Chloe Davis
Abro los ojos, parpadeando un poco. Me muevo sobre la cama, estirando mi cuerpo. Maldición¿Qué hora es?
Me levanto rápidamente tropezando con unas cosas tiradas en el suelo, caigo y al chocar con el suelo suelto un gruñido.—Mierda— digo entre dientes tomando mi rodilla. Sentí un dolor en la rodilla enorme, pero se fué calmando poco a poco.
Segundos después alguien toca la puerta. No respondo. Vuelven a tocar.
—Chloe, ¿Estás ahí?
Suspiro.
—Sí.
—¿Puedo pasar?
—Ajá— ruedo los ojos levantándome del suelo, sentándome después en la cama. Entra Dylan. Despeinado. Algunos de sus rulos castaños pasan por su rostro, haciéndolo ver más apuesto.
—¿Podemos hablar?—dice acercándose lentamente a la cama. Asiento y se termina de acercar más rápido y se sienta en la cama. A un lado de mí. Lo encaro.
Sus ojos café se posan en los míos, su mirada me hace estremecer un poco, haciéndome recordar lo que pasó en la noche. Miro hacia otro lado sacando el recuerdo de mi cabeza. Y habla.
—Lo lamento— dice y lo miro, mantengo un rostro neutro, sin expresión alguna. Solo lo observo hablar. —La verdad lamento haberte hecho pasar por lo que ocurrió en la mañana, en el momento que te veniste a tu habitación y no saliste, no dejé de pensar ni un solo momento en tí. Realmente me preocupé— en su rostro refleja seguridad, honestidad —Y, sé que fuí muy egoísta al no pensar en lo que tú sentías— lo observo y detallo cada centímetro de su rostro, me quedo en sus ojos, perdida, siento una sensación de querer besarlo, decirle que ya no importa, pero dudo hacerlo. Sigue y sigue hablando pero pierdo el sentido al notar que toma mi mano. —... Y otra cosa más, es verdad lo que...— queda interrumpido cuando junto mis labios con los de él. Lo tomo de las mejillas y el me toma de la cintura, me corresponde rápidamente y sigue el beso. Un beso apasionado, lento y bonito. Me separo y me mira.
La cercanía hace que cada poro de mi piel se abra, la sensación de sus manos en mi cintura, como me agarra con tal fuerza, que pareciera que me protege de caer. Sentía que caía. Nuestros ojos se enfocan. Los cierro cuando vuelve a juntar sus labios con los míos. Intensificándolo más. Me recuesta en la cama y el queda encima mío. Nuestros labios siguen unidos, en ningún momento se separan, la forma en como me besa me hace sentir alivio, como si fuéramos uno mismo, como si él supiera todo de mí y yo de él. Paso mis manos por su cabello y mis piernas rodean su cadera, sus manos a los costados míos. En cada instante lo necesitaba más. Bajo mis manos por sus hombros, pasando por su pecho hasta llegar a los botones de su pantalón, el al tacto se separa y quita su camisa, mientras que yo, con aún la ropa de anoche, desabrocho mis pantalones y él me observa.
—¿Está Adán?— pregunto. Niega con la cabeza.
—Salió hace un rato— contesta y asiento. Se saca los pantalones para después bajar los míos. Los tira al suelo y comienza a besar mis muslos. Cada vez sube más, siento que llega a mis bragas y las baja lentamente, mirándome fijamente. Lo único que hago es mirarlo. Besa mi abdomen y baja lentamente, pasando también su lengua. Llega al monte Venus y lo besa. Me muevo por la sensación. Suelto un pequeño brinco con un leve gemido cuando siento que pasa su lengua por mi botón, me muevo un poco, sigue lamiendo. Suelto leves gemidos cada vez que me roza. Tomo su cabello y lo presiono un poco para que siga. Maldición este hombre me va a hacer volar la cabeza. Sube una de sus manos, rozando mi abdomen llegando a uno de mis pechos. Lo aprieta y suelto un gemido más fuerte. Al sentir la tela del top, baja su mano para meterla por debajo. Toma el pezón y lo pellizca, suelto otro gemido.
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9 días.
Ficção AdolescenteChloe Davis, una chica que trabajaba en una barbería, que es atacada por un hombre, ella se defiende y huye. Adán O'brien un hombre que por avaricia roba, pero en un momento de vida o muerte, decide ya no hacerlo e irse. Dylan Jones un chico de una...