La Tormenta Perfecta

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THE FIRE AND THE FLOOD

Capítulo 7
LA TORMENTA PERFECTA

Ya divisaban la fachada de la Comisaría cuando el estruendo de varios gritos y sendos disparos dispersos restallaron como un latigazo contra el mullido estertor de la lluvia. Shirou no necesitó oír más. Tomó su forma de lobo y desapareció de un salto por encima de los muros aledaños, mientras Michiru se abalanzaba sobre el vestíbulo. El corazón le latía desbocado por la aprensión.

Un crujido a sus espaldas la puso en alerta cuando una de las paredes de la comisaría se derrumbó y una lluvia de vidrios estuvo a punto de embestirla como una cristalina y mortal cortina. Una ráfaga le había apartado y se percató de estar sujeta entre los brazos de Pingua. Aun en su forma humana, se había abalanzado hacia ella evitando que medio ventanal astillado diese de lleno contra ambos.

Hubo un estertor dentro del edificio, ella le reconoció aun por el intenso barullo armado entre los miembros de la policía, tratando de apartar a los civiles.

—¡Alcaldesa Rose! —Con el estómago punzado, corrió entre la apabullada y aterrada gente, para encontrarla tendida cerca del corredor.

Su asistente Ishizaki-san le ayudaba a levantarse. Michiru suspiró de alivio al ver que estaba viva.

—Michiru-chan...—exhaló, sus pupilas carmesí estaban llenos de terror.

—¡¿Se encuentra bien?! ¡¿Qué ha pasado?! —Michiru preguntó ansiosamente.

Una sombra emergió trabajosamente entre el escombro de la pared de la entrada y la puerta. El detective Tachiki también mostraba profundas heridas cuasadas por la conmoción.

—El.. terrorista... ese tipo, había despertado y...antes de que pudiéramos tratar de interrogarle de nuevo, pareció convulsionarse...

Rose, reponiéndose lentamente sólo inquirió a una expresión de pánico.

—Nirvásyl... el síndrome... pero parece una variante...que no habíamos visto.

Una de las puertas, combadas por el inminente ataque, cayó cerrando toda entrada o salida al interior del recinto. El ruido de los disparos había disimulado el de la puerta al romperse. Y Shirou estaba allí.

—Imposible entrar por el frente...—Notando el apuro y miedo en los ojos de Michiru, Pingua escrutó rápidamente las posibilidades. Sacó sus gafas de piloto del bolsillo ajustándoselas con entrenada precisión, le tomó de un brazo, acercándola a su espalda—Pero podría flanquear hacia la azotea, tu tendrás que encargarte del resto, pequeña...

Michiru así lo hizo, pasando los brazos por debajo de los hombros de Pingua y cruzando los dedos. El beastman albatros saltó hacia la derecha, por encima de la baranda, con la chica tanuki agarrada a su espalda.

—0—

En el interior, aquel gemido cambió de tono. Perdió su elemento humano y se volvió bestial. Se oyó un ruido de ropa desgarrada y unos chasquidos como de huesos rotos. Los policías restantes se echaron a atrás. Delante de ellos, algo se agitó debajo del rígido cadáver de otro oficial que tenía a sus pies.

Aquello tenía unos brillantes ojos rojos, unos colmillos blancos y un cuerpo esbelto y musculoso cubierto de pelos negros con rayas grises. Se sostenía sobre cuatro patas.

La bestia se sacudió violentamente, con una fuerza que rompió los brazos del cadáver como si fuesen palos de cerillas, y arrojó aquel cuerpo a un lado. También se desprendió de lo que quedaba de su disfraz humano. La bestia saltó, con las fauces abiertas, y al chocar con el policía quien disparaba inútilmente, sus dientes se hundieron en su cuello y arrancaron carne y arterias en una orgía de sangre.

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