Mi primer capítulo se trataría de cómo llegó Valentina al mundo, y ésto fue resultado de una pasión desenfrenada entre un hombre comprometido, con una mujer soltera. Fruto de cervezas sin control, y con la voluntad por los suelos, él se quitaba las ilusiones, y cometía intrusiones en mi madre...
Luego de este acto sexual ya finalizado, y en un lapsus normal de cuarenta y un semanas de espera, en donde mi madre comía prietas, completos, cebolla en escabeche y escuchaba a Maná, el engendro del coito sin amor se desarrolló normalmente.
En el parto, su madre dopada y sola, dejó estipulado que mi nombre sería algo significativo para ella, para recordar que en el día del amor, ella no estaría nunca sola, por ende, me tendría para san Valentín.
Él, muy desvergonzadamente apareció en la clínica, horas después de mi venida al mundo, con un ramo de flores amarillas y por poco muertas, con su prometida, dejando una carta que decía "Lo mejor para la niña es que la críes tú".
Un insensible recordatorio de que siempre estaría sola. Fue dada de alta en un día con lluvias torrenciales, que lloraban todo lo que ella no podía llorar. Sin imaginar que algún día el amor podría encontrar, mi madre se centró en mis cuidados, dejándolo todo por mí.
