25 Capítulo

16 8 1
                                    


Teníamos unas semanitas de descanso así que decidí pasarlas en mi casa con mis papás y Yolanda.

Hoy me iba. Me levanté temprano, fui a bañarme y traté de dejar ordenado mi lugar en la residencia. Me peiné y fui a desayunar a la cafetería. Me despedí de Marie y salí en el Mercedes.

Me faltaba como una cuadra para llegar a mi casa cuando ví una figura parecida a Sebastien ¿Sería él de verdad? No creo, pero era alto, musculoso, rubio, no ví sus ojos por qué llevaba gafas negras.

Inmediatamente mi corazón comenzó a acelerarse, me sudaron las manos, sentí que me ardían las mejillas. No sé por qué reaccioné así, si ni siquiera sabía con total seguridad si era él. Hacía un año no sabía nada de él, no sabía cómo iba en la universidad, no sabía si ya tenía novia, no sabía si su familia todavía vivía aquí en Nueva York, bueno, era obvio por qué estaba aquí.

Seguí andando dejándolo atrás pero con mil cosas en mi cabeza.

Llegué a mi casa y guardé el carro en el garaje. Entré por la puerta trasera y a la primera que ví fue a Yolanda. Cuándo notó mi presencia abrió sus ojos y sonrió con alegría.

-Juliana, mi niña. Estás aquí.

-Creo que si- dije abrazándola -¿Como estás, Yolanda?

Se separó de mi -Bien, mi niña. Me has hecho mucha falta y a tus papás también.

Sonreí aunque dude un poco de lo último que dijo, no creo que mis papás tengan tiempo para extrañarme.

-Sube a tu habitación y ya te llamó para almorzar- Yolanda me dió un beso en la mejilla y subí a mi habitación.

Extrañaba esta casa, extrañaba mi habitación, al fin y al cabo me había criado aquí, era mi hogar. Extrañaba a Yolanda, extrañaba su comida, extrañaba sus abrazos.

Me había propuesto olvidar a Sebastien, y lo iba logrando hasta hoy. Todavía no sabía si era él o no, pero no me iba a quedar con la duda.

Cogí el teléfono negro con escarcha que había en mi mesita de noche y marqué el número de la casa de los Smith.

-¿Aló?

-Hola, Juliana ¿Como estás?

-Buenas tardes, señora Smith. Muy bien ¿Y usted?

-Muy bien, cielo.

-Señora Smith, quería preguntarle si de pronto su hijo está en Nueva York- dije disimuladamente, como si no me interesa o como si fuera una duda como cualquier otra.

-Si, cielo, llegó hace una semana. ¿Por qué?¿Quieres pasarte por aquí un rato?

-No, no, señora. Muchas gracias de todas formas. Dios la bendiga, señora Smith.

-Está bien. Le diré a Sebastien que llamaste.

-No hace fal...- colgó.

Ojalá olvidara eso y no le dijera nada a Sebastien por qué que vergüenza. Se suponía que ya no queríamos saber nada de nosotros y que lo llamara mostraba todo lo contrario.

Yolanda me llamó a almorzar. Éramos solo nosotras dos, como siempre. Era pechuga con jamón y puré de papa.

-Yolanda, te quedó delicioso.

Yolanda sonrió -¿Como te ha ido en la universidad, mi niña?

-Bien, Yolanda. Me está yendo súper bien académicamente y mi compañera de habitación es súper cool.

-Me alegro mucho, mi niña.

Seguimos comiendo y conversando sobre varias cositas. Cuando terminamos, la ayudé a lavar los platos y luego pedimos unos postres a domicilio.

Al final del día llamé a Danna y duramos en videollamada casi 2 horas. A pesar de que estábamos a miles de kilómetros la seguía sintiendo cerca de mi, seguía contándole todo, seguíamos muy unidas.

Sonó el teléfono de mi cuarto. Me pareció raro por qué ya eran casi la 1 am. Contesté rápidamente:

-¿Aló?

-H h hola, Juliana- ¡Jesucristo! Era Sebastien. Mi corazón comenzó otra vez a descontrolarse, me empezaron a sudar las manos, sentí unos nervios todos raros en el estómago.

-Juliana, oye si no es buen momento puedo llamar después.

-No, no, Sebastien. Está bien.

-¿Como estás?- Sin siquiera verlo sabía que estaba jugando con sus dedos nerviosamente. Aunque no lo culpaba, yo estaba igual de nerviosa a él.

-Bien, he estado bien ¿Y tu?

-He estado bien también. Llegué hace poco a Nueva York.

-Ahh me parece súper, Sebastien.

-Juli, no sé si quieras ir conmigo este fin de semana a Venice. Entiendo si no quieres, los dos cometimos errores. Si no quieres enten...

-Si, Sebastien. Si quiero ir.

-Gracias a Dios. Está bien, nos encontramos allá ¿Te parece?

-Está perfecto. Hablamos después.

-Adiós, Juliana.

Bueno, eran muchas cosas que mi cabeza tenía que procesar. La primera y mas importante, Sebastien me invitó a su casa de playa en California, eso significaba que lo iba a volver a ver. Estaba muy nerviosa por que, o sea, hace mucho tiempo no nos veíamos ni hablamos.

Estaba consciente de que le había hecho mucho daño, también de que no habíamos terminado de la mejor manera. Pero supongo que este tiempo nos sirvió para madurar.

Aprovechando que íbamos a vernos quería hacer algo lindo para pedirle perdón. Tenía que pensarlo muy bien, por qué no había nadie que distrajera a Sebastien, o eso creía. Podía ser ¿Una comida? No, no sabía cocinar ¿Una manualidad? Tampoco, era super mala con las manualidades.

Podría ser un postre, Yolanda hacia postres deliciosos. Yolanda haría el postre, yo lo llevaría allá, mientras el se está bañando o todavía está dormido decoraría su habitación con globos, un cartel lindo, algo así bonito; tampoco sin llegar a ser 'guisa'.

Podría comprarle unos tennis también, él amaba los tennis Nike.

Solo sería para pedirle perdón, podíamos ser amigos normales a partir de ahí. Aunque en el fondo de mi corazón todavía guardaba una pequeña esperanza de que volviéramos a ser como éramos hace casi dos años.

Por la mañana iba a salir a comprar todo lo que necesitaba, no quiera dejar esto para última hora.

Al fin y al cabo Sebastien seguía siendo muy importante para mí.




Sólo un JuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora