26 Capítulo

18 8 1
                                    


Necesito a Danna. Necesito contarle esto.

Preferí llamarla a enviarle un mensaje, enviándole un mensaje me arriesgaba a que contestara dentro de 1.000 horas, pero llamándola me iba a contestar de inmediato.

-Hola, Danna

-¿Juliana?

-Tengo que contarte algo. Sebastien me llamó y me invitó a su casa en Venice.

-Espera ¿Escuché bien? ¿Sebastien? ¿Te llamó?

-Si, no me interrumpas. Me llamó y me invitó a su casa en Venice, este domingo.

-Bueno, ya pasaron casi dos años desde que hiciste eso, ya era hora de que pudieran hablar y por lo menos ser amigos.

-Tienes razón. Quiero pedirle perdón. Yolanda me va a ayudar con un postre hoy en la noche y tengo que salir a comprar algunos globos y esas cosas.

-¿Le vas a regalar un postre?

-Y un hoodie y unos tennis.

-Bueno, me parece bien.

-Espero que todo salga como quieres, Juli. Tengo que colgar.

-Okey- Danna colgó.

Bajé, Yolanda estaba descansando en la sala. Me senté al lado y ella me dió un abrazo de lado.

-Yolanda, necesito tu ayuda.

-¿Que necesitas, mi niña?

-Necesito que me ayudes a hacer un postre, no te estoy pidiendo que lo hagas tú sola, quiero que lo hagamos juntas.

-Si, mi niña ¿Empezamos ya?

Asentí y nos dirigimos a la cocina.

-Okey- habló Yolanda sacando unos tazones -¿De que quieres el postre?

-Mmmm ¿Podemos hacer un flan? Sebastien ama los flanes- esas palabras salieron casi por si solas de mi boca. Sentí la mirada de complicidad en Yolanda.

-Ummm. El postre es para Sebastien. Mi niña, estoy tan feliz de que vuelvan.

Sentí mis mejillas calientes -No, Yolanda, no vamos a volver. Solo quiero pedirle perdón, es todo.

-¿Perdón por qué?- Me acordé de que Yolanda no sabía nada de la infidelidad. Le había contado que terminaríamos por qué nos íbamos a la universidad.

-Por que terminamos por una razón muy tonta, eso es todo. ¿Que ingredientes saco?- cambié el tema rápidamente.

Yolanda no dijo nada más del tema y se lo agradecí, no era mi tema favorito.

Cuando acabamos, Yolanda me acompañó al centro comercial a comprar todo lo que necesitaba. ¿Ya entienden por qué Yolanda era como mi mamá?

Vagos recuerdos de estar aquí con Karla invadieron mi mente, la primera vez que fuimos a una fiesta, la pelea que tuvimos con Danna, esos recuerdos desencadenaron más y más.

-Juliana- Yolanda me devolvió a la realidad -¿Aquí compramos los tennis?

Estábamos paradas en frente de una tienda Nike -Ahh si, si señora.

Entramos y nos atendió una muchacha con apariencia árabe. Nos mostró una gran variedad de tennis pero al final nos llevamos unos negros básicos, él ya tenía unos así pero ya estaban feos y desgastados.

Pensé bien y aprovechamos para comprarle el hoodie de una vez ahí, en la tienda Nike. Así matabamos dos pájaros de un solo tiro.

-Listo, ahora solo faltan los globos.

Entramos a una tienda muy linda llena de cosas para decorar, tuve que contenerme para no comprar compulsivamente. Llevamos unos globos negros y azules oscuros.

Yolanda compró una pulserita para ella, era muy linda, tenía un girasol en el centro.

Volvimos a casa, y con ayuda de Yolanda empaqué todo en una maleta para que no levantar sospechas.

Subí a mi habitación a arreglar todo para dormir, mañana sería un día muy atareado.

...

¡Dios!

Aliste todo lo que necesitaba mientras tachaba una lista en mi mente. Bajé las escaleras, desayuné y me despedí de Yolanda.

-Te quiero mucho, Yolanda. Gracias por ayudarme con todo esto.

-Yo también te quiero mucho, mi niña.

Salí rápido de la casa y antes de abrir la puerta del Mercedes, me dí cuenta de algo. Inmediatamente me sentí mereada, podía jurar que estaba pálida.

En la ventana del piloto había una foto, en la foto estábamos Sebastien y yo cuando éramos más jóvenes, esa foto debió ser cuando no llevábamos más de 3 meses de novios. Hasta ahí todo normal, podría decirse que el mismo Sebastien la puso ahí la noche anterior, pero no. Lo que me dejó mal fue que esa foto estaba cubierta de sangre, sangre que no quería averiguar de donde provenía.

Sentí que todo a mi alrededor se detuvo. Quité la foto con mucho cuidado de no tocar la sangre y limpié la ventana.

Caí en cuenta de que ya casi era Halloween, los niños de esta cuadra acostumbran hacer bromas pesadas por estás épocas. Pero una voz dentro de mi insistía que algo estaba mal, que no era una simple broma.

Arranqué directo a Venice apartando todos esos malos presentimientos. Todo iba a estar bien, era una simple broma, nada más.

Tragué grueso cuando estuve frente a la puerta. Toqué el timbre y las mariposas en mi estómago se dispararon el doble.

Sebastien me abrió la puerta con una expresión que no pude desifrar. Estaba... Diferente. Físicamente tenía los músculos más trabajados, pero había algo más, tenía un brillo distinto en la cara, nada comparado a la última vez que lo ví en la graduación.

-Hola Ju...- no lo dejé terminar cuando le rodeé la cintura con los brazos y enterré mi cara en su pecho. Lo sentí tenso un momento pero luego también me abrazó. Me dió un beso en la frente y nos separamos.

Entré a la casa y me senté en el sofá. El sofá donde comimos pizza y vimos películas la primera vez que vine.

-¿Tienes sed? ¿Quieres algo de comer?- me preguntó entrando a la cocina.

-No, no te preocupes, estoy bien.

La tensión se sentía pesada en el ambiente.

-¿Como te ha ido, Juliana?

-He estado bien ¿Y tu?

-Igual- Sebastien estaba jugando con sus manos, estaba nervioso.

-Dilo- le dije para aliviar un poquito el ambiente.

-¿Que?

-Lo que quieras decirme, dilo. Si quieres gritar, hazlo, si quieres tratarme como lo merezco, hazlo. No te voy a reprochar.

-No, Juli, quise que vinieras para que pudiéramos arreglar las cosas con calma, como personas civilizadas. Hoy tengo planeada una cena, en la playa ¿Te parece bien?

El corazón me dió un vuelco -Me parece perfecto ¿Puedo subir a mi habitación?

-Claro. Quédate en la habitación principal si deseas.

Subí y entré a la habitación. Olía a brisa del mar. Y la vista era hermosa, me senté en la cama a organizar mentalmente todo. Mi parte sería mañana, ya había dicho que cuando él se metiera a bañar yo aprovecharía para poner los globos y arreglar todo.

Saqué mi ropa y la organicé, no sabía cuánto tiempo nos íbamos a quedar aquí, pero gracias a Dios traje la ropa suficiente.

Escuché que Sebastien tocó mi puerta -Juli, podemos ir a dar un paseo mientras esperamos al atardecer.

-Okey, ya bajo.

Oí como se alejaron sus pasos. Me retoqué el maquillaje y bajé.

Me dió una sonrisa con la boca cerrada y me ofreció su mano -Vamos.





Sólo un JuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora