17 Capítulo

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Juliana

Cuando llegué a mi casa empecé a procesar todo, estaba temblando, tenía ganas de llorar. Realmente no había pasado nada grave, pero estaba apunto de un colapso.

-¡Juliana!- dijo Yolanda. No me había dado cuenta que me había quedado parada en la entrada mirando un punto fijo en la pared.

-¿Señora?- dije parpadeando repetidas veces para volver a la realidad.

-¿Que pasó, mi niña?- cuando Yolanda pronunció estás palabras sentí las lágrimas agolpandose en mis ojos.

Respiré profundo e hice una seña para restarle importancia -No pasó nada, Yolanda. ¿Me das permiso? Voy a desechar este café.- dije pasando por el lado de ella y dejando ese vaso en la basura.

Me sequé las lagrimitas que habían rodado por mis mejillas y subí rápido a mi habitación.

¿Que hago?¿Que hago?¿Que hago?
Pensé mientras daba vueltas por mi habitación. Era obvio que Karla y su familia están en el narcotráfico, me había impactado mucho.

Cogí mi teléfono y marqué el primer número que apareció en mis contactos Danna.

-Necesito que vengas ya- se me quebró la voz.

-Si, si ya voy para allá.

Sentí un gran alivio al escuchar que Danna venía para acá.

Tenía miedo, mucho miedo. Quería llorar y gritar. Leí algo sobre estoy y según recuerdo estaba en medio de un ataque de pánico.

Me senté un rato pero no podía quedarme quieta.

¿Que tal si tratan de matarme?¿Y si le hacen algo a mis papás?¿Si dañan mi futuro?

Tenía que quitarme estos pensamientos de encima.
Tocaron a mi puerta y al ver a Danna rompí a llorar.

Lloré y lloré y lloré hasta que no pude más. Me sentí agradecida al saber que Danna estaba conmigo.

-Ya pasó, Juli. Cuéntame qué pasó- dijo Danna cuando me soltó.

Me soné la nariz y respiré profundo para calmarme.

-Karla, Karla tiene negocios con el narcotráfico- solté sin rodeos.

Danna abrió los ojos y una expresión de sorpresa llegó a su cara. -¿Que?

-Si. Hace poco mis papás hablaron conmigo, me dijeron que tuviera cuidado con Karla, que ellos sabían en que andaba metida.- Me soné una vez mas -Hoy por la mañana Karla me citó en una bodega abandonada y aproveché para preguntarle.

Ella negó todo, pero cuando me fui la escuché gritar y patear cosas- más lágrimas rodaron por mis ojos -La escuché hablar con el papá. Escuché perfectamente cuando dijo "Ellos saben, papá. Saben lo del narcotráfico".

Danna no quitaba su cara de asombro. Abría la boca para decir algo pero las palabras no salían de su garganta.

Estaba tan angustiada que quería llorar toda la noche.

Quería que Danna dijera algo pero estaba tan pasmada como yo.
Le toqué la mano y ella me miró a la los ojos -Por favor dí algo- dije con un hilo de voz.

-No sé, Juli. No sé por qué no me dí cuenta de nada de eso. Sabía que Karla tramaba algo, ella nunca llega por qué sí.

-¿Mis papás tendrán algo que ver con eso?- dije recordando todas las veces que mis papás me dijeron que teníamos que hablar sobre sus negocios.

-¿Con el narcotráfico?

-No, no, no. Con ellos, con los Jaramillo. Antes de que recurrieran a esos negocios. Tengo que hablar con mis papás, Danna.- la angustia regresó otra vez -¿Que tal si le hacen algo a mis papás?¿Que tal si los mata? Danna, no pueden hacerles eso, ellos son buenas personas. Son importantes para mi.

Empecé a llorar y a temblar más fuerte que antes. No quería pensar en que les pasará algo a ella.

Sentí que Danna volvió a abrazarme y ví a Yolanda entrar con un vaso de agua en su mano.

-Sientate, Juliana. Toma agua.- Yolanda me ofreció el vaso y lo tomé con la mano temblorosa.

-¿No tendrán un calmante?- Escuché a Danna preguntarle a Yolanda. Yolanda asintió y salió de la habitación.
-Tienes que dormir, Juliana.

-¿Tu te vas?- dije secándome las lágrimas con el dorso de mi mano.

-Si, Juli. Hoy mi papá trabaja de noche y no me gusta dejar a mi mamá sola.

Sentí un nudo en mi garganta otra vez, traté de llorar pero mis ojos ya estaban totalmente secos. -Está bien- dije sonando más calmada.

-Me voy ya, Juli. Yolanda te dará un somnífero para que puedas descansar bien.

-Te acompaño a la puerta, además necesito un poco de aire fresco.

Danna cogió su maleta y bajó las escaleras, yo fui detrás de ella. Tomé el pomo de la puerta y sentí que el alma se volvió a salir de mi. Sentí la boca seca y todo me empezó a dar vueltas.

Miré a Danna y al parecer ella también estaba así. Tenía los ojos fijos en la alfombra de la entrada.

Grité tan fuerte que pensé que quedaría muda.

Les explico: fuera de mi casa, en la alfombra que dice "bienvenidos" había una cabeza de cerdo con un cuchillo enterrado en el espacio que separa los ojos.

Los ojos del cerdo nos miraban fijamente y todavía le escurría sangre donde estaba clavado el cuchillo.

Era una imagen que jamás se me iba a borrar de la mente. Era horrible, impactante, asqueroso.

Yolanda se dió cuenta y corrió rápido a cerrar la puerta. Yolanda actuó muy rápido e inmediatamente llamó a mi papá. Se puso el teléfono en la oreja: "Samuel, necesitamos que vengan inmediatamente. ES URGENTE"

Yolanda también estaba alterada. Danna estaba en shock y yo quería encerrarme en mi cuarto otra vez a llorar.

Danna empezó a llorar y a temblar. Ahora las 3 estábamos a punto de un ataque de pánico.

Escuché que abrieron la puerta e inmediatamente sentí los brazos de mi papá rodeándome. Me susurraba cosas como "Todo está bien" o "tranquila" pero no podía procesar más cosas. La imágen del cerdo daba vueltas en mi cabeza una y otra vez.

Cuando alcé la cabeza, ví que mi mamá estaba diciéndole algo también a Danna. Danna se veía pálida, con la mirada perdida.

Mi papá me soltó y después salió de la cocina con 3 vasos de agua y 3 pastillas en una bandeja. Yolanda, Danna y yo tomamos el somnífero y en unos 10 minutos ya estábamos relajada.

Después de la pastilla mi mente no podía procesar nada, tenía mucho sueño solo podía pensar en eso.

-Suban y duerman- anunció mi mamá. No sé si fue por la droga o qué pero escuché a mi mamá muy comprensiva, por primera vez en la vida la escuché hablar así.

Después de que entré a mi cuarto no me acuerdo de nada más. Dormí tan profundo que ni una bomba atómica sería capaz de despertarme.

A la mañana siguiente me dolía todo. Me sentía pesada pero también sentía mucha hambre.

Bajé y ví a mi mamá con la pestañina corrida y a mí papá caminando de un lado al otro. Danna estaba desayunando en silencio junto a Yolanda.

-Juliana. Tenemos que hablar- dijo mi papá y tomó asiento.

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