Distancia

1.1K 94 23
                                    

—No quiero irme... —Confesó con la cabeza gacha la chica de ojos negros, junto una mirada que cargaba toneladas de melancolía y futura tristeza. Su tono comunicaba lo difícil que le parecía la situación.

—Hey, ya estás aquí ¿no? —Replicó la chica de ojos color grisáceos como el más puro y reluciente metal, acariciando suavemente la mejilla ajena: transmitiendo compasión y calidez en el tacto.

—Sí, pero aún puedo mandar todo al diablo y quedarme contigo, a tu lado. —Levantó la mirada, conectando con los profundos ojos de su pareja, cuyas orbes lograban erizar hasta el más fino y tímido vello.

—Tam, te amo demasiado como para dejar que tomes esa decisión.

—Soy feliz acá, ¡demonios, Tori! No quiero dejarte, no quiero estar lejos de ti. —Expresó apretando ambos puños y cerrando fuertemente sus ojos, denotando impotencia con aquella acción. No deseaba distanciarse de la persona que le dio los mejores momentos de su vida, quien sanó heridas que no cometió, quién limpió gruesas lágrimas y opacó intensos llantos que no causó, quien le regaló sonrisas y abrazos cuando más los necesitaba.
Cual lotería, Tamara sentía que tener a Tori a su lado era ganarse una mina de diamantes y cada piedra preciosa cuyo valor era millonario.
La amaba, el amor que sentía era tan intenso como las llamas del mismísimo infierno, las brasas de un volcán activo o las mareas con luna llena.

—Tamee, mi vida. —Esbozó una mueca apenada. —No te mataste estudiando cada noche ni sometiendo a tu persona a una cantidad desmesurada de estrés para conseguir esto, y justo cuando lo tienes, echarte hacia atrás.

—Sí, per–

—Tam, mi cielo... Juro que esto es lo mejor, no sabes lo orgullosa que estoy de ti ¡estás logrando tu sueño!

—Pero, no contigo a mi lado...

—Te acompañé en el camino y hoy te veo triunfar, mi recompensa no puede ser mayor.

—No soportaré estar a miles de kilómetros de ti, ¡no estoy dispuesta a aguantar eso, Tori! —Su respiración se volvió pesada y su pecho se comprimió, la tensión era notoria en cada parte de su esbelta anatomía.

—Tam, ya lo hablamos. —Reparó en la expresión de dolor de Tamara, su mirada le decía mucho más que las palabras intercambiadas: le daba a entender la pesadumbre y pena que sentía, lo mucho que le desgarraba la situación. —Hey, mírame... Eres preciosa, ¿te lo había dicho?

—Tus mimos no sirven ahora, Larrson.

—¡Vamos, cariño! Todo saldrá bien, te lo juro.

—¿Me lo prometes? —No quería perder la última gota de esperanza, se negaba totalmente a aceptar que todo se tendría que acabar a penas subiera al avión que la llevaría a otro lugar del mundo, muy lejos de quién amaba.

—Te lo prometo.

✨✈️✨

La chica de cabellos castaños claro, estribaba su rostro en su mano diestra, observando el exterior urbano sumido en la enigmática penumbra. Cavilaba en silencio, de vez en cuando bajaba la mirada y la centraba en su teléfono, con la esperanza e ilusión de encontrar la notificación que tanto esperaba.

Su teléfono no vibraba.

El nombre por el que aguardaba no marcaba presencia en la barra de notificaciones.

Cerró sus ojos y respiró hondo, llenando sus pulmones con la cantidades máxima de aire que pudiesen contener y albergar, fue este el momento en el que una nueva notificación arribó.

Tori ❤️ (1 mensaje nuevo)”.

Deslizó su fino dedo por el suave cristal que caracterizaba a la pantalla del artefacto electrónico, desbloqueando la débil seguridad.

Tori ❤️ en línea.

¿Cómo llegaste..? ✔✔

Tori temía de la reacción que tendría su amada ante su mensaje, sabía que estaba dolida y preocupada por lo que tendrían que afrontar: la distancia.

Estoy completa, eso es bueno. ✔✔

Bueno, ni tan completa... ✔✔

La chica de cabello color avellana y agraciadas facciones, sintió aquellos mensajes como una estaca en el corazón de un vampiro o una bala en el regazo de un león.
No sentía tristeza, sentía vacío.

Extrañaba a su pequeña, a su compañera de aventuras lujuriosas y divertidas, su mejor amiga y confidente, su amante, su psicóloga, su repostera cuando tenía deseosos anteojos, su médica cuando caía enferma, su profesora cuando no entendía algunos ejercicios matemáticos, su todo.

Cual saco de sentimientos, la nórdica cargaba con una carreta llena de ellos, una carreta que desbordaba miedo y pavor.

Hey, no estamos tan lejos después de todo. ✔✔

¿Vemos la misma luna, no? ✔✔

.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.

Un capítulo con temática distinta (?

La última frase la recordé porque se la había dicho a una amiga que estaba muy lejos de mí, y bueno... Me inspiró.

¿Saben? Estoy algo abrumada por las clases de deporte online, me da un pánico terrible encender la cámara.
Tiemblo y sudo cuando lo hago, es horrible :(
Aveces me gustaría que los profesores entiendan que si unx no la prende (hay personas que son la excepción, claro), es porque le da pánico.

Juro que yo trabajo en clases y hago los ejercicios qls, pero me dan unas ganas horribles de llorar porque me siento humillada y, y, y es una situación horrenda .

Solo me dan ganas de hacerme bolita y llorar, llorar mucho :(

Me incómoda demasiado encender la cámara, que vean mi rostro y mi entorno: me siento expuesta :(

Me veo mal aparte, entonces la presión que siento es gigante.

Es horrendo.
Odio el colegio.
Odio a las clases.

Cortos ToriTamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora