𝙻𝙸𝙲𝙺𝙴𝚁 𝙴𝙽 𝙴𝙻 𝙰𝚁𝙼𝙰𝚁𝙸𝙾 (𝙿-𝟽)

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➡️️ Vivías en Raccoon City, muy cerca de las montañas Arklay. No eras más que un adolescente promedio cuya única preocupación era impresionar a sus amigos, hasta aquel día de verano de 1998 en que tomaste la decisión que acabaría con tu vida... Dejaste abierta la ventana...

⚠️Advertencias: No es una historia romántica 😂😰

Probadita:

Escuchas el rugido de nuevo y lo último que ves es una especie de ¿sonrisa...? Su filosa dentadura justo delante de tu cara... ¿Acaso está feliz? ¿Feliz de morderte o de despojarte de todo lo que tienes sobre el cuello?

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No quieres empezar a narrar lo que supuestamente es tu vida, porque sería un burdo recuento de acciones repetitivas. Para qué comenzar con el recordatorio de alguien que te dice que estás tarde para la escuela, o con la voz de tu madre diciendo que te necesita para algo, o de alguna otra cosa igual o más mundana...

No tiene sentido decir que 'era un día como cualquiera'; primero porque no lo era, y segundo porque así no nace el miedo, ahí nunca empieza el terror.

Hay algo en el armario, ha estado ahí desde hace dos noches. Al principio te parecía un bien elaborado producto de tu imaginación, pero a medida que los ruidos se han hecho más intensos, las sospechas se han convertido en certezas.

Algo que se esconde en el alto techo dentro del armario...

La primera vez, se oyó como una especie de cascabel, como algo parecido a una serpiente reptando pegado al muro. De a poco se ha hecho más evidente, no es un cascabel, es más bien el sonido de una lengua que chasquea... una lengua que parece estar saboreando el aire. ¿Qué es? No lo sabes. Lo que sí sabes es que no lo estás imaginando.

Para averiguarlo tendrías que abrir la puerta y encender la luz que alumbra la ropa, ver hacia arriba e identificarlo, pero eso es precisamente lo que has estado evitando hacer desde que comenzaron los ruidos. Por ende llevas tres días vistiendo la misma pijama vieja, y no, mamá no va a permitir que no te la cambies por una tercera noche. No consigues hacerle entender que la única manera de permanecer a salvo es no volver a entrar jamás al armario... Que no la abra nadie, para que, lo que sea que se haya metido a la casa y que esté usando como refugio esa parte, no salga, no salga nunca.

Tienes la teoría de que ha sido un error imperdonable haber dejado la ventana abierta con tanto rumor de ataques en los titulares de los periódicos. Esas fotos de gente asesinada por la mordida de criaturas de mandíbulas extrañas no tienen explicación. Pero era necesario, era necesario dejar la ventana así, un par de horas, para que el olor del tabaco que tienes prohibido fumar se esfumara.

¿Por qué... por qué tenías que seguir practicando? No era tan necesario aprender a no atorarse solo para impresionar a tus amigos. Por tan pequeña e inútil travesura fue que dejaste las cortinas abiertas de par en par, y dando así oportunidad a que ese algo se deslice y se esconda en el maldito ropero.

¿Qué es? ¿Por qué saca la lengua para sentir el sabor del entorno? ¿Por qué no sale?

Y por si estar muerto de miedo no fuera suficiente, encima nadie quiere creerte.

—Ay, hijo, ¿cómo que algo? Deben ser las palomas del entretecho.

¡Qué palomas ni qué nada! Hay algo en el armario ... H A Y  A L G O...

—Si quieres voy contigo para que veas.

—No, mamá. ¿Si mejor llamas a la policía? Al tío Kevin, sí... Dile que venga... Pídele ayuda...

—No voy a llamar a tu tío solo porque no quieres cambiarte de ropa.

—No es eso, es que...

—¡Ya basta!, vamos.

¡NOOOO!

Tu madre abre la puerta de un empujón, la manija se estrella contra la pared provocando demasiado ruido. La lengua chasquea más cuando hay sonidos fuertes.

—¡Mamá, no...!

Pero ella entra sin temor y sin encender la luz; camina hasta el escondite del ente y jala la puerta doble con ambas manos. Lo siguiente que escuchas es un sonido profundo, como el chillido de un cerdo enorme mezclado con el rugido de un feroz león.

No, no, no... Se lo advertiste, le dijiste que llamaran a la policía...

La criatura ha sido liberada. Es roja, roja como la carne; todos sus músculos, nervios y vasos lo recubren... como los dibujos sin pellejo de los libros de biología, pero viva, desollada viva. Tiene garras que más bien parecen pezuñas, tan largas que se asemejan a las cuchillas con las que se podan los arbustos del jardín, igual de filosas, igual de alargadas. ¿Y acaso es su cerebro lo que le sobresale de la cabeza? Camina en posición similar a la de una rana, pero sus extremidades coordinan sus movimientos como las de una araña... Y sus formas anatómicas parecen indicar que, lo que sea que sea ahora tal ser, en algún momento fue un humano.

¿Cuál sería el último pensamiento de la mujer que te acusó de estar inventando una historia para no querer cambiarte de atuendo, antes de que la elástica lengua de este extraño mutante la alcance y le atraviese el hombro como si fuera una lanza metálica?

Tu madre ha sido atacada. Tú das media vuelta y echas a correr, llegas hasta el garaje creyendo que sería buena idea intentar cargar la escopeta de tu padre para defenderte. Lo malo es que el pánico no te deja recordar dónde está guardada el arma y, entonces, lo mejor que puedes hacer es quedarte en el suelo sollozando, a un costado del auto estacionado, y rogar por tu vida.

Los gritos en el piso de arriba han cesado. El terror aumenta, se vuelve ataque de ansiedad. Envuelves tus rodillas con tus brazos y tratas de guardar silencio, pese a que las incontenibles ganas de llorar no van a darte tregua.

Al cabo de unos instantes, escuchas que la criatura desollada se ha deslizado hasta encontrar el sitio en el que te sentías a salvo. Tus latidos se incrementan al máximo y tu respiración se hace difícil, agitada, ruidosa...

No, no, no, no, no...

Escuchas el rugido nuevamente y lo último que ves es una especie de ¿sonrisa...? Su filosa dentadura justo delante de tu cara... ¿Acaso está feliz? ¿Feliz de morderte o de despojarte de todo lo que tienes sobre el cuello?

Tiene la cabeza echada hacia un lado y parece que te mira, pero no lo hace, no, porque el área donde deberían estar sus ojos está cubierta por una membrana gruesa que parece ser una extensión de su masa gris, que sí, al final resultó estar a la intemperie, adornando como una gorra su horrible cabeza. Es ciego entonces, el mutante no puede verte. Seguro lo que mejor hace es escuchar, con razón no movía su lengua cuando intentabas no hacer ruido.

Levanta la mano, su enorme y afilada garra se impulsa para golpearte... O más bien, cortarte.

Libre para siempre del armario él y atrapado tú en tus últimos momentos en este mundo, te preguntas de qué anillo del infierno se ha podido escapar tal abominación...

Nunca podrás saberlo.

Hɪsᴛᴏʀɪᴀs ᴄᴏʀᴛᴀs ᴅᴇ Rᴇsɪᴅᴇɴᴛ EᴠɪʟDonde viven las historias. Descúbrelo ahora