Chloe Davis

58 3 0
                                    

(Para disfrutar mejor reproducir Malamente – Rosalía)

Levanto la mirada al reloj, son las 18:00, un poco tarde ya, empieza a oscurecer.

-¿Pasa algo?- pregunta Miranda, mi compañera de trabajo, mirándome.

-No- me estremezco un poco y hago una mueca- solo estoy aburrida, últimamente no ha habido muchos clientes.

-Cierto, también me muero del aburrimiento aquí. Por cierto, ¿Dónde está Nate?

-Dijo que saldría por algo, pero no dijo que. Tal vez vuelva más tarde.

-Dios como se le ocurre a ese idiota dejarnos solas- dice mientras se levanta del sillón.

Actualmente trabajo en una barbería, junto con Miranda, Nate y un chico llamado Liam. Esta semana, bajó mucho la clientela, como son vacaciones, muchos chicos no vienen a cortarse el pelo, o la barba.

Pasaron algunos minutos y mi panza ruge, tengo hambre ya que no comí.
Veo el teléfono, mis redes sociales y todo lo noto aburrido, realmente siento que ya ví todo y no hay nada nuevo.
Prendí la radio, en la estación de música nueva, y justo estaban tocando mi canción favorita, Doin'time de Lana del rey, la amo. La comienzo a cantar en voz baja mientras camino por el local.

Gracias a nuestros ahorros, hemos conseguido un local grande, para más personas.

Checo el reloj de nuevo y son las 18:26, siempre hemos cerrado a las 19:00, ya que queda oscuro y nos vamos caminando a nuestras casas, por lo que puede ser peligroso.

-Amiga, tengo hambre- dice Miranda

-Yo igual, ya me duele el estómago- ríe Miranda y se levanta.

-¿Quieres que vaya por comida china?, Está a 3 cuadras de aquí, aunque dicen que el servicio es algo lento.

-Seguro, me haría bien algo de comida ahora.

-De acuerdo- toma su bolso y camina a la salida.

-¿No quieres que te acompañe? Puedo cerrar de mientras vamos.

-No chica, ¿Que tal que llega un cliente?

-Bien, aunque lo dudo.

-No te preocupes, iré lo más rápido posible.

Asiento y sale, me quedo mirando el lugar, un poco oscuro con luces neón rojas, super lindo se mira. Acomodo mi falda que llega casi a la mitad de mi muslo con un suéter delgado amarrado a la cintura.

Veo el reloj y son 18:35, bajo la mirada y escucho unos pasos que se acercan. Pensé que era Nate, ya que llevaba mucho tiempo fuera y ir ya había llegado. Alzo la mirada, y nada que ver, era un cliente.

Lo ví y rápidamente me levanté.

-Buenas tardes- digo amablemente.

-Buena tarde, señorita.

Es un hombre joven, de barba larga, llevaba ropa casual.

-¿Quiere un corte?

-Sí, de la barba- señala con ambas manos -necesito quitarla ya.

Ríe y yo sonrío.

-De acuerdo, siéntese aquí.

Le señalo una silla, y lo hace. Le aplicó un plástico que cubre su ropa para que no caiga pelo en la misma y caiga en el plástico. Lo inclino con la silla hacia atrás para tener mejor accesibilidad a la cara, y preparo la crema.

Comienzo a aplicar la crema en la barba con un cepillo y él mantiene los ojos cerrados.

Tomo la navaja y empiezo a cortar, leve y lento para evitar cortarle. Quito la mayoría y enjuago la navaja. En ese momento, que me inclino  la mesita para mojar la navaja siento una mano en mi pierna, que sube rápidamente. Yo reacciono al tacto y quito la mano empujándola.

-¿Qué te pasa idiota?- digo sin soltar la navaja.

-Ah, niña no es para tanto. Tienes unas hermosas piernas- dice enderezandose.

Se quita el plástico y yo me voy alejando, caminando hacia atrás sin quitar la mirada a sus movimientos.
Se levantó de la silla y caminó hacia mí.

Me asusté, quería huir, pero después de unos segundos choqué con la pared. Él se acercó aún más a mí, y sonrió.

-Estás muy linda, ¿te lo han dicho?

Dijo mientras tocaba mi mejilla con una mano, mientras con la otra tocaba mi pierna, subiendola casi a mi entrepierna.

Yo giré mi cabeza, no me podía safar de su agarre. Estaba temblando. Su cara la acercó a mí y lamió el borde de mi labio superior, yo hice una mueca de asco.

En el momento, recordé que tenía la navaja en la mano, y no dudé en usarla, en defensa propia.
Le hice un corte en el cuello rápidamente, y creo le dí en a yugular.
Al sentirlo se alejó velozmente y se agarró la herida. Yo no podía moverme. ¿Qué acababa de hacer?

El hombre segundos después cayó al suelo, creando un gran charco de sangre alrededor.
Solté la navaja, sentí todo en cámara lenta, escuchando perfectamente como la navaja chocaba contra el piso, mientras se llenaba de sangre.

Miré unos segundos, helada, sentía que no podía moverme. Miro el reloj, 18:50, tomé la sudadera y traté de limpiar, pero era imposible. Me preocupaba que llegara Miranda y viera esto, ahora yo estaba llena de sangre. Tomé un trapo y traté de quitar la sangre de mi piel, pero, solo pude con la mayoría, no del todo salió.

Salí del lugar, asustada, no quería que me arrestaran. Una vez lo hicieron pero era por conducir a alta velocidad ebria, salí al poco tiempo, pero ahora, no sabría que pasaría, si la defensa propia me defendería. Huí, las calles se sentían tan oscuras, solas. Pasé por un callejón, empecé a aumentar la velocidad, casi corriendo, veo la avenida y corro, al momento de cruzar, no ví el auto y casi me atropella, se alcanzó a parar y yo miré, más asustada que nunca. Lo ví, era un chico. Pasaron unos segundos y me hizo un gesto para que subiera. Pensé si era alguien de confiar o no, me estaba arriesgando, demasiado, que tal que me llevaba a la policía, pero, algo en su rostro me decía que podía confiar.

Dios tantas cosas que pensé en diez segundos.

Entré al auto. Cerré la puerta y el chico me miró un par de segundos y avanzó. Eran aproximadamente las 19:11 cuando subí al carro del desconocido.
Después de unos minutos, sin cruzar palabra alguna, me tendió un trapo, al notar que tenía aún manchas de sangre.

Traté de quitar las manchas y pude un poco. Suspiré y miré arriba.

-¿Qué pasó?- dijo serio sin dejar de ver al frente.

-Acabo de asesinar a alguien en defensa propia.

Dije sin rodeos, creo que era obvio.
Sonrió y rió, siguió manejando.

-Estamos jodidos- contestó él.

Lo miré y reí.

-Dios, sí.

Sabía que mi vida cambiaría desde ahí. Ya no será lo mismo. Y, realmente estaba jodida, toda mi vida lo he estado. Desde que murieron mis padres a mi corta edad, y a los 18 que salí de la casa de mis abuelos, sabía que estaba jodida.

Maldita sea, estaba sola. Pero, ¿y ahora?

9 días.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora