¿Y si ella no quiere verme?

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-No me interesan las explicaciones, solo quiero que dejen sobre la mesa los contratos y luego se van.

-Lena, estás exagerando un poco...

-Ya me escucharon.

Lena ignoró a Andrea, que intentaba calmarla luego de reunirse con su equipo de trabajo y conocer a fondo que nadie se había comunicado con Kara nunca, y que además habían dado la orden de no hablar del tema nunca más. Los despidió a casi todos. Había estado con Andrea esos últimos días, aunque no en plan de pareja, sino solamente por trabajo, pero en verdad estaban intentando retomar la relación que habían tenido. Claro, hasta todo lo que pasó luego de recibir la llamada de Kara. A raíz de eso empezó a conocer una historia que sus mismos empleados habían armado a sus espaldas.

Todos se fueron, excepto Andrea, que se quedó sentada frente a ella, en silencio.

-Entiendo que estés enojada pero...

-¿Cuánto sabías de todo esto? Y quiero la verdad.

-Yo... Me enteré hace poco más de un año.

-Es increíble- un suspiro siguió a una risa amarga. –Pretendiste que no sabías nada de ella cuando te conté del accidente, me hiciste creer que nunca habías escuchado su nombre.

-Creímos que lo mejor era que te alejaras completamente de ella, porque te hacía mal, porque queríamos cuidarte.

-Mentirme no es cuidarme, Andrea. Por favor, no creas que voy a tragarme ese discurso otra vez. No soy una niña, puedo tomar mis propias decisiones.

-Todo lo que ella implica en tu vida, causa dolor. Lo sabes, yo también lo sé, y traté de ayudarte.

-¿Has leído todos los mensajes que ella envió?

-No. Cuando administré tus cuentas no leí tus mensajes, solamente los borré todos.

-Voy a darte un consejo, y espero que puedas tomarlo. Si alguna vez estás con otra persona, no creas que eres dueña de su vida.

-¿Sabes algo, Lena? Si estoy con alguien más, espero que esa persona esté conmigo en verdad y no tenga cosas pendientes en otro lugar.

-Entonces la culpa en mía...

-Has resignado todo por ir tras ella, hemos terminado nuestra relación porque decidiste quedarte en Ciudad Nacional. Tu vida siempre estará ligada a la de Kara, aunque ella sea un desastre dentro de poco y vuelva a dejarte sola por ir a una rehabilitación que a la larga no va a servirle.

-Necesito que te vayas.

-Lo haré. Pero observa a tu alrededor, y verás que estás sola.

Andrea se marchó, y Lena trató de mantener la calma. Todo era un desastre, y necesitaba empezar a reordenarse. Sin embargo, lo primero que hizo fue tratar de comunicarse con Kara. Necesitaba saber de ella, pero no respondía al teléfono en casa de Sam. Había hablado con Alex un par de veces pero siempre obtuvo una excusa, jamás pudo escuchar la voz de Kara. Pensaba en todos los nuevos motivos que Alex tendría para odiarla pero en realidad no había rastros de molestia en su voz, así que se preguntaba si Kara había hecho algún comentario o sólo guardó silencio. Esa vez tampoco obtuvo respuesta.

-Por favor, dile que la llamé y necesito hablar con ella.

Su tono de ruego fue suficiente para convencer a Alex. Lena en verdad necesitaba hablar con Kara, decirle lo que estaba pasando, entender por qué estaba tan enojada. Quería saber todo lo que decían esos mensajes, por mucho que a ella le parecieran estúpidos o ridículos. Quizás todo habría sido diferente de haberlos leído. Quizás todo habría tomado un rumbo diferente para las dos. Y ese interrogante estaba matándola.

*****

-No conozco a Kara, pero si estás así por ella, ha de ser alguien importante.

Lena había llamado a una de sus amigas, Diana, y casi escupió las palabras para contarle todo por lo que estaba pasando en ese momento. Diana estaba sentada en el sofá de la oficina de Lena, mientras que la CEO caminaba por el lugar con una ansiedad que no podía controlar.

-Estoy saturada de pensar en ella. Trato de olvidarme y regresa.

-Necesito una foto.

-¿Qué?- Lena se detuvo en seco, clavó su mirada en Diana y cruzó los brazos.

-Muéstrame quién es ella. Necesito saber cómo es.

-¿Para qué?

-Necesito materializar a la persona que has puesto en mi cabeza. ¿Tienes una foto?

-No. Es decir, no aquí.

-La buscaré en Instagram. Dime su apellido- sacó su móvil, y alzó una ceja mirando a Lena, esperando una respuesta.

-Danvers. Kara Danvers.

-Vamos a ver...- la muchacha no quitaba la vista de su iPhone, y Lena se sentó a su lado, llena de intriga en su mirada.

-Es la tercera- ayudó para que su amiga no explorase la lista entera de resultados. No había muchas publicaciones, y en las fotos que había publicado no aparecía ella.

-Wow- Diana encontró una foto, casi al final del perfil.

-Es linda, ¿no?

-¿Estás bromeando? Vaya tiene unos ojos muy hermosos.

-Los más lindos del mundo.

-Debes ir a verla, ya. Si hay algo que puedas salvar de esa relación, debes averiguarlo.

-¿Tú crees?

-Déjame decirte algo que espero no moleste- hizo una pausa, se acomodó en el sofá y miró a Lena directo a los ojos. –Nunca habías tenido esa mirada antes, ni por Andrea ni por nadie. Y serías una idiota si no lo intentas.

-¿Y si ella no quiere verme?

-Te dijo que no quería verte una vez, y quizás tu error fue creer que era cierto. Pienso que aunque ella lo diga, no debes olvidarte de eso. Ahora ve, no pierdas más tiempo, ya deberías estar arriba de un avión. Yo me ocuparé de que toda tu vida profesional no muera.

-Eres la mejor.

-Lo sé. Ahora quiero verte mover los pies hasta la puerta y marcharte.

Un bolso con pocas cosas acompañó a Lena esa vez. Jeans, camiseta básica blanca, una chaqueta azul, converse y una gorra de béisbol, auriculares, un móvil con suficiente carga, un libro, y una bolsa de gomitas, sus favoritas en el mundo.

Cuando llegó a Ciudad Nacional, lo primero que hizo fue reservar una habitación en un hotel para dejar sus cosas, quitarse la gorra, las zapatillas, la chaqueta, y permitirse unos minutos de descanso. Los vuelos siempre la agotaban, nunca se había acostumbrado a volar a lo largo y ancho del país, aunque lo había hecho demasiadas veces por temas laborales. Se sentó en la cama, con los pies arriba, y relajó su cabeza en el respaldo. Su vida en hoteles tampoco era algo a lo que podía acostumbrarse con facilidad. Prefería sentirse en casa, en su entorno, con sus propias comodidades. Los hoteles la hacían sentir sola. Y odiaba la soledad. Miró la hora en el reloj que colgaba en la pared, y supuso que Sam estaría trabajando, Alex seguramente también, así que eso le daba una ventaja con Kara, que no tendría excusas para no atender su llamada. Marcó el número de la casa, ya lo conocía de memoria, y espero a ser atendida.

Nada. Después de unos tonos, iba directo al contestador de llamadas, pero no quiso dejar ningún mensaje, y en su lugar se puso nuevamente las zapatillas, tomó la chaqueta que anteriormente había dejado sobre el posa pies al extremo de la cama, la tarjeta de acceso a su habitación de hotel y el móvil.

𝑽𝒐𝒍𝒗𝒆𝒓 𝒂 𝒕𝒊 | 𝐴𝑑𝑎𝑝𝑡𝑎𝑐𝑖ó𝑛 𝑆𝑢𝑝𝑒𝑟𝑐𝑜𝑟𝑝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora