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Para alguien bastante ebrio, Peter pudo notar que este sujeto, el cuál sería su cena, estaba bastante consciente de su entorno. Esto mismo comprobó cuando lo miró levantar el rostro, como un hombre sintiéndose observado.

Sus grandes ojos azules barrieron el local en busca de quién lo miraba y rápidamente, demasiado rápido para Peter. Sus increíbles ojos cayeron sobre su persona.

Peter maldijo para sus adentros, se sintió atrapado, aquellos ojos sobre el provocaban una sensación similar al agua helada golpeando tu piel. Era un golpe fuerte, sorpresivo, pero ciertamente placentero. Contuvo el aíre y se quedó rígido, congelado bajo la mirada.

Pero lo jodido llegó a el, cuando su presa le sonrió.

Peter no tenía mucha experiencia respecto a los sentimientos propios. Recordaba como se sentían los ajenos, los cuales habían pertenecido a su viejo yo. Pero mas halla de ellos y mas halla de los suyos. Los cuales eran la incomodidad, la envidia, el hambre, la sed y la irá. No había mas espectros.

Por lo que le era difícil explicarse que era lo que experimentaba en ese preciso momento. Parte de el tembló, otra parte lo emocionó, pero lo que mas lo impresionó fue la forma en que su corazón latió rabioso, rápidamente como si de un ataque cardíaco se tratase. Se sintió mareado y en reflejo, sonrió tan miserablemente como un infeliz que nunca habia realizado esa acción.

Fue jodido, sin duda. Pero bastó para su presa, quién se puso perezosamente de pié, para caminar hacía el. Muy relajadamente y en silencio, se sentó a su lado aún de buen humor.

Peter reuso su mirar, solo un momento. Intentando calmar el desastre. Pero como un imán atraído, inevitablemente volteó nuevamente hacía el, en busca de sus ojos.

El hombre a su lado, le miró de reojo, mientras tragaba lo poco que quedaba de la copa que había traído consigo. Peter trago saliva al ver su cuello expuesto, al verlo tragar aquel líquido como si de agua se tratará. Y eso fue... Exictante.

En el momento en que no hubo ni una sola gota en el vaso, el hombre volteó por completo hacía el, la postura de Peter volvió a ser similar a la de una roca. Sus ojos marrones se notaban ligeramente asustado. Pero el no estaba para nada atemorizado.

Por supuesto que no. El solo estaba hambriento y extrañamente excitado. Lo cual lo tomaba por sorpresa.

— me llamo Beck. — soltó la presa. Sus finos labios, de rosa pálido, habían ganado toda la atención de Peter. Quien por alguna razón, sintió un increíble placer al escucharlo hablar.

Cómo algún místico hechizo, similar al canto de sirena. Sin embargo no era una voz suave, por lo contrario. Era profunda, parecida a la voz dañada, ronca y alarmantemente dominante.

En todos sus años de nueva vida, jamás se había sentido tan deseoso por algo. Por lo que para Peter era muy confuso todo este asunto.

— Peter. — respondió con dificultad, recordando los modales. Pero mas incómodo aún porque, en comparación, su voz sonaba débil y aguda.

La presa, cuyo nombre es Beck, le sonrió encantado, inclinándose sobre el.

—¿Cuántos años tienes Peter?. — cuestionó con intención.

— 24. — se limitó a responder, sin embargo, muy profundamente sabía que esos 17 años no le pertenecían.

— entonces. Peter, ¿Puedo saber porque me mirabas?.

Peter comprendió que Beck no estaba molestó, ni incómodo por lo obvio. Mas bien, parecía como si estuviera orgulloso de haber captado su atención.

Peter meditó un poco en su respuesta, encogiéndose de hombros, cuando decidió sus palabras.

— honestamente Beck, mi intención es comerte.

Las palabras llegaron a los oídos ajenos rápidamente, Peter espero una reacción histérica, no le sorprendería que el tipo se echará a correr intentando inútilmente salvarse, lo cual volvería a la presa mas apetitosa. Recientemente Peter habia notado que la presa que intenta salvarse suele tener un mejor sabor, tal vez debido a la emoción de la persecución.

El hombre lo miró en el primer segundo con clara confusión. Luego sonrió atrevidamente, parecía maravillado por la idea, lo que logró que Peter frunciera su ceño.

— mi casa queda bastante cerca, si te apetece. Podemos ir. — ofreció entonces. Peter se extrañó.

Que raro casó era este hombre. Que muy amablemente ofrecía su vivienda como escenario de la próxima cena. Sin embargo ofertas como estás no eran comunes y parte de el se sintió curioso. Por lo que aceptó tras un momento.

Beck se colocó de pié rápidamente, emocionado, mientras pagaba su cuenta. A su lado Peter también se ponía de pié. Complacido de lo voluntario que resultó su presa.

Se marcharon del local como habían llegado, sin ser notados. Y caminaron en confortante silencio unas calles abajo, hasta una sección de departamentos. Ingresaron al vestíbulo a paso calmado, las luces del lugar resaltaban mas a Beck, cuyo atractivo podía ser mejor apreciado ahora. Ambos subieron al ascensor sin muchas vueltas.

Peter estaba contento por la dirección que tomaban, parado a su lado observó a Beck tocar el botón 6, haciendo que las puertas se cerrarán mecánicamente. Peter tomó aíre, llenando sus pulmones de su olor, sintiendo algo diferente en ella, una esencia mas picante volviendo al aroma mas embriagante.

Mientras pensaba en este cambio repentino, su espacio fue invadido y agresivamente unos labios suaves chocaron con los suyos, Peter sintió la barba raspar su barbilla y las pestañas ajenas rosar su mejilla. Beck ahora tenía el rostro ligeramente inclinado a la izquierda e intentaba invadir su boca con su lengua.

El cerebro de Peter experimento corto circuito, mientras sus pantalones se sintieron mas apretados. Sus ojos estaban abiertos por la sorpresa. Pero al momento de abrir su boca, y de que esta sea invadida, pudo sentir el sabor de la saliva de Beck. Fue simplemente majestuoso.

Y Peter cerro sus ojos dejándose arrastrar, sintiendo el agarre de las manos firmes en su caderas. Siendo obligado a pegarse al sólido cuerpo ajeno. A través de la ropa sintió un bulto, mientras el suyo propio rozaba la pierna de Beck.

Bloody HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora