𝚂𝙸 𝙸𝙽𝚂𝙸𝚂𝚃𝙴𝚂, 𝙲𝙰𝚁𝙻𝙾𝚂... (𝙿-𝟷𝟸)

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Como cuando te enamoras del dependiente de la tienda que tiene un pasado dudoso...

⚠️Advertencias: Ninguna, todo es amor con Carlos Oliveira... <3

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El guapo hombre de la tienda parecía demasiado fornido como para que su única aspiración en la vida hubiera sido ser dependiente. Además, las cicatrices en sus manos, su modo de mirar, de vigilar, su forma de estar de pie y cruzar los brazos en la puerta delataban que tenía cierto entrenamiento.

Yo iba a su tienda cada día a comprar algunas cosas que a veces necesitaba y otras solo eran una excusa para verlo. Aquella mañana entré y tuve el valor de preguntarle cómo se llamaba.

—Carlos... —me respondió sin mirarme, y metiendo sin interés el pan que acababa de comprar en una bolsa.

—Mucho, gusto, Carlos. Soy T/N.

No me dijo nada. 

—Son dos con sesenta.

Pagué, agradecí y me marché un poco desanimada por su indiferencia. Pero volví al día siguiente, claro, quería conocerlo y no me iba a dar por vencida tan pronto. Llegué y había otra mujer en la caja, mirándolo con la misma cara de sed que probablemente yo también lo miro.

—Gracias, Carlos —le dijo en un tono coqueto.

Carlos apenas meneó la cabeza en respuesta. 

—¿Algo más? —le dijo para echarla.

—Am... Bueno me preguntaba si... te gustaría ir por una cerveza el fin de...

—No salgo con los clientes. Política de la tienda.

La mujer se enfadó y levantó su bolsa. La pude ver con la nariz respingada hacia un lado y una expresión de odio infantil.

—¡Pues hasta nunca! —se despidió la ofendida y se fue hacia la puerta.

A Carlos no le afectó en lo más mínimo. Cerró su caja registradora y se recogió todo el cabello en un pequeño moño a la mitad de su nuca. Me quedé hechizada por poder admirar su rostro despejado por primera vez, pero había perdido mis ganas de coquetearle.

Compré lo que había venido a comprar y fui hasta la banda a dejar las cosas.

—Hola, Carlos —lo saludé esforzándome por esconder mi interés.

—Buenas... —me respondió pasando los productos por el infrarrojo —. Diez con noventa.

—Aquí tienes —dije y me apresuré a organizar mi compra yo misma.

—Deja que te cobre y ya lo hago yo —intentó detenerme.

—Oh, no. No hay problema. Tú sigue —respondí sin más.

Hɪsᴛᴏʀɪᴀs ᴄᴏʀᴛᴀs ᴅᴇ Rᴇsɪᴅᴇɴᴛ EᴠɪʟDonde viven las historias. Descúbrelo ahora