Capítulo 17: Visita sopresa

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Después de unos minutos hablando en la cama, Alicia se quedó dormida. Estaba aferrada a la castaña como un koala, tratando de no despertarla se levantó lentamente y la dejó dormir.

-¿Y Alicia?- preguntó su madre viendola salir de la habitación.

-Que sorpresa, le has dicho "Alicia" y no "La lesbiana esa".- rió un poco.

-Calla, Raquel.

-Está dormida.- se dirigió a la sala de estar y se dejó caer en el sillón.

-Pobre mujer, lo que sea que haya hecho, no merecía que la dejara así.- Raquel asintió pensativa- ¿Cómo piensan entregarlo a la policía?, no creo que sea una tarea fácil.

-Lo sé, hay algo que me inquieta mucho.

-¿A ver?

-Lo que me preocupa es que la policía la considere complice.

-¿Por qué harían eso?

-Pues... Alicia lleva con él nueve meses y hasta ahora lo quiere entregar.

-Sí pero la policía no tiene que enterarse de eso.

-Mamá, harán preguntas.

-Primero que todo, pegarle a una mujer es un delito, aparte, puedes hacerle una propuestas, como quién dice unas por otras.- y entonces se le prendió el foco.

-Dejarla libre a cambio de entregarlo a él.- dijo Raquel. Era una buena idea, el problema era saber si aceptarían esa propuesta pero ¿Por qué no? Germán estaba siendo buscando por la policia desde hace años y ellas estaban dispuestas a entregarselo en bandeja de plata.

...

Raquel estaba agotada. Después de otro día más en la panadería, se disponía a cerrar. A veces su madre la ayudaba y ella podía descansar pero eso solo eran dos o tres días, ya luego le tocaba andar de un lado para otro.

Cogió un taxi y pronto llegó a su casa. Esperaba que Alicia se sintiera mejor y que su madre no haya hecho comentarios extras. Para su sorpresa, al abrir la puerta escuchó risas en la sala de estar.

-Nah nah, siempre es lo mismo con estas películas.- dijo Alicia.

-Estoy de acuerdo, son muy cliché. Pobre hombre.- escuchó a su madre decir mientras ponía su bolso y sus llaves cerca de la puerta.

-Que sorpresa, ¿Ustedes dos de acuerdo en algo?

-Raquel, ¿Cómo te fue?- preguntó la pelirroja tomando palomitas para llevarlas a su boca.

-Lo normal, ¿Ustedes?- se acercó y se sentó en el sofá.

-De hecho, mejor de lo que esperaba. Alicia me ayudó a limpiar y a cocinar, conversamos un poco y nos pusimos a ver peliculas, esta es la tercera.- dijo Mariví.

-¿Quieres?, las hizo tu madre.- Alicia le ofreció palomitas.

-Joder, me esperaba una cosa totalmente diferente.- cogió un puñado de palomitas.

-La verdad tu amigovia es muy divertida.- admitió la señora.

-Ya me dio permiso de casarme contigo.- bromeo Alicia provocando la risa de Raquel.

-¿En serio?

-No.- las dos jóvenes estallaron en risas ante esa respuesta.

-Ya lo hará, no te preocupes.- le susurró la pelirroja.

-Bien, me voy a cambiar.- se levantó del sillón y se dirigió a su habitación dejando a su madre y a Alicia solas.

-Si veo que la haces feliz entonces sí.- dijo la señora derrepente mirando la televisión.

-¿Cómo?- se confundió un poco.

-Lo de casarte con mi hija.- la pelirroja lo decía de broma, sabía que Mariví nunca aceptaría que su hija se casara con una mujer, lo dijo para sacarle una sonrisa a la castaña pero le sorprendió demasiado ver que la señora de verdad lo estaba considerando- ¿De verdad has pensado en proponerle matrimonio?

-Sí, pero siempre vi imposible.- un silencio se formó y Alicia simplemente volvió su atención a la película.

Unos minutos más tarde, Raquel salió de la habitación con un pantalon chandal y un top dejando al descubierto su enorme vientre. La pelirroja no la había visto así.

-Wow, es mas grande de lo que parece.- Raquel se sentó al lado de ella.

-Sí, es relamente grande.- con una sonrisa Alicia lo acarició.

-E insoportable.- habló Mariví- No sabes lo antojos y cambios de humor con lo que se mantiene, no entiendo como la aguantas.

-Conmigo no ha hecho esas cosas.- la miró.

-Por que está exagerando.- Raquel le abrió los ojos a su madre.

-No estoy exagerando, Raquel.- y en ese momento escucharon golpes en la puerta. Alicia se levantó y se acercó para ver por la mirilla quien era. Al hacerlo entró en pánico y se alejó de la puerta.

-¿Quién es?- preguntó Mariví y sin hacer ruido con los pies, se acercó a ellas.

-Germán.- entonces las otras mujeres también se asustaron.

-Yo voy.

-¿Que? No, Raquel.

-Alicia ve a mi habitación y yo me ocupo.

-Hazlo.- Mariví apoyó a su hija. La pelirroja hizo caso y Raquel abrió.

-Buenas noches.- sin importale como estaba vestida se dejó ver.

-Buenas noches, estamos buscando a Alicia, mi prometida.- Germán había llevado a dos hombres mas consigo por si la cosa se ponía fea, pero ellos estaban en el auto.

-Lo siento pero ella no está aquí.

-La conoces.

-Sí, pero no está aquí.- sabía que el las había visto besándose, así que no podía mentir diciéndole que no la conocía.

-Dejame pasar.

-Usted no tiene derecho.

-Si, bueno, como sea.- siendo él más alto que ella abrió la puerta haciendose paso a la casa- Oh, buenas noches, señora.- saludó a Mariví quien temblaba de miedo.

Dentro de la habitación a Alicia estaba que se le salía el alma, tenía miedo que el hombre le hiciera daño a su Raquel o a Mariví. Entonces escuchó gritos.

-¡Alicia! ¡Joder, sal de ahí!- daba golpes a la puerta de la habitacuon de la castaña.

-Ahí no hay nadie, deje de gritar.

-¡Joder ya cállate!- le apuntó a la cabeza con su arma- Crees que no sé que te estas tirando a mi mujer.

-Ella no es su mujer.- contestó sin miedo.

-Raquel...- su madre pedía que no lo provocara.

-Germán, lárgate.- la pelirroja se hizo presente en la escena- ¿¡Que haces!?- le preguntó al verlo apuntarle a la castaña.

-Nos vamos, sal y subete al auto.- le dijo sin dejar de mirar a Raquel. Estaba más que enojado con aquella mujer.

-No, yo no me voy contigo a ningún lado.- entonces la miró.

-Alicia, no me saques de mis casilla, no te conviene.

-Ah, ¿Me vas a volver a pegar? Pero esta vez quieres público.- ahora era a ella a quien el hombre apuntaba.

-Subete al puto auto.

-¿O sino que?- ella rió, no le tenía miedo.

-Alicia...

-¿Vas a matarme?- bajo el arma a su pecho- Hazlo, pero mirame a los ojos cuando lo hagas.- esa mujer estaba totalmente segura de que él no lo haría, pues estaba enamorado de ella.

-Vayase, la policía está en camino.- habló la señora con el teléfono en mano.

-Vendré por ti, Alicia.- guardó su arma y emprendió su viaje de regreso a su mansión.

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PROSTITUTA - RALICIA [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora