momento si abriría la ventana o me quedaría hay como tonta mirándolo fijamente sin poder reaccionar. Eche una mirada furtiva a ambos lados de mi habitación, nada extraño, ni papá, ni mamá, ni mucho menos Lu. Con el corazón acelerado me adelante un paso y abrí el ventanal de mi habitación, el aire frío de afuera se coló haciéndome extremecer.

Jared me sonrió

—¿Que haces aquí? —le exigí saber con voz firme, mientras sentía un hueco en el estómago.

—¿Que te ocurre? Parece que quieres vomitar—

—Es el efecto que produces en mi— Le espete, molesta por las actitudes que tomaba conmigo.

—Creo que debemos de ir adentro, de un momento a otro vómitaras y el frío aquí es intenso— me sujetó del brazo y me arrastró hacia adentro de mi habitación.

—Gracias por ayudarme, pero lo que deberías hacer es salir de mi habitación y marcharte—

Me quito un mechon de la cara que se había alborotado con el aire.

—Debo admitir que me gusta tu
pelo—

Me alise el pelo con rabia, escondiendo el mechón tras mi oreja .

El Chico De Al LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora