𝙴𝙻 𝙲𝙰𝙲𝙷𝙾𝚁𝚁𝙾 𝙳𝙴 𝙻𝙰 𝙱𝚂𝙰𝙰 (𝙿-𝟽)

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El día que Piers Nivans llega con un can herido entre sus brazos a perturbar tu corazón.

⚠️ADVERTENCIAS: Piers es demasiado tierno.

❤️ Probadita:

—¡¿El capitán tiene un gato?!

—Tenía, tuvimos que... ya sabes... dormirlo. Ya estaba muy viejo. Era de esperarse, lo adoptó con 12 años...

—Espera, ¿dices que conoces al capitán desde que tenía doce años?

No pudiste evitar reír.

—Me refería al gato...

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—¡Ayuda, por favor!

Entró gritando el hombre a tu veterinaria. Ya casi daban las 8:00 a.m. Sostenía en los brazos a un hermoso caniche de color blanco y hocico negro, pequeño, de pelo menudo, tupido y muy, muy rizado. El can estaba inconsciente. Miraste al chico: alto, guapo, cabello castaño, labios gruesos, ojos avellanados y llenos de vida.

—¿Pero qué fue lo que le sucedió?

Indagaste contagiándote de su histeria.

—Lo atropellaron...

—¡Contigo mirando! —lo increpaste —Deberías haberlo sacado con una correa... Si vas a tener una mascota, debes ser responsable... Estamos en una ciudad, puede pasarle cualquier cosa, hay mil posibilidades de que le suceda algo malo... ¡¿Para qué tienes un perro si no lo vas a cuidar?!

Estabas tan enfadada. Pusiste al pequeño can herido sobre la camilla y comenzaste a auscultarlo, y todavía le hubieras gritado al dueño un poco más por su irresponsabilidad, de no haber sido por lo siguiente que salió de su boca:

—No es mi perro...

Te dijo, con la misma cara de niño aterrorizado con la que llegó. ¿Qué? ¿Y toda esa angustia en sus bellos ojos era solo... la mirada de un buen samaritano? Ya no tenía caso preguntarle por el nombre del pequeño peludo, así que...

—Ah... Perdona. Es que pensé... —dijiste a modo de disculpa retirando las olivas del estetoscopio de tus oídos —¿Y tú eres...?

—Me llamo Piers... —te respondió con una sonrisa.

—Bien, Piers. Como no eres el dueño del can, no es necesario que hagas nada más. Puedes irte. Solo dile a mi secretario en la entrada dónde lo encontraste y... no sé, cualquier otro dato que consideres importante.

Lo liberaste asumiendo que el chico tenía cosas que hacer, habiendo deducido por el uniforme que llevaba que formaba parte de algún tipo de institución militar.

—¿Qué le va pasar al perrito?

Te preguntó, genuinamente preocupado.

—Por lo que veo, solo tiene una pata fracturada. Pero le haré algunos estudios más para cerciorarme de que no haya daño interno. No te preocupes, no tienes que hacer o pagar nada, yo correré con todos los gastos.

—No mencioné nada de eso...

Respondió Piers con la frente arrugada y una ceja levantada, como si acabaras de ofender su integridad moral. No sabías qué más decirle. No había sido tu intención insultarlo. No era el dueño, lo normal era que se marchara. Además, ya había hecho bastante con tomarse el tiempo de recogerlo y buscarle ayuda.

Hɪsᴛᴏʀɪᴀs ᴄᴏʀᴛᴀs ᴅᴇ Rᴇsɪᴅᴇɴᴛ EᴠɪʟDonde viven las historias. Descúbrelo ahora