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Resulta que Beck era oficial de policía. Uno de los rangos mas bajos en cuestión de jerarquía policial. Pero igualmente un logro impresionante para Peter.

Era hijo único, su padre había fallecido a los 35 por un fallo respiratorio y su madre era una mujer de avanzada edad, que vivía en California. Beck estaba solo en el mundo. Peter entendió ese sentimiento.

—¿Que hay de tí?. — cuestionó el castaño, colocando un plato frente a Peter, quién intentó no gruñir a la comida.

—¿Que quieres saber de mi?. — cuestionó a la defensiva, mirando al rededor del departamento.

— no lo se, ¿Tu nombre?.

— Peter. — respondió, Beck lo miró con insistencia para que lo completará, lo que hizo que Peter contestará con rapidez. — Parker. Peter Benjamín Parker.

Beck le sonrió antes de voltear por las tostadas que casi salían volando del tostador. Peter aprovecho ese momento para apartar el periódico viejo de su vista, donde bajo la gran portada se hallaba el apellido del fotógrafo. Peter consideraba que no se sufre por lo que no se sabe.

—¿Tienes hermanos, familia?, ¿Que haces en Nueva York?.

El chico se removió en su asiento. — no tengo hermanos, tampoco padres. — los ojos críticos de Beck lo observaron. — bueno, es complicado... Ellos, no estan presentes para mí. — aclaró. — estoy sólo. — dijo honestamente.

Beck lo miró con pena. Pero no esa clase de pena similar a la que habita en Tony. Mas bien esta era una pena comprensiva. La que Peter podía ver al observar un espejo.

Lo cierto es que Peter ahora estaba maravillado de Beck, tal vez por que nunca habia interactuado con alguien, mas halla de Tony y de Wade. Y era completamente nuevo para el.

Su aroma era un factor decisivo en su apetito, intentaba no olerlo continuamente, intentaba perdonarle la vida... Nadie había sido tan amable con el, no sinceramente.

Mirando el plato fijamente lo decidió. Justo en el momento en que se colocaba de pié. Lo que hizo que Beck lo mirará sorprendido.

—¿Ocurre algo?. — cuestionó.

Peter negó, rasco la parte trasera de su cabeza, aguantando la respiración. Antes de atreverse a verlo.

— tengo que irme. — soltó entonces y Beck se vio decepcionado, como un niño cuyo amigo ya no podía jugar con el.

— de acuerdo. — aceptó, colocándose de pié para acompañarlo a la puerta. Hubo un silencio tensó. Un incómodo adiós.

Ambos frente a la puerta. Peter suspiro, lo tomó del cuello atrayéndolo a el y lo besó. Beck respondió sorprendido, hasta que los labios ajenos se separaron del el. Peter tomó una bocanada de aire, su aroma entró en el como una dosis, llenando todos sus pulmones. Peter tembló, se apartó y negó.

— adiós Beck. — susurro, marchándose por la puerta.

El hombre se quedó allí inclinado en la puerta, lo dejó ir, sin evitar preocuparse. Sabiendo que había un aura de peligro rodeándolo. Como aquellos chicos cuyas esperanzas habían muerto. Metiéndose en riesgo, sin nadie que los cuidara.

Peter salió del ascensor hambriento. Cuando llegó a la vereda el aire helado de Nueva York lo golpeó como una brisa. Peter sonrió, un aroma había llegado a el, su nueva presa doblaba en la esquina. Y tal vez no era Beck, pero era algo...

Siguió sigilosamente a la mujer de rubio cabello y tacones altos. Ella era hermosa por lo que podía ver. También era adinerada o contaba con un novio adinerado, el perfume que llevaba puesto, el cual casi tapaba su aroma por completo, era de una marca altamente costosa.

Bloody HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora