De vuelta en la pensión

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La bienvenida de Ruby en su nuevo hogar fue mucho más de lo que habían imaginado. Kara la esperó con la casa adornada, y luego se sentaron a la mesa por una merienda que había preparado para todas. La niña era algo tímida, pero rápidamente fue ganando confianza y contando algunas anécdotas de su tiempo en el hogar, de las amigas que había hecho desde que llegó, y manifestó sus ganas de volver a veces para visitarlas, algo que Sam y Alex jamás le negarían.

Le mostraron su habitación, con la que habían hecho un trabajo hermoso, y ella no podía salir de su asombro al ver todas las cosas nuevas que tenía. Una cama, ropa, muñecas, rompecabezas, libros, un escritorio, un bonito sillón al lado de la biblioteca. Eran cosas que ella jamás había tenido, y no podía esperar para usarlas a todas. Con Kara tuvo una fuerte conexión, y la confianza llegó al punto de tenerlas sentadas en la alfombra peinando sus muñecas, mientras la rubia le enseñaba a hacer trenzas.

-Nunca tuve una de estas- dijo la niña. –No una que fuera solo mía. En el hogar compartíamos todos los juguetes.

-Bueno, yo tampoco tuve muñecas. Es decir, una vez me regalaron una, fue la única que tuve.

-Tú y yo tenemos muchas cosas en común, ¿no?

-Bueno, hay una diferencia entre tú y yo. Esas dos locas que están afuera serán las mejores madres del mundo. Te aseguro que serás feliz aquí.

-Iré a la escuela, ¿cierto? Ellas me dijeron eso.

-Claro que irás a la escuela, y podrás hacer nuevos amigos, elegir algún deporte, aprender muchas cosas nuevas. Y los fines de semana podemos ir al parque, o puedo llevarte a ver una película.

-¿Sabes montar una bicicleta?

-Sí. Pero prefiero el skate.

-¡Por Dios! Necesito que me enseñes a usar el skate.

-Kara, debes crecer- Alex entró a la habitación y escuchó eso último, rió y se sentó a su lado. –Qué bonitas quedaron las muñecas.

-Kara me enseñó a hacer estas trenzas tan bonitas- explicó la niña. -¿Tú sabes hacerlas? Porque me gustaría ir así a mi primer día de escuela.

-Sam se encargará de eso, mi habilidad con el cabello es nula. Pero yo podré ayudarte a armar rompecabezas y te enseñaré a jugar ajedrez. No hay nadie mejor que yo para los juegos de mesa.

-Coincido- agregó Kara. –Nadie puede ganarle.

-Me gusta ganar- comentó la niña. –En todo.

-Uy, ya tienes competencia Alex- la rubia le dio dos palmadas en el hombro y la otra sonrió. –Escuchen, debo irme.

-¿No te quedarás a cenar con nosotras?- preguntó su hermana.

-No, debo hacer algunas cosas. Mañana enviaré otra vez mi solicitud a la Universidad y necesito terminar algunos detalles. Pero ya sabes que siempre estoy por aquí en algún momento.

-Puedo llevarte...

-No, no, no. Estoy cerca y además quiero caminar. Ustedes quédense aquí. Vendré a verte mañana, Ruby- saludó a la niña y se levantó para irse. Alex la siguió hasta el comedor.

-Gracias por venir a quedarte un rato con nosotras. Estábamos muy nerviosas por sus primeras horas en casa, pero nos ayudaste mucho.

-Es una niña, sólo necesita que le den tiempo. Lo harán bien, estoy segura de eso.

-¿Hablaste con Lena?

-Sí. Ella está bien, vendrá en unos días y nos sentaremos a hablar.

-¿Has decidido algo respecto a ustedes?

𝑽𝒐𝒍𝒗𝒆𝒓 𝒂 𝒕𝒊 | 𝐴𝑑𝑎𝑝𝑡𝑎𝑐𝑖ó𝑛 𝑆𝑢𝑝𝑒𝑟𝑐𝑜𝑟𝑝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora