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Un último golpe resonó en nuestro espacio, dejándome con una ligera sensación de lástima por el afectado, pero también un poco de tranquilidad. El karma era justo.
—Auch~, eso me dolió demasiado— dice Alex sobándose repetidas veces en su hombro y cabeza, con pequeñas lágrimas en sus ojos, amenazando por salir.
Pero la hermosa chica que se encontraba delante de él, no tenía la misma expresión, no se acercaba ni un poco.
—Eso te pasa— dio una pequeña pausa— únicamente por no habernos dicho en la mañana sobre las etapas de la competencia, Alex-san— dice Sakura-chan con una cara molesta y un libro en las manos.
Y sí... como ustedes lo habrán pensado, Sakura-chan le dio una poderosa “lección” a Alex con su “peligrosa arma” varias veces en el hombro y en la cabeza, por no habernos comentado sobre la carta en el almuerzo y también por haberla molestado un poco después de que llegara.
Alex, bufo molesto por el tono que uso Sakura-chan, ya había recibido varias reclamaciones en poco tiempo para un día. Ya era suficiente.
Como lo habíamos acordado Alex, Aoi y yo en la hora de Educación Física; citamos a Mei-chan y Sakura-chan a la azotea de la escuela durante el receso, para poder platicar sobre lo que la curiosa carta contenía dentro.
—No lo puedo creer Alex, debiste decirnos antes sobre esto— dice Mei-chan cruzando los brazos mientras veía a su mejor amigo con una mirada molesta.
Definitivamente, si las miradas mataran, Alex ya hubiera muerto en más de una ocasión.
—Ya les dije miles de veces a las cuatro, que la carta la recibí el día de ayer por la noche, y que en el almuerzo se me olvido comentarles, por estar planeando lo de Nene para qué cantará para nosotros— exclamó Alex chillando como bebé y abrazándose a sí mismo.
Suspiré al ver que ya había tenido suficientes regaños por un día, me acerque a mis dos amigas mayores y las tome de los brazos para que se alejaran de Alex.
Si seguíamos así, serían capaz de dejarlo inmóvil por una semana.
—Muy bien, está bien, ya quedó todo claro, ahora lo que realmente importa, es que veamos lo que hay en la carta, ¿no lo creen?— pregunté viendo a mis amigas con una sonrisa, en un intento de animar el ambiente y olvidar el tenso que habíamos creado con nuestros regaños.
Ellas asintieron con una sonrisa, dejando el regaño de lado y sentarnos en el suelo donde había una manta, para estar más cómodos y no ensuciarnos el uniforme.
—Ahora Alex, me podrías dar la carta, por favor— dije levantando mi mano en forma de petición.
Alex no tardo mucho en rebuscar en su bolso derecho, sacando la carta de color rojo/blanco que nos había estado causando varios problemas.
