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¡Ahhh! No quiero entrar al consejo estudiantil; no ahora que estoy tan nerviosa y avergonzada; porque apuesto con todo el amor que le tengo a mis padres, a que lo único que ganaría en estos momentos, es que se burlen de mí por mis actitudes. Todas torpes y temblorosas.
Pero, también si no entro... Alex empezará a sospechar que paso algo, y me hará un largo interrogatorio que solo hará que me ponga histérica y le termine contando todo.
Ahh~ mátenme por favor...
—¿Estás lista, Nene-chan?— pregunta Yui-senpai, viéndome con una sonrisa tranquilizadora.
Las dos nos encontrábamos afuera del consejo estudiantil desde hace unos minutos, pero no habíamos podido entrar, gracias a mi estúpido ataque de nervios. Pobre de Yui-senpai, luego la invitaría a comer por todos los favores que me hace.
—E-eh y-yo, en realidad... Sí... Es decir, no, bueno, no lo sé... ahhh— sin aguantar más, la abracé con fuerza ocultando mi cara en su pecho, a lo que Yui-senpai aceptó mi abrazo y empezó a acariciarme el cabello. Nos quedamos ahí unos cuantos segundos, cuando tomé la decisión de abrir la boca— Yui-senpai me harías un favor— ella hizo un sonido de afirmación— podrías llamar a Mei-chan o Sakura-chan, por favor— dije nerviosa.
Yui-senpai asintió con la cabeza sin preguntar nada y se alejó de mí para entrar al consejo estudiantil con algo de prisa.
Espere unos segundos afuera de la puerta sin moverme ni un poco, cuando la puerta se abrió y salió una Mei-chan atareada.
—¿Qué pasó Yashiro-san? ¿Te dio algo? ¿Necesitas medicamento? ¿Te sientes mal?— pregunta alborotada Mei-chan, viéndome de pies a cabeza buscando algún signo de enfermedad.
—No, no es nada de eso, es que...— me sonroje al recordar el casi beso— Yugi-kun...
—¿Qué dijiste?... Habla más alto— dice acercando su oreja a mis labios.
—Yugi-kun...— Mei-chan levantó la mirada con burla, viéndome con los ojos entrecerrados.
—Oh~ así que era eso— si supieras que hace unos momentos estuve a punto de besarlo, entenderías mis nervios— vale... si te sirve de ayuda, intenta verme a mí en toda la plática y no voltees a otro lado, o simplemente no lo veas, así de fácil.
La miré con mi corazón a todo dar, pero... Tiene razón, debo demostrarle quien soy, que soy fuerte, que soy diferente y que no soy una cualquiera. Así que con la cabeza en alto y derecha, fui a la puerta abriéndola con confianza.
Cuando entre a la sala, todos dirigieron su mirada a mí. Y antes de que mis nervios me abundaran, Alex exclamó.
—Ahhh~ mi niña preciosa— grita Alex corriendo a mí y abrazándome con fuerza— no sabes lo preocupado que me tenías.
